La exposición Francis Bacon. La cuestión del dibujo que acoge el Centro Niemeyer de Avilés, confronta el mito mantenido durante años de que Bacon no dibujaba: el mismo autor así lo afirmó en varias ocasiones. Sin embargo, desde su fallecimiento en Madrid en 1992 han salido a la luz diversas evidencias que ponen de manifiesto no solo que Bacon sí dibujaba sino que, además, era un autor prolífico en esta técnica. Por si fuera poco, sus dibujos «desmienten la idea de que sean meros trabajos preparatorios o simples divertimentos: muy al contrario, son piezas en las que se advierte el empeño y la voluntad de que tengan sentido por sí mismas», afirma Fernando Castro, comisario de la exposición junto a Umberto Guerini.
Las 73 obras expuestas forman parte de la colección The Francis Bacon Collection of the Drawings Donated to Cristiano Lovatelli Ravarino. De estas 73 obras, 15 se podrán ver por primera vez en España en el Centro Niemeyer y dos de ellas, Pope y Crucifixion, ambas de 1992, destacarán por sus grandes dimensiones de dos metros por dos metros, lo que refleja el propósito artístico y no de mero boceto de los dibujos del autor.
El propio Cristiano Lovatelli asegura que esta es «la exposición más completa realizada hasta el momento» con los dibujos del autor irlandés.
¿Qué diferencia a Bacon de otros artistas?
Francis Bacon (Dublín, 1909- Madrid, 1992) es uno de los artistas más trascendentes del siglo xx, capaz de conmovernos con un lenguaje artístico inimitable, inquietando nuestro espíritu; llevándonos al lado más oscuro y retorcido de nuestra alma. Expresó como ningún otro la tragedia y el dolor de la propia existencia del ser humano y sumerge al espectador en el lado más oscuro y retorcido del alma.
El artista Damien Hirst definió el lugar de Francis Bacon en el arte contemporáneo: «Bacon es el mejor. Es el último bastión de la pintura. Antes de Bacon, la pintura parece muerta, totalmente muerta». Por su parte, la ex Primera Ministra británica Margaret Thatcher le definió como «ese hombre horrible que pinta esos cuadros tan espantosos».
La importancia del dibujo
El dibujo ha sido considerado históricamente como un ‘arte menor’. Siempre ha cumplido funciones de preparación profesional, estudio o boceto, pero su consideración como obra de arte autónoma es relativamente reciente. Es notorio que muy pocos coleccionistas particulares se ocupan de él, situación que se refleja de igual manera en las instituciones públicas.
El mercado no es más que un reflejo de dicha circunstancia, alcanzando la cotización de los dibujos una cifra mucho menor que la de otras técnicas que cuentan con una mayor consideración y raigambre histórica como puede ser por ejemplo el óleo.
Con exposiciones como Francis Bacon. La cuestión del dibujo se pretende poner en valor el dibujo en sí mismo y no solo como la base sólida sobre la que se apoya una obra posterior.
¿Bacon dibujaba?
El mito de que Bacon no dibujaba se ha mantenido durante décadas, aunque lo cierto es que sí lo hacía. En una entrevista con el crítico de arte David Sylvester lo que dice es que no hace bocetos de los cuadros, pero no declara explícitamente que no haga dibujos.
La exposición Francis Bacon. La cuestión del dibujo nos regala la oportunidad de disfrutar de la calidad de unos dibujos alejados de las características de meros trabajos preparatorios, al contrario, son piezas en las que se advierte el empeño y la voluntad de que tengan sentido por sí mismas.
Es conocido que Bacon tenía un estricto sentido auto-crítico y que no daba por válida sino una mínima parte de su producción. Sin embargo, firmó y regaló las piezas que contemplamos, entendiendo que su destino no sería ser olvidadas o destruidas. La cuestión del dibujo no puede seguir manteniéndose, en torno a la obra de Bacon, como una suerte de mito negativo. Para él, el acto de dibujar formaba parte del acto de pintar, sin que nada hubiera que separara a ambos.
Bacon: inspiraciones y repercusiones de su obra
Bacon admiró a pintores contemporáneos como Picasso, Cezanne, Van Gogh o Soutin, pero también a los grandes maestros como Velázquez, Goya, Rembrandt o Ingres. Para él la forma más profunda en que podía plasmar su admiración hacia ellos era reinterpretar alguna de sus obras más emblemáticas.
Las fuentes de inspiración a la hora de realizar sus reinterpretaciones fueron muy diversas, desde la mitología clásica a fotografías y recortes de revistas, pasando por la visión de la carne en los mataderos o el análisis de tratados médicos sobre enfermedades bucales y radiografía. Todos estos elementos aportaron rasgos característicos y diferenciadores a la obra del artista.
El cine también le funcionará como elemento de inspiración. Un claro ejemplo de influencia es el grito de la enfermera de la película de Sergei Eisenstein, El acorazado Potemkin (1925). Por otra parte su obra ha servido de inspiración a numerosos cineastas; directores como Bernardo Bertolucci, Peter Greenaway, Derek Jarman, David Lynch o David Cronenberg confiesan su influencia.
De igual modo podemos encontrar rasgos de Francis Bacon en los rincones cinematográficos más insospechados, como puede ser la influencia en la creación conceptual del violento xenomorfo de la película Alien (1979), o las referencias en películas como The Thing (1982), Batman (1989) o El silencio de los corderos (1991).
Qué: Francis Bacon. La cuestión del dibujo Dónde: Centro Niemeyer de Avilés – Av. del Zinc, s/n, 33490 Avilés, Asturias Cuándo: Hasta el 8 de abril de 2018 → niemeyercenter.org
Actualizado 02/03/2018