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Candela Sierra: «Mirar y escuchar atentamente al otro es imprescindible si queremos entendernos»

Por Víctor Palau
22/09/2025
en Cómic, Entrevistas

Nada más conocerse la noticia de su Premio Nacional de Cómic buscamos a Candela Sierra y, aunque su buzón ya estaba desbordado de felicitaciones, encontró un hueco para atendernos.

Su trabajo nos parecía brillante, su cómic también, y tras hablar con ella confirmamos que detrás de esa obra solo podía estar alguien con una mirada igual de lúcida y generosa. La entrevista no nos ha defraudado: al contrario, nos ha entusiasmado aún más. Teníamos la intención de publicarla en fin de semana, pero un traspiés con el correo nos la trae a este lunes, que se convierte en una manera perfecta de empezar la semana. Pasen y lean: detrás de una gran obra siempre hay una gran autora. Y una vez más, Astiberri demuestra su olfato reuniendo a algunos de los dibujantes más destacados del país.

¿Cómo recibiste la noticia del Premio Nacional y qué significa para ti que este reconocimiento llegue con tu segundo libro?
Va a sonar a cliché, pero sinceramente no me lo esperaba. Este año además los galardones de festivales y de asociaciones han estado muy repartidos y, como ya es costumbre, han salido muchos libros nacionales muy interesantes. Mi libro no cuenta una historia donde acabamos encariñándonos con los personajes y, aunque no invento nada, la forma resulta poco usual. Por eso no lo había contemplado como una posibilidad. Esto de los premios, como en las becas, tiene algo de alineación cósmica, depende de muchos factores. Para mí es un honor un reconocimiento de tanto prestigio y va a ayudar mucho a que el tebeo se lea, pero los libros no son ni mejores ni peores por los premios. De hecho, ahora que lo pienso, puede que debido al galardón a algunas personas le parezca mejor de lo que es y a otras todo lo contrario (risas). Por otro lado, que esta distinción llegue tan pronto, con el segundo libro, es un impulso para seguir confiando en lo que hago, aunque también espero que no se convierta en una sombra, en un fantasma que me limite.

Lo sabes aunque no te lo he dicho habla de la dificultad de comunicarnos en la vida cotidiana. ¿Qué te impulsó a trabajar sobre ese tema y qué buscabas reflejar?
Empezó como un juego. Primero, la artista Alba Lorente me invitó a participar en una publicación que estaban haciendo en la Fundación Antonio Gala. Coincidió que yo estaba lidiando con una ruptura de amistad y de ahí surgió la primera historieta. Para entonces yo ya había hecho el dossier de Rotunda (mi primer libro) con el fin de buscarle financiación y, mientras lo movía por concursos, me apetecía un proyecto que no me requiriese demasiado esfuerzo: relatos cortos autoconclusivos y en blanco y negro. Todos ellos bajo el aglutinante de la incomunicación que, a mi juicio, era un tema que podía dar mucho de sí. Observé que gran parte de los problemas en las relaciones partían de nuestra incapacidad para expresarnos y la falta de escucha. Mirar y escuchar atentamente al otro es imprescindible si queremos entendernos. Así que con esta premisa mandé la propuesta a las ayudas INJUVE que fueron un acicate determinante para que me pusiera a dibujar en serio.

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Tus páginas están llenas de juegos metanarrativos y de una paleta cromática muy particular. ¿Cómo encontraste ese estilo y qué lugar ocupa el color en tu forma de contar?
Como decía en un principio todo iba a ser monocromático, aunque rápidamente se me ocurrió una historia que necesitaba que tuviera al menos dos colores. Una vez me concedieron la ayuda INJUVE, conocí en persona a Héloïse Guerrier, editora de Astiberri, en la presentación de un libro magnífico, por cierto: Maganta de Lola Lorente. A raíz de este encuentro, Héloïse se interesó por el proyecto y apostó por él. Durante el desarrollo concluimos que sería mejor hacerlo en color y, poco después, que las escenas debían estar unidas de alguna forma. Al final, lo que en un principio me planteé como algo simple acabó evolucionando en un libro con mayor envergadura. El estilo para mí es toda una problemática que además estudio en la Universidad de Granada con Sergio García. Por no extenderme y simplificar diré que surge trabajando, probando mucho, y que te acabas decantando por el más adecuado en todas sus variables. Las más relevantes: que funcione con el contenido y que sea apropiado al tono; y otras más prosaicas: que sepas desarrollarlo y que no te lleve una vida. En cuanto al color un poco lo mismo, ensayo y error. Primero seleccioné colores que iban bien con la atmósfera de la narración (de algunas tengo muchísimas combinaciones diferentes) y luego no solo debía tener en cuenta cómo funcionaba cada gama en cada historia sino que tenía que funcionar con las adyacentes. En el instante en el que el libro sufrió esos cambios de planteamiento que he comentado, lo más urgente fue tratar de tener una visión global del conjunto y no una suma de hallazgos.

Has estudiado en Granada, en Angoulême y en la Fundación Antonio Gala, y ahora das clases en la Escuela Minúscula de ilustración en Madrid. ¿Cómo habrían marcado esas experiencias tu manera de crear y de enseñar?
También estuve un año en Quebec y tres en Bruselas (aunque en la ciudad belga no siempre estudiando). No sabría describirlo. Los años formativos, si como en mi caso se ha tenido la suerte de viajar, no se pueden describir en unas líneas. Cada escuela tiene una aproximación metodológica, cada grupo en el que caes es único y el momento en el que te toca también te va a afectar de manera diferente. He tenido el privilegio de ver distintos modelos y a menudo -no siempre por desgracia- he sido curiosa. En segundo de carrera mi asignatura favorita y la que me salvó de no dejar Bellas Artes fue Escultura II, con José Luis Vicario. Nada que ver con el cómic, pero mucho con los procesos creativos y la expresión. En el caso de la enseñanza, hay una obligación en reflexionar y verbalizar. En tomar conciencia de la disciplina y de lo que estás queriendo transmitir. Es un ejercicio muy cansado pero muy gratificante. Además están las alumnas que comparten generosamente su bagaje artístico y sus peculiaridades, lo que resulta muy estimulante.

En paralelo a tu faceta de autora, combinas docencia, encargos y residencias. ¿Cómo logras equilibrar esos mundos tan distintos?
Como puedo. Siento que me falta tiempo, en parte porque también me gusta -mucho- mirar el techo y dormir. Lo positivo es que todos esos mundos se nutren entre sí.

Este verano se generó un gran debate cultural con el comentario de María Pombo sobre la lectura. ¿Qué opinas de esa polémica y del papel que ocuparía leer hoy en la vida de la gente?
La verdad es que no estoy muy familiarizada con la polémica. Por lo que he entendido, se discutía sobre si leer te convierte o no en “mejor persona”. Evidentemente no. Admito que a mí también me incomoda ese elitismo. Personalmente me encanta leer, pero creo que hay muchas otras formas de expresión y de experiencias —artísticas, culturales, sociales o colectivas—  que son igual de valiosas para reflexionar y sentirse en conexión con el mundo.

Sin embargo, hay otra actitud recurrente que también me da rabia, que es la de alardear de no haber leído un libro y sin embargo ser rico. Que se relacione cultura con capital es un pensamiento asquerosamente neoliberal, que considera válido únicamente aquello que tiene que ver con la mercantilización, con su rendimiento económico. Más allá de que la cultura pueda generar riqueza material, para mí no es su razón de ser y es fundamental reivindicarlo. Y como último apunte decir que la cultura (ni ninguna tarea, realmente) debería estar tan vinculada a la precariedad y por eso es urgente aprobar el estatuto del artista.

También está sobre la mesa la irrupción de la inteligencia artificial en la ilustración y el cómic. ¿Lo vivirías como amenaza, como herramienta o como un reto inevitable para los creadores?
Pff, no sé. Hay muchos problemas en relación a la inteligencia artificial. Desde la gestión de derechos de autor y de cómo se alimenta a la IA, hasta la banalización que le damos a las imágenes, su lectura y generación. Es muy triste que se desprestigie todo ese oficio y la infinidad de decisiones que hay detrás. Si hablamos de cómic, creo que es muy difícil escribir y dibujar una historia redonda, y supongo que la IA te puede ayudar en cosas técnicas, pero para mí el resultado tiene que ser honesto. Por no mencionar que la satisfacción de esta profesión reside justamente en pelearse con todos los obstáculos posibles y llegar por tus medios a lugares inesperados. Si eso te lo resuelve una IA (mal, ya que se trata de una destilación de lo mainstream), es una pena. No deberíamos abandonarnos a la mera producción por encima de lo incierto y maravilloso de la creación, ni a delegar, por supuesto, nuestro propio criterio.

Ya has publicado en editoriales españolas y ahora preparas un libro en Francia. ¿Qué diferencias encuentras entre publicar aquí y fuera?
La más llamativa es la apuesta económica. En Francia los presupuestos son más altos, y el volumen de ventas también. Es cierto que el libro que estoy haciendo ahora para Francia es una adaptación de una obra de teatro que me propusieron, entonces hay una gran parte del trabajo que ya estaba cerrada, así que en lo relativo al proceso no puedo comparar.

Has recibido varios premios en muy poco tiempo. ¿Los vivirías como un impulso para seguir creando o como una presión añadida?
Lo he dicho antes, hay una parte en la que te quieres poner a trabajar inmediatamente y tratar de hacer algo mucho mejor. Pero también existe otra paralizante, pues ya hay un precedente y las comparaciones van a ser odiosas. Como saqué los libros con tan poco margen entre ellos no me dio tiempo a preocuparme realmente de si Lo sabes aunque no te lo he dicho iba a gustar más o menos que Rotunda. Por ¿suerte? la expectación en el mundo del cómic -para colmo compuesto por gente muy maja- es pequeña, así que espero superar ese miedo y esquivar el posible bloqueo que conlleva. Trato de no pensar en ello y como hasta ahora haré lo que pueda con lo que tengo y siempre arropada por mi entorno, lo cual es un alivio.

No sé si divertir es la palabra que definiría lo que me produce contar cosas de mí. Como anécdota os comparto que hay una beca para la que me postulo cada año pero en la que nunca paso el primer filtro. Hace unos años, antes de haber publicado, decidí poner en mi CV cosas como que además de los titulares curriculares había cruzado parte de República Checa y Alemania en autostop, fabricado cerveza, sido camarera en Bélgica o hecho de intérprete para guatemaltecos en una granja canadiense. Hay muchas experiencias vitales relevantes y constituyentes de la personalidad que no pasan por las escuelas o los méritos artísticos. Claramente, ninguna de las estrategias ha surtido efecto hasta la fecha, jaja.

Más allá de los premios, ¿qué te gustaría hacer en el futuro y qué te divierte contar de ti misma que no suele aparecer en las biografías oficiales?
Me gustaría no dudar tanto… o no, ¡yo qué sé! Jaja. Querría, eso seguro, tener más tiempo en general y espacio para conversar y divagar con gente diversa.

Actualizado 22/09/2025

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