Dándole un giro a la icónica representación de diálogo interno del ángel y del demonio, Caitlin Young le da voz a los pechos de la protagonista del corto Breast Friends para poner sobre la mesa la presión que enfrentan las mujeres para cumplir con los estándares occidentalizados de belleza.
No es la primera vez —ni será la última— en la que la animación sirve como principal vehículo para remover consciencias y proponer reflexión. Podemos encontrar un ejemplo reciente en el corto de animación ‘Las del diente’, nunca unos ovarios fueron tan famosos o en la campaña de publicidad #ChangeTheTimes.
En el caso de Breast Friends y con la premisa de dar respuesta a la pregunta de si las tetas pudieran hablar, ¿qué dirían?, el corto de animación de Caitling Young reflexiona sobre la obligación de la mujer de hoy en día de cumplir ciertas expectativas para sentirse aceptada.
Mediante el humor y durante 5 minutos, Caitling Young hace toda una declaración sobre el autodesprecio causado por la presión social que sienten las mujeres.
En el corto de animación, Young muestra dos mitades que asegura tener: por un lado, esa mitad feminista que lucha por las imposiciones estéticas y por otro, la mitad que le hace sentir que debe cumplir esas expectativas. La convivencia de estos sentimientos le provocan un conflicto interno que en Breast Friends se ve plasmado con la conversación entre Jessica —la protagonista— y sus pechos una noche en la que sus amigas le proponen salir de fiesta.
«Al investigar en las primeras etapas de la realización del corto, vi que gran parte del trabajo que se había realizado sobre el tema de la belleza femenina se refería más al empoderamiento femenino o a las mujeres que superaban sus problemas. Si bien ese tipo de trabajo tiene su propio lugar, sentí que no siempre podía identificarme con él. Como resultado, decidí que quería hacer algo que pudiera hacer que quienes hayan sufrido de baja autoestima pudieran identificarse», cuenta Caitling Young en Short of the Week.
El resultado es un corto de animación de colores vibrantes y líneas muy expresivas que lleva al espectador —movido por la sonrisa, la ironía y la extrañeza a partes iguales— a un terreno de reflexión sobre la autoestima y la sociedad en la que vivimos y en la que tratamos de encajar.