Nos encaminamos hacia la desaparición de los periódicos en papel. Por supuesto que esta frase no les habrá pillado de sorpresa. Desde la popularización de internet a mediados de los 90, todos sabíamos que cada vez más la gente tendería a obtener su información directamente en soportes digitales. La marcha fúnebre de la era de los diarios ya está sonando, al igual que todos somos conscientes de una u otra manera de que nos encaminamos hacia el final de los coches de gasolina, de la industria musical y del sushi con atún rojo.
Lo que ocurre es que no sabemos cuánto tiempo le queda –a los periódicos en papel y a todo lo demás– y los propietarios y empleados de estos negocios con fecha incierta de caducidad nos aferramos a la esperanza de que el cambio de modelo nos pille confesados. Es decir, que tengamos tiempo suficiente para sustituir nuestros viejos productos por la alternativa (periódicos sólo digitales que puedan ser rentables manteniendo niveles dignos de información propia, coches eléctricos a precios competitivos y con autonomía suficiente, atunes de piscifactoría engordados durante años con toneladas de pescado, pero que aún así sean baratos y sepan a algo, etc.
Frente a la idea catastrofista de que el modelo de negocio de la prensa diaria se encuentra en caída libre, los editores confían en conseguir “un aterrizaje suave”. Pero no se trata ya de una añoranza por el formato de periódico existente en los últimos cuatro siglos. Inmunes a la nostalgia, los accionistas de los periódicos estarían encantados si dejaran de necesitar invertir en rotativas, planchas, tinta y papel, cansados de tener que organizar una compleja logística para repartir su producto en miles de dispersos puntos de venta. Un diario recopila información y la procesa para darle acceso a los lectores, de una manera entendible, atractiva y es de esperar que con el enfoque ideológico que le resulte más afín. Más allá de eso, en la era digital actual el soporte es secundario.
Pero sencillamente aún no se ha logrado que las ediciones web de los diarios impresos sean rentables de manera independiente. Desde hace 15 años, pocos diarios han logrado tener algún éxito en su intento de que los lectores paguen por los contenidos, aunque ahora algunos periódicos de vocación global como el New York Times vuelvan a intentarlo. Pero aún no parece que hayan noticias alentadoras: días después del cierre del acceso gratuito a la web de The Times, hace justo un año, el diario llegó a perder un 90% de lectores.
Y si los planes de hacer que el lector pague por la infomación online no han logrado prosperar por ahora, la esperanza de que la publicidad cubra con los gastos, tampoco. Los anunciantes no están ahora mismo para muchos trotes, aunque vayan confiando cada vez más en internet para promocionarse. Pero su inversión aún no se aproxima a la versión impresa bajo el argumento de que entre el océano de impactos visuales simultáneos que reciben los internautas sus anuncios pasan mucho más desapercibidos que en el contexto calmo de la lectura tradicional.
La realidad es que las industrias periodísticas, por grande que sea su apuesta por la migración hacia la web, necesitarán los periódicos en papel a medio plazo. Según un informe de esta misma semana de Deloitte, “la venta de publicidad en papel y la venta de ejemplares, seguirá representando el 68% del total de los ingresos de las cabeceras nacionales en 2014 y un 80% en las regionales.” Porque si aún los grandes periódicos nacionales con millones de usuarios no han logrado hacer rentables sus operaciones en internet, es obvio que el camino para los pequeños diarios regionales será mucho más largo.
En España se publican a diario 140 periódicos. Decenas de ellos son pequeños diarios regionales y locales con menos de 10.000 ejemplares. Un diario medio puede tener entre 30 y 50 periodistas recabando información de proximidad, generando cada día una cantidad ingente de información propia que alimenta su edición impresa y la web. ¿Sería viable un periódico regional tan solo online? ¿Capaz de pagar esa plantilla de periodistas tan solo con los ingresos de publicidad de la web? Por ahora me temo que no. En el mejor de los casos podría tener una plantilla ajustada que genere comentarios, información de agencia que todos tienen y noticias redireccionadas desde otros medios. Pero con ello no lograría la información local en profundidad, la capacidad de influencia y la penetración en el mercado equivalente a la que actualmente aún mantiene la prensa de proximidad.
EL SALTO ADELANTE DE THE GUARDIAN
Sin embargo, esta visión cautelosa de la transición del papel a digital no se vive igual en todos los periódicos. Los diarios más grandes, con vocación internacional, son obvios candidatos a situarse al frente de las operaciones digitales. El pasado 16 de junio el diario británico The Guardian informaba a sus lectores del giro definitivo en las prioridades de la empresa: su nueva estrategia, bautizada como ‘digital-first’, supeditaba definitivamente la edición en papel frente a la digital y establecía el punto de partida (aunque aún no de llegada) a la paulatina desaparición del periódico en papel. Para adaptarse aún más a las necesidades de los lectores actuales, se anuncia para finales de año un cambio profundo en la edición de lunes a viernes, en la que ahondaría más en los análisis y reportajes y se retiraría espacio para la actualidad inmediata, espacio natural de la edición digital.
Declaraciones de intenciones parecidas hace tiempo que se escuchan, pero The Guardian da un paso más alla no solo apostando por su edición de internet, sino cercenando de manera deliberada las ventas y la influencia de su edición en papel, tras anunciar que cesa la publicación de sus ediciones internacionales –17.000 ejemplares al día–, a partir de octubre.
Es decir, que las manecillas del reloj, que ya hace años que habían comenzado su cuenta atrás, parece que se están acelerando. Quizás más rápido de lo que vaticinaba Philip Meyer, que situaba en el primer cuatrimestre de 2043 el último ejemplar impreso de un diario norteamericano, pero seguramente más lento que lo que auguraba el CEO de Microsoft, Steve Ballmer, que en 2008 cifraba la esperanza de vida de los diario en papel en apenas una década. En estos tiempos convulsos es difícil afinar tanto con las previsiones; el mismo Ballmer había vaticinado en 2007 que el iPhone sería un fracaso, asegurando que nadie querría un teléfono sin teclado.
Pero mientras esperamos el cierre definitivo de las rotativas, es bueno recordar que este precoz movimiento de The Guardian servirá de ejemplo para muchos diarios, (es uno de los diarios más influyentes del mundo por contenido y por continente), pero que pocos podrían imitarlo en estos momentos. The Guardian está en primera línea en internet con un público global e influyente, mientras que en papel, con sus 265.000 ejemplares de venta diaria, no deja de ser un “tercer periódico”. Daily Telegraph vende 625.000, The Times 450.000 y el Financial Times 390.000. Y hay periódicos sensacionalistas como The Sun que venden casi tres millones de ejemplares diarios.
Y mientras The Guardian logra 1,1 millones de lectores en papel, su edición web ya alcanza los 2,8 millones de usuarios al día, gran parte de ellos en Estados Unidos debido a que su carácter europeo, crítico y progresista aporta un enfoque distinto al habitual en la prensa norteamericana. Así que con casi tres cuartas partes de sus lectores diarios en internet, con una vocación decidiamente global, y escrito en el idioma más influyente del mundo… está claro que el verdadero negocio de The Guardian está en la red mundial y no en el papel y que es bueno ir soltando lastre con la esperanza de que la sustitución paulatina del soporte no se lleve por delante a la mayor parte de sus 650 periodistas.
Pero como ya comentamos anteriormente esa circunstancia no es extrapolable a la mayoría de los periódicos, al menos en España. Un ejemplo cercano para muchos lectores valencianos de gràffica: el diario Levante-EMV vende de media 33.607 ejemplares (OJD 2010). Sin embargo, según la EGM 285.100 personas afirman leerlo a diario, lo que indica que cada ejemplar que se vende es leído por ¡8,48 personas! Quizás lo compartan en el trabajo, en casa, pero sobre todo en los bares. El ritual de la lectura del diario compartido entre los clientes junto al café de la mañana es una característica diferencial de la prensa española que parece amortiguar de una manera digna el descenso (entre un 5% y 10% anual) de ventas reales de ejemplares.
Sin embargo en la edición web, Levante-EMV tiene 89.622 lectores diarios, una tercera parte que la edición impresa. Y la distancia en ingresos publicitarios es abismal. Así que está claro que el momento de cambiar las prioridades de la empresa en éste y otros tantos diarios regionales está bien lejos de aproximarse al de The Guardian.
LOS “TERCEROS PERIÓDICOS”, LOS PRIMEROS EN CAER
Lo cierto es que el crecimiento de la lectura de prensa en internet acelera a buen ritmo, y el de lectura en papel desciende al unísono. Pero por ahora la gran responsable de la desaparición los periódicos en papel no está siendo la web, sino la crisis económica (o la torpeza, como en el News of The World). Y ante la segmentación excesiva del mercado español, es obvio que muchos diarios en papel tendrán que cerrar. El tamaño tampoco es una garantía: los grandes periódicos deben hacer grandes inversiones para mantener su posición y la excesiva deuda también les puede hacer caer, solo que con más estruendo. No hay que olvidar que en Estados Unidos han cerrado diarios como el Rocky Mountain News en 2009 con más de 200.000 ejemplares diarios.
Aún así es de esperar que las primeras víctimas en España sigan siendo los “terceros periódicos”. En la prensa regional aún hay espacio para un líder y parece necesaria la alternativa de un segundo diario, que refleje en cierto modo una rivalidad ideológica. La ley del mercado no muestra más piedad que la ley electoral y el bipartidismo parece que también se abre paso en la prensa regional. Huérfanos en ocasiones de las subvenciones y apoyos políticos del pasado, negro futuro les queda a los diarios más pequeños, en ocasiones muy jóvenes, que pretendieron alterar ese ‘status quo’ en las últimas décadas. En lo que va de año ya han cerrado Galicia Hoxe (28 de junio de 20011), Aquí Cantabria (1 de junio de 2011) y La Tribuna de Salamanca (12 de abril de 2011). Avui anuncia su fusión con El Punt para el próximo 31 de julio, e incluso algunos diarios como el republicano La Voz de la Calle murieron antes de nacer (previsto para el 1 de abril de 2011). En contraste, el aparente éxito del catalán ARA, nacido el 28 de noviembre de 2010, que por ahora parece haber encontrado su hueco en el mercado.
Pero de un tiempo a esta parte la desaparición de un periódico en papel no supone en principio un cierre definitivo de la actividad informativa, sino que se disimula como un cambio de estrategia hacia internet. Aunque por ahora, en el caso español, no logra buenos resultados. Un caso emblemático es el de Valencia hui, que dejó de imprimirse el 29 de junio de 2008 tras menos de dos años de vida. Tras prescindir prácticamente de toda su plantilla, anunció a bombo y platillo que el diario no desaparecía, sino que sencillamente pasaba a publicarse solo en internet: “Vamos a seguir haciéndolo, con la misma ilusión y tesón de siempre, pero desde la red”, escribió entonces el director Baltasar Bueno, que aprovechó para sentenciar definitivamente al papel: “Los periódicos están en su ciclo bajo, en agonía”. Con prácticamente toda su plantilla despedida, su actividad en la web pasó completamente desapercibida. Apenas un año después también dejó de actualizarse su edición digital.
Por ahora la migración digital no es una alternativa, pero por supuesto veremos incrementarse los saltos del modelo mixto papel-web a solo online en los próximos años y por la cuenta que les trae pronto habrá diarios que lograrán sobrevivir con cierta solvencia tan solo con sus operaciones digitales. Muchos periódicos deberán subirse a toda prisa al globo de internet no porque este haya cogido realmente vuelo, sino porque la tierra firme que pisaban se está desmoronando y a algo habrá que agarrarse.
Pero no todo son malas noticias para los diarios pequeños. También es cierto que en principio el éxito en el quiosco –y por lo tanto la importancia de la marca, la proyección social y la fuera de la tradición–, se ha solido reflejar en el ranking de la web y los diarios con más éxito en papel en un mercado acostumbran ser también los más exitosos online. Pero está claro que a medida que el consumo de la prensa se desvincula del soporte físico, los criterios de relevancia varían. Veremos en el futuro si algunos diarios menores aprovechan el nuevo soporte para lograr el sorpasso que no se ha producido en los kioscos. El éxito en internet no juega exactamente con las mismas reglas que en el papel, al igual que las listas de “lo más leído” en internet poco tienen que ver generalmente con los temas de portada del periódico. Un ejemplo: Público es el diario nacional más pequeño en venta de ejemplares, pero el que más amigos tiene en el Facebook: 96.796. Quién sabe si esa “corriente de amistad” le será útil en el futuro. Cuando todo estaba en calma los dinosaurios dominaban la Tierra, cuando empezó a haber problemas solo los más pequeños pudieron amoldarse.
LA TABLETA, ¿ES EL TRAMPOLÍN PARA LA MIGRACIÓN?
Como el modelo de prensa en papel flaquea pero el digital no cubre con los gastos, la apuesta más notable en estos momentos por tender puentes entre ambos formatos y modelos de negocio se centra en la nuevas tabletas –las esperanzas depositadas por los periódicos en los ebooks han quedado K.O.–. Nadie se podía haber imaginado el impacto de iPad, que en tan solo un año en el mercado está revolucionando la distribución diarios y revistas. Gracias a una legible pantalla de alta resolución con un tamaño lo suficientemente amplio como para combinar fotos y textos (y también video y multimedia) con estructura y planificación gráfica. Los editores confían en él para “digitalizar” la experiencia del pagineo, la comodidad de la lectura estática sin scroll, el orden, la limitación de espacio, el ritmo, la estructura y la jerarquización de la información de los periódicos impresos, que aportan solidez editorial en un entorno de información líquida donde la lógica cronológica de la web acaba imponiéndose al criterio de relevancia que establece la visión periodística del diario.
Y a diferencia de los portátiles, su reducido tamaño, su portabilidad, su rapidez de puesta y su discreción logra superar la prueba del café de la mañana sentado en la barra del bar.
Fruto de esta idea, el jueves 14 de julio se puso en marcha Kiosco y más, una plataforma digital apoyada por 30 periódicos y 60 revistas (Prisa, Vocento, La Vanguardia…), que permite distribuir la versión impresa de cada publicación adaptada a la visualización principalmente de las tabletas, aunque también de los teléfonos móviles y de los ordenadores. Una mega alianza que hace frente a la aplicación pionera Orbyt de Unidad Editorial (El Mundo-Marca-Expansión) que lleva más de un año en el mercado.
Ambas aplicaciones se basan en una versión del diario convencional en PDF, pero enriquecido. Igual en apariencia que la edición impresa, pero incluyendo hiperenlaces, interacción con las redes sociales, opciones de traducción simultánea, y a un precio muy competitivo respecto a la versión en papel (9,99 euros al mes por periódico en el caso de Kiosko y Más, 14,99 en el caso de Orbyt). Cierto es que el tamaño de la página del periódico se adapta peor que las revistas a las 9,5 pulgadas de un iPad, pero la sensación de navegación en un producto impreso está muy conseguida, y siempre se puede ampliar la zona que se desee leer.
Sí esta apuesta tiene éxito quizás veamos una evolución de los periódicos impresos hacia formatos más pequeños que se acerquen a las dimensiones contenidas de las tabletas. Por razones económicas en los dos últimos años casi todos los diarios españoles han reducido su tamaño, generalmente de 41 cm de alto a 39 y cada vez más periódicos bajan a 37. Si los tabloides se redujeran a un formato arrevistado cercano al folio (como el portugués I o el español ABC, candidato ideal para la lectura en iPAD, aunque su ‘target’ lector no parezca el más propicio), facilitarían la adaptación visual a las tabletas con menor pérdida de proporción, afianzando la idea de un mismo producto, pero ofrecido a conveniencia en soporte convencional y digital.
¿Será la versión en iPAD/tableta un paracaídas eficaz? Los editores confían en que sí. Satisface buena parte de las cualidades de lectura del soporte impreso, (legibilidad, ligereza de transporte, lectura lineal, organización…), por lo que esperan convencer a muchos lectores/usuarios de que esa experiencia sí merece ser pagada. Y quizás acelere la migración de lectores de prensa convencional y digital a “solo-digital”, ya que no hace falta bajar al quiosco, el precio es reducido y el diario está disponible a primera hora de la madrugada. En ese contexto el iPAD podría constituirse en una oportunidad para la supervivencia futura del concepto de periódico, perfeccionado en fondo y forma tras varios siglos de experiencia diaria. “La página web es lo que pasa, esto es lo que queda”, sentenció Iñaki Gabilondo en la presentación de Kiosco y Más.
EL VERANO DE LA PRENSA
¿Y mientras esa migración se produce, cómo serán los periódicos? Quizás más parecidos a como serán en estas próximas seis semanas de verano. A medida que nos vamos acercando a agosto los periódicos en papel se vuelven flacos y desgarbados. Se reducen los lectores y anunciantes y los políticos se van de vacaciones. Los suplementos convencionales se cierran por un mes, los redactores toman su turno de descanso dejando adelantados reportajes atemporales y se publican los suplementos veraniegos, con ideas a veces más frescas, liberados de la presión de la actualidad diaria.
Así que en el futuro parece que los periódicos en papel serán “más veraniegos”. Menos papel, menos personal, para lectores menos ansiosos por la actualidad inmediata y más inclinados a la lectura reposada y profunda. Las ediciones entre semana perderán cada vez más fuerza; reducirán su paginación, mantendrán un precio bajo, incluso hay quien piensa que podrían ser gratuitas o dejar de publicarse algún día a la semana centrándose aún más en las ediciones dominicales. Desde el pasado 6 de junio el diario El Economista dejó de salir al kiosco los lunes parar ahorrar costes y ofrece gratis el diario de ese día en PDF hasta el 31 de diciembre. Quizás sea el primero de otros muchos pasos en esa dirección.
Y es que nos encaminamos hacia la desaparición de los periódicos en papel, ya saben. Llevo 15 años trabajando en ellos así que será cuestión de ir haciéndose la idea. Pero afortunadamente, mal que bien, a algunos aún les queda un poco de tiempo. Con la esperanza de que uno de los supervivientes sea en el que yo trabaje, empiezo mis vacaciones mañana y retorno a las playas del Mediterráneo que me vieron nacer. Y a 35 grados a la sombra, con el bañador como único vestuario, es un alivio pensar que uno podrá dejar el portátil en casa y solazarse sobre la arena de la playa con un periódico en papel en la mano, arrugarlo bajo la toalla y retomar su lectura tras un chapuzón, con las manos pegajosas de bronceador, e indiferente a las gotas de agua de los chapoteos de los niños. Mientras no fabriquen iPads “waterproof”, me temo que en la playa la migración digital aún queda muy lejos.
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Herminio Javier Fernández es Jefe de Diseño en el diario Público (Madrid). Anteriormente ha sido Director de Arte en Editorial Prensa Ibérica y profesor de Producción y Diseño Periodístico en la Universitat de Valencia.
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Actualizado 06/02/2015