El Ministerio de Consumo prepara una ley que limitará los mensajes publicitarios que generen ansiedad, temor o pánico en los consumidores. La normativa impactará de lleno en la manera en que diseñadores, creativos y agencias construyen campañas, especialmente en sectores como la seguridad, la salud o el bienestar.
La publicidad ya no podrá jugar con el miedo. O, al menos, no sin justificarlo. El Ministerio de Consumo, dirigido por Pablo Bustinduy, acaba de anunciar una propuesta legislativa que busca limitar el uso de mensajes alarmistas en la comunicación comercial. Bajo la premisa de proteger al consumidor de estrategias que apelan a la ansiedad, la incertidumbre o la inseguridad, la medida obliga a repensar cómo se diseñan y construyen muchos relatos visuales y narrativos en el entorno publicitario.
La iniciativa se enmarca dentro de la futura Ley de Consumo Sostenible, y plantea algo inédito hasta ahora en la legislación española: prohibir o restringir lo que ya se conoce como “publicidad del miedo”. Un tipo de comunicación que no es exclusiva de ningún sector, pero que prolifera en ámbitos como la seguridad, la salud, el bienestar o los servicios financieros. Campañas que, a través de imágenes de robos, amenazas cibernéticas, enfermedades o escenarios catastróficos, inducen al consumo mediante el pánico.
La nueva norma obligará a las empresas a respaldar con datos objetivos, verificables y visibles cualquier afirmación que implique riesgo. En otras palabras, si una campaña alerta de que hay una alta probabilidad de sufrir un robo sin contratar un servicio de alarma, deberá aportar estadísticas claras sobre ese riesgo. Y no vale esconderlo en la letra pequeña: la información debe ser visible y comprensible, tanto en formatos gráficos como audiovisuales o digitales.
Esto tiene un impacto directo sobre el trabajo de diseñadores, creativos y publicistas. Porque no solo afecta al mensaje verbal o textual, sino también al discurso visual, al uso de imágenes, metáforas o recursos gráficos que generen alarma. ¿Qué ocurre con las campañas que utilizan imágenes de casas ardiendo, familias aterradas o datos ambiguos para vender seguridad o seguros? A partir de ahora, este tipo de recursos podrían ser sancionables si no se ajustan a los nuevos criterios.
«Estamos acostumbrados a que la publicidad utilice el miedo como motor de consumo. Desde ‘protege a tu familia’ hasta ‘no te quedes atrás’ o ‘esto te puede pasar si no actúas’. Esta ley obligará a repensar ese enfoque, especialmente en términos de ética creativa», explican desde el Ministerio.
Más allá del miedo, la ley también abordará otras prácticas que afectan al sector creativo y publicitario. Por ejemplo, el greenwashing, la reduflación (reducir cantidad manteniendo precio) o la publicidad de combustibles fósiles, que quedará restringida y equiparada, en términos legales, a la del tabaco.
Desde las agencias ya se empiezan a abrir debates. ¿Hasta qué punto las estrategias basadas en el miedo son legítimas? ¿Qué alternativas narrativas y visuales deberán explorarse ahora? El cambio no es menor: muchas categorías de productos y servicios se han construido históricamente sobre esta lógica, y el diseño gráfico, la dirección de arte, la fotografía o el copywriting han sido herramientas fundamentales para convertir esas emociones en mensajes efectivos.
Por otro lado, hay quienes ven en esta ley una oportunidad. Una llamada a diseñar desde la transparencia, desde la confianza, y a abandonar discursos que apelan a la vulnerabilidad del consumidor. Porque si algo demuestra esta medida es que la creatividad no necesita recurrir al miedo para ser persuasiva.
La propuesta se encuentra aún en fase de anteproyecto, pero el Ministerio prevé que entre en vigor en los próximos meses. Será entonces cuando diseñadores, creativos y publicistas deberán enfrentarse, no solo a un cambio normativo, sino también a un cambio cultural en la forma de comunicar.