José María Cerezo es diseñador gráfico y de tipografía. Autor de Diseñadores en la nebulosa, el diseño gráfico en la era digital, uno de los libros más demandados de todos los tiempos (su cuarta edición, corregida y ampliada así lo demuestra), no pierde de vista el sector tipográfico, disciplina por la que le preguntamos y exploramos a partir del número 11 de la revista Gràffica, Tipografía. A continuación, su percepción sobre las variable fonts, la mediocridad de la tipografía actual, las nuevas formas de lectura o el estado de la formación en esta materia.
Diseñadores en la nebulosa y las revisiones y ediciones que se han ido haciendo posteriormente, nos permiten comprobar que el sector ha cambiado (y está cambiando) mucho. ¿En qué momento se encuentra la tipografía actualmente?
Se encuentra en un momento buenísimo a nivel técnico, sobre todo a partir de las variable fonts. Eso sí, creo que ahora mismo es más una promesa que una realidad posible en el día a día por todo lo que implica a nivel tecnológico.
Por otro lado, percibo, por así decirlo, el triunfo de los «pequeños». Y me explico: después de todo el proceso de concentración que ha ido haciendo Monotype comprando todas las fundiciones tipográficas, ahora me da la impresión de que el diseño más pujante lo están haciendo fundiciones que hasta hace poco eran pequeñas.
Se dice que ahora todo es más democrático…
La democratización de la tipografía es algo que ya se hablaba en los años 90. Es cierto que ahora se habla más de la tipografía en general, pero incluso muchas veces se confunden con otras disciplinas como el lettering.
También echo de menos un interés real por la buena composición tipográfica: creo que ahí es donde no acaba de funcionar el sistema. El sistema digital tiene que resolver cosas, por ejemplo, cómo leemos en las pantallas, pero sigue habiendo muchas web y blogs que se leen muy mal y no están bien compuestos. Hay de todo, eso sí: también trabajos tipográficos muy notables.
¿A mayor cantidad, mayor calidad?
Hay una cantidad de tipos inimaginable. No se puede controlar exactamente lo que hay. Para quienes llevamos más tiempo en diseño puede que sea más fácil localizar dónde está lo interesante, pero si me pongo en la piel de un diseñador recién titulado que comienza su andadura profesional… creo que puede estar muy perdido. O puede estar olvidándose de cosas muy importantes de las que podría tirar, pero a las que no sabe cómo puede acceder.
Por tanto, ¿hay demasiada mediocridad tipográfica ahora?
Hay tipos muy malas. Se siguen haciendo tipografías sin ningún sentido. Por otra parte, se ha perdido la parte experimental que había en los años 90. Y también lo digo por la parte del diseño. También he de decir que la contrapartida es que ahora tenemos tipografías muy profesionales y completas. Y multilingües, algo impensable hace unos años.
El diseñador y consultor tipográfico Nick Sherman mencionó en un tuit: «Todo diseñador gráfico debería hacer al menos una tipografía en su vida, pero eso no significa que la tenga que publicar». ¿Lo compartes?
Es un buen punto de vista. A mis alumnos siempre les aconsejo que hagan alguna tipografía, no por tener una con la que puedan competir con otras ya existentes, sino para que sepan cómo se hace y las dificultades que entraña. Es un buen entrenamiento para el ojo y muy útil. Diseñar tipografía es una escuela muy buena para el diseño gráfico en general.
La afirmación de Sherman de que una cosa es hacerla y otra publicarla es valiosa, pero cuando uno realiza una tipografía, genera el archivo y se pone a teclear, la pulsión es querer utilizarla. Pasa en tipografía y en otras disciplinas: pintas un óleo, y ya quieres enseñarlo.
Se habla sobre las variable fonts como la gran revolución tipográfica que viene. ¿Lo compartes?
Sinceramente, no lo sé. Salvando las distancias técnicas, las variable fonts tienen cierta semejanza con las multiple master que hizo Adobe en los 90, y que acabó cancelando porque nadie las usaba a fondo. Eran complejas de utilizar.
Yo veo las variable fonts como una herramienta donde la programación tiene mucho que ver. Y tienen que funcionar y hay que sacarles partido de otra manera, como a la inteligencia artificial. Pero o se explotan bien las posibilidades que ofrecen, o seguramente pasarán sin pena ni gloria.
A favor de que no suceda, y en contra de las fuentes multiple master, las variable fonts las han pactado todos los agentes del juego. Por tanto, todo el mundo está empujando en la misma dirección.
En cualquier caso, hay cantidad de cosas que se pueden hacer y nos obligará a pensar la tipografía de otra manera. Pablo Gámez hizo una tipografía que se puede utilizar de forma «tradicional», pero también está pensada para los salpicaderos de los coches. Ahí puede interactuar con la iluminación y puede variar según algunos condicionantes. Me parece una muestra muy interesante que demuestra cómo se puede integrar la tecnología en la tipografía. Aun así, nadie sabe qué pasará en el futuro.
Lo que parece en cualquier caso evidente es que nuestra forma de lectura ha cambiado y en parte ha sido por el vasto universo digital que nos rodea, ¿cómo afecta eso a la tipografía?
No sé si tiene relación directa con la tecnología tipográfica, pero me llama la atención cómo utiliza la Real Academia de la Lengua el hipertexto. Cualquier definición que leemos en la web nos conduce a otras a través de hipervínculos. Evidentemente, hay muchas cosas que han cambiado en cómo leemos.
Para leer bien en pantalla, la tecnología está resuelta. En ese sentido, no es tanto un problema técnico como un problema del uso que hacemos de dicha tecnología. El reto pasa por hacer piezas significativas de tipografía digital que se vean y lean bien en distintas pantallas. Y no hablo de que la tipografía sea responsive, si no de ir un paso más allá. Ahí es donde deberían trabajar, sobre todo, los jóvenes.
Cuando te compras un ebook o lees el ipad, y lo giras… creo que la tipografía tendría que adaptarse mejor. Lees el texto en una pantalla apaisada o vertical y no cambia de la manera en que debería hacerlo. Si se incorporan ilustraciones y fotografías, u otro tipo de piezas que interrumpen el flujo de lectura, tampoco funcionan de una manera muy inteligente. Es un tema que no está resuelto.
¿Cómo valoras las formaciones en tipografía? ¿Irán integrando cada vez más la programación?
El peligro, precisamente, es que nos perdamos en cosas técnicas. Estas tienen solución y, si no la tienen, no estamos obligados a forzar las cosas más de lo que la tecnología da de sí. Puede parecer raro desde fuera, pero para diseñar bien hay que tener una buena formación humanística: saber historia del diseño, de la filosofía, del arte. Eso es lo que va a hacer que tu diseño sea más rico y, sobre todo, que logremos pensar cosas nuevas.
Algo que sucede en el diseño desde hace años es que todo es contemporáneo y, al mismo tiempo, anticontemporáneo. Tenemos tal cantidad de información y acceso a fuentes históricas que parece que todo se ha hecho ya. Por eso, gran parte del diseño me parece que es anacrónico en el sentido de que podría pertenecer perfectamente a otro contexto histórico. No es ni bueno ni malo, pero una pieza de diseño no debería quedarse en ello, sino ir más allá: mirar más hacia el futuro. Y no en un futuro desde un punto de vista técnico, sino visual. ¿Cómo va a ser el futuro visualmente? Eso nos lleva a pensar en cómo es actualmente, en el presente. Gran parte del presente gráfico parece el pasado. Echo en falta el carácter experimental vinculado a cuestiones ideológicas que se tenía en los años 90. Había cosas muy rompedoras porque realmente se quería romper: ahora parece que estemos (también por la situación económica) en un refugio muy cómodo que no queremos abandonar. Me da la impresión de que la estética es muchas veces melancólica.
Dentro del actual sector tipográfico, ¿a quién o a qué no deberíamos quitarle el ojo de encima?
Hay muchas cosas interesantes. A mí me interesa lo que hacen en TypeTogether porque están completando familias anteriores con Multi Script. Me parece importante porque eso nos está ayudando a salir del centralismo occidental. Hay que acabar (y, de hecho, ya se está acabando) con la diferencia entre «latinas» y «no latinas». Todo lo que se haga en esa línea es muy relevante a nivel social, que es de lo que se trata.
Actualizado 07/11/2018