Carta abierta de Álvaro Sobrino al director general de Industria Energía y Minas de la Comunidad de Madrid

La Dirección General de Industria de la CAM encargó un estudio para la elaboración del Plan Estratégico de Diseño Industrial en la Comunidad de Madrid. Sea por la metodología o el error en la muestra –o las dos cosas–, los resultados no tienen ni pies ni cabeza. Sería un despropósito darlos por buenos, y peor aún que, como se pretende, marcaran las pautas para ese plan estratégico y las políticas en lo que al diseño se refiere. Álvaro Sobrino ha llamado la atención sobre ello con esta carta abierta al director general. El informe puede verse en este enlace dimad.org.
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Carta abierta al IlmoSrDCarlos López Jimeno, director general de Industria, Energía y Minas de la Comunidad de Madrid.

En calidad de diseñador madrileño, me dirijo respetuosamente a usted para trasladarle la preocupación que me produce, a mí y quiero pensar que también a otros diseñadores de Madrid, el resultado del estudio Diseño en Madrid / Bases para la elaboración de un Plan Estratégico de Diseño Industrial como factor de Competitividad e Innovación en la Comunidad de Madrid, que su Dirección General encargó a la Fundación Diseño Madrid.

En esta carta trataré, en la manera más ordenada posible, de exponerle las dudas que la publicación me genera.

Empecemos por el enunciado. Este se refiere al Diseño Industrial, el que se refiere al diseño de productos seriados y/o industriales, según la Wikipedia. Ciertamente es una terminología que tiende al desuso, imponiéndose cada vez más la de ‘diseño de producto’, mucho más específica. Recuperarla genera confusión. En cualquier caso, su significado es el que es. Esto provoca el primer interrogante: ¿Tiene sentido un plan estratégico de Diseño que no abarque el resto de disciplinas? En esa línea, tendremos que hacer cinco o seis planes estratégicos, que se solaparían y generarían confusión y descoordinación. Sería interesante conocer si esa es la opción, o simplemente se trata de una desafortunada elección en la terminología. Pero a partir la primera página, no vuelve a hacerse referencia al diseño industrial, sino al diseño, en general.

Sería preocupante que se haya pretendido el equívoco por parte de los responsables del estudio. Bien podía haberse hecho el estudio referido al diseño industrial, limitándolo a ese área, o bien podía haberse optado por abarcar todos los ámbitos del diseño. Pero hacer lo uno en el enunciado y lo otro en el contenido no tiene sentido: Ningunea a los demás sectores del diseño, cuando no adjudica los méritos de éstos al que consta como objeto del estudio en el enunciado. Prefiero quedarme con aquella máxima de no atribuir a la maldad lo que es fácilmente atribuible a la incompetencia… pero convendría que nos lo aclarasen.

Veamos ahora la muestra utilizada en lo que a las empresas se refiere. Se menciona que ha sido circunscrito al tejido empresarial madrileño con mayor peso referido a industria, energía e industrias extractivas. Llama la atención la elección de estas últimas, las extractivas: cuesta imaginar un sector empresarial en el que el diseño, industrial o no, tenga menos incidencia o valor; no genera producto manufacturado ni procesado, no precisa de apenas comunicación, y sus procesos responden a tecnología básica ya muy probada, sin apenas innovación. Para hacernos una idea, es como si para valorar el estudio del consumo de gasolina elegimos al sector de las mensajerías que van en bicicleta.

Por otra parte, se deja fuera de la muestra a las empresas de servicios y al comercio, que son las que más utilizan el diseño como herramienta. Y que en número y volumen económico son mucho más significativas que las primeras en nuestra Comunidad. Para hacernos una idea: en la estructura del PIB de la Comunidad el sector servicios representa el 73.2% mientras que el de la industria supone tan solo el 8,6% (datos de 2009). ¿Se hará en paralelo un estudio para las empresas que no son ese 8,6%? ¿Tendrá sentido la convivencia de esos dos estudios o serán contradictorios? ¿O simplemente se pretende ceñir el peso del diseño en nuestra Comunidad a una pequeña parte del sector empresarial? Quedan todas estas preguntas en el aire.

Además, seguramente también por el error en la muestra, del estudio se deducen datos cuando menos pintorescos. Por poner solo un ejemplo: son muchas más las empresa que contratan diseño industrial de producto (60,3%) que las que contratan diseño gráfico (49,2%). Es simplemente absurdo.

Esa inquietante manera de definir la muestra, da como resultado afirmaciones no menos inquietantes, como ésta: «La mitad de las empresas consultadas no consideraron necesario incorporar diseño propio a sus productos». ¿Nadie se dio cuenta que el error estaba en la muestra y no es culpa del diseño?

A partir de aquí, del error de muestreo, se sucede una delirante secuencia de datos absurdos: «el 55% de las empresas cuentan con diseñadores en plantilla», «el 78% de ellas disponen de departamento específico de diseño»… Es todo un completo absurdo.

Pasemos ahora al apartado La oferta de diseño en la Comunidad de Madrid. Permítame citar textualmente: «Los resultados de la encuesta muestran que el nivel de asociacionismo en el sector es alto. Un 76 por 100 pertenece a una asociación o colegio profesional». De poco sirve advertir a renglón seguido que este resultado puede estar sesgado, porque «las asociaciones han tenido un papel importante en la difusión de la encuesta». ¿De qué nos sirve saber que los miembros de las asociaciones son curiosamente miembros de la asociaciones? Si no fuera porque con estos datos se pretende realizar el Plan Estratégico, todo esto sería para reírse.

Es complicado desde fuera cuestionar los datos aislados, pero es al cruzarlos cuando nos darnos cuenta de que el estudio es un auténtico despropósito, que nadie se ha molestado en analizar ni cuestionar esos datos, simplemente se han metido en esa batidora que es Excel y se han servido a la mesa, sin tan siquiera probar como andaban de sal. Fijémonos por ejemplo en que –siempre según el Estudio– el 38% de los diseñadores son autónomos sin empleados o empresas de un solo trabajador, que es lo mismo. Vamos a darlo por bueno. En cuanto al volumen de facturación, el 30% de los autónomos y empresas que ofertan diseño no alcanza los 25.000 € anuales de facturación. Insisto, no se trata de beneficios, es la cifra de facturación. Recordemos que es menos que el salario medio en nuestro país, que está en 25.600 €. Quiero insistir otra vez, la primera cifra se refiere a facturación (de ahí hay que pagar todos los costes asociados a la actividad, la Seguridad Social, los impuestos, colaboradores y proveedores…). La segunda se refiere al sueldo de un empleado en cualquier empresa. Cruzando esos dos datos, se deduce que de cada 38 diseñadores autónomos, treinta de ellos no alcanzan una facturación equivalente al salario medio. O lo que es lo mismo, el setenta y nueve por ciento de los diseñadores freelance están trabajando en una situación de absoluta indigencia profesional. Quiero decirle que aunque la situación actual sea difícil, estoy convencido de que esto no es así. Absolutamente convencido. Pero no puedo demostrárselo, no puedo rebatir con sólo con mi percepción personal los datos que arroja un estudio en el que se ha invertido tanto. Pero hasta usted, en su fuero más íntimo, creo que me estará dando la razón. Ni siquiera quiero eso, me basta con que dude.

Permítame que obvie el capítulo referente a la formación. Y no porque no tenga también lo suyo, pero no quiero aburrirle en exceso. Paso entonces al capítulo de las Conclusiones. He de reconocer que es el que más me preocupa. En primer lugar, porque no queda claro quién extrae esas conclusiones. Supongo que son las de quienes por encargo elaboraron el estudio, y no las de la Dirección General. Me centraré en un único párrafo:

«No se trata de ayudar al sector [del diseño], sino de favorecer a que (sic) el sector se convierta en un instrumento de competitividad para el tejido empresarial. El objetivo primordial no es asistir al sector sino desarrollar políticas para ayudar a las empresas a mejorar su posicionamiento en el mercados, a la diferenciación de sus productos y a una mejor proyección nacional e internacional, haciendo que el diseño se convierta en un factor de innovación, crecimiento, etc. etc.»

Resulta increíble que habiendo encontrado que el 79% de los diseñadores autónomos no facturan el equivalente al salario medio, la conclusión sea que «no se trata de ayudar al sector». Si esa es la conclusión, lamento decirle que empiezo a dudar de que esto solo sea torpeza e incompetencia. Alguien sabrá por qué y a qué intereses responde esa conclusión. Desde ya le aseguro que quien concluya eso ni representa a los diseñadores ni al sector.

Quiero agradecer su paciencia. Evidentemente estas son sólo algunas pinceladas, el Estudio merecería un análisis mucho más detallado. Esa no era mi intención ni posiblemente tenga los datos para hacerlo, solo he tratado de alertar, sugerirles que no puede tomarse como base para la elaboración de ningún plan estratégico ni para ninguna otra cosa. Lamento que se haya invertido el dinero de los madrileños en esto, ni siquiera de eso les echo la culpa: ustedes confiaron y se equivocaron. Me molesta tener que ser el niño del cuento de El Traje del Emperador, pero hubiera sido peor seguir creyendo que lo que en el estudio aparece es real y que con ello marcaran ustedes el rumbo a seguir.

Tengo que pedirle una cosa más: es terrible que ese estudio siga en circulación. Le ruego que lo consideremos todos un intento fallido, dejemos de difundirlo y emplearlo como referencia. Del mismo modo que un estudio bien realizado sería un aporte muy necesario, este puede ser la puntilla que remate a un sector que, si diéramos crédito a su contenido, estaría en peligro de extinción. No soy tan pesimista, pero es evidente que tampoco está para recibir estos palos. Ya conoce el dicho, «líbrame señor de los amigos, que de los enemigos ya me encargo yo».

Quedo además a su entera disposición o la de sus colaboradores, para aclarar cualquier aspecto referente al estudio y la opinión que me merece. No estaría de más contrastar con algunos diseñadores su opinión. Como no puede ser de otro modo, me ofrezco a ayudarles en ello si lo desean.

Álvaro Sobrino
Diseñador

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