La identidad de Bodegas Nazaríes es el nuevo trabajo de Atipus. Un proyecto inicialmente arriesgado, donde sólo hay que detenerse a mirar el frontal para descubrir que no aparace la marca−. Un hecho que se agradece en este entorno donde lo usual es que el cliente pida al diseñador que la marca vaya «más grande», y que obedece a la apuesta y la confianza depositada por la bodega en Atipus para dejar el frontal limpio, mostrando el nombre del vino y los datos legales en un lateral y en verticales.
Este trabajo dista de otros proyectos de identidad para vinos realizados por el estudio catalán como Coca i Fito, Vi Novell o Jaspi que se apoyan en la ilustración. Aquí las líneas geométricas son las que dominan, «una solución gráfica que responde a las necesidades del proyecto», indica Eduard Duch. La bodega cuenta con un producto artesanal y exclusivo. Tenía muy claro que sus caldos, de alguna manera, debían dar a conocer la calidad de los vinos de Granada y ser un escaparate de la nueva Denominación de Origen Protegida. De esta forma, sus productos toman los nombres de dos cámaras de la Alhambra: Torres de Comares y Mexuar, símbolos inequívocos de la ciudad y máximos exponentes del Arte Nazarí.
Con este punto de partida, «no tocaba otra que jugar con la iconografía del arte Nazarí», indica Eduard. Al principio nos dio miedo ser demasiado literales y caer en tópicos, pero en cierto modo nos pedían tópicos y era coherente con lo planteado en el brief. Los mosaicos ornamentales tienen una increíble fuerza gráfica. El reto estaba en darles el protagonismo que se merecen sin dejar de transmitir la idea de producto exclusivo. El mosaico era tan potente que sabía mal que no dominara toda la botella». La decisión de Atipus fue tratarlo con un stamping para darle el punto de sofisticación que pedía el vino.
Inicialmente son dos figuras geométricas las que articulan las tramas de cada una de las etiquetas de los vinos. Estas figuras admiten infinidad de resultados, permitiendo ampliar la gama en un momento dado. Pero sin abusar para no llegar a ser «cansino», como advierte Eduard. «Si hacemos un tercer vino, imagino que seguiremos este camino -siempre que la botella sea igual-. Ahora, si se decidiera ampliar la gama a cinco o más vinos, creo que nos plantearíamos hacer más amplio el sistema y buscar una solución no tan repetitiva». Es decir, determinar si son productos de la misma calidad y características o si se trata de dos gamas de precio y a partir de ahí, trabajar.
La idea de Atipus es que no haya un ‘estilo’ a la hora de acometer un trabajo. «Nos ‘automarcamos’ una metodología que nos lleva a soluciones gráficas coherentes con el encargo, no con estilo propio; aunque imagino que siempre hay una huella -dice-. Coca i Fitó y Bodegas Nazaríes, a pesar de ser vinos de calidad con precios elevados, vienen con su particular enfoque». En la identidad de Bodegas Nazaríes, la convivencia de los dos vinos ha sido un aspecto a resaltar. «Ya que teníamos un tinto y un blanco, jugamos con esta idea de positivo/negativo. El blanco queríamos que respirara luz y en el tinto ya nos iba bien que el color cogiera gran protagonismo». Para los acabados se pensó en oro para el tinto y plata para el blanco. Las dos etiquetas se solucionan a dos tintas (tinta + stamping) y con papeles de la misma gama, Tintoretto Black Pepper para el tinto y Tintoretto Gesso. Aunque ya, para hilar más fino, en el tinto se utilizó «un cobre/naranja para rebajar el peso simbólico del dorado y en el stamping plata se buscó un plata con un punto de color y acabado mate».
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Actualizado 04/12/2020