Hace exactamente 13 años que Bruno Munari (Milán, 1907-Milán, 1998) decía adiós. Una ‘excusa’ perfecta para recordar a este poliédrico artista que experimentó en el campo del diseño, la didáctica y la cinética, la gráfica, la publicidad y la fotografía.
Con tan solo veinte años Munari se adhería al Movimiento futurista milanés de segunda generación para, posteriormente, codearse con el Surrealismo. En 1948 fundó el Movimiento de Arte Concreta (MAC) con Monnet, Dorfles y Soldati.
El nombre de Munari figura entre los ‘imprescindibles’ del diseño tanto en el apartado gráfico como en el industrial. Tenía una visión lúcida que le permitía encontrar otras funciones aparentemente inverosímiles a los objetos. Por ejemplo, las lámparas Falkland, realizadas con el mismo nylon con el que hasta 1964 sólo se fabricaban medias femeninas.
En el campo teórico, Munari contribuyó con sus fundamentos sobre el proceso del diseño. Magistralmente nos explicó Cómo nacen los objetos (1983), un libro donde el milanés demostraba cómo el hecho de diseñar una marca, un catálogo o un cartel es tan sencillo como cocinar, siempre que se siga un método u orden lógico en el proceso.
A lo largo de su vida, Munari nos brindó una colección de Máquinas inútiles (1948), Libros ilegibles (1950) y de Objetos encontrados (1951). También practicó la ilustración. Ganó el Premio Andersen al mejor autor para niños (1974) y el Premio Lego por sus contribuciones excepcionales en el desarrollo de la creatividad en niños (1986).
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Actualizado 18/05/2021