De manera habitual, en Gràffica reflexionamos sobre muchas cuestiones que surgen en el sector del diseño, y eso nos lleva a ver cosas que, tal vez, los demás no ven.
Todos los días nos encontramos con diferentes temas sobre la mesa. Incluso en algunas entrevistas vemos la distancia que hay entre lo que en equipo hemos ido trabajando alrededor de una cuestión y lo que piensa el profesional que, en muchos casos, no ha tenido el tiempo necesario para reflexionar.
Pero cuando salen iniciativas como la convocatoria del DIMAD para «la selección de un diseñador/a o estudio de diseño que realice el diseño gráfico para la exposición Producto Fresco 2019», de repente nos miramos todos y nos preguntamos… «Pero, ¿por qué?».
Señores de DIMAD: sois vosotros los que tenéis que velar por los profesionales, y hacerles esto es justo lo contrario. Por 500 € no hace falta que hagan una selección, concurso o como quieran llamarle. Si el DIMAD no sabe a quién llamar para hacer este tipo de proyecto por ese precio, ya no se quien lo sabrá.
Llamad a quien queráis y listo. Llamad a un colega y todos contentos. Presentar esto en público no es necesario.
Todos sabemos que la cosa está como está y que por 500 euros muchos lo harán, pero no es necesario que lo publiquemos a los cuatro vientos. ¿Qué imagen damos? Si el DIMAD paga esa cantidad por hacer todo el mogollón de cosas que hay que hacer, ¿cómo va el resto de profesionales a vender su trabajo por otra cantidad? ¡Si lo dice la Asociación de Diseñadores de Madrid! Y el daño es irreparable porque se ha fijado un precio de mercado desde una asociación profesional.
Siendo esto tan grave, al final casi me parece una broma. Es decir, si alguien quiere hacerlo, pues allá él con su tiempo y su dinero. Pero lo peor es algo mucho más sutil: la ilusión.
Todos aquellos que hacéis concursos –no sois la única asociación que promueve la ‘concursitis’–, jugáis con la ilusión de los profesionales a quienes les decís «presentaos», «igual ganáis», «participad»… Y es muy cruel, porque sabéis a ciencia cierta que solo uno se lo va a llevar y que la mayoría no están preparados para desarrollar ciertos proyectos.
Jugáis con la ilusión de personas que, con su buena voluntad, creen que tienen alguna oportunidad y se presentan con pasión. Pero os da igual la frustración que generáis. Sobre todo porque sois tan poco profesionales que las decisiones son totalmente arbitrarias. No hay baremos, ni puntos ni nada para que ese diseñador ilusionado sepa el motivo por el cual no gana.
Es como decirle a un niño quiénes son los Reyes Magos. A cierta edad, eso no se hace. Es verdad que, poco a poco, los diseñadores van cayendo en la cuenta de que este no es el camino y que, al igual que los niños, descubren que Papá Noel son los padres. Y mira, el DIMAD debería ser los padres, esos que nos protegen y nos guían. Pero con estas cosas…
Me sigo preguntado… ¿Por qué?