En Argentina, se activa nuevamente el asunto de la Biblioteca Nacional. Con su nueva imagen instalada, la institución centenaria no parece inmutarse ante la problemática profesional frente a los concursos. Sin embargo, existen.
Con debates y discusiones en redes sociales, foros de diseño y eventos, la emblemática Biblioteca Nacional Mariano Moreno se identifica desde comienzos de 2017 por medio de su nueva imagen, elegida por concurso abierto. Sin embargo, desde la convocatoria nada resultó bien aceptado, y aún siguen los embates. Como dice la Asociación Diseñadores en Comunicación Visual “hacemos llegar nuestra preocupación por la degradación que, para la actividad del diseño, implican las bases de dicho llamado.” Con observaciones sobre la convocatoria, la confidencialidad, el jurado, los resultados y derechos entre otros, según la ADCV “hemos observado que las bases de los llamados a concurso no sólo son portadores de información básica sobre la convocatoria, sino que desnudan el concepto que sus organizadores tienen sobre la disciplina y sus alcances.
Un concurso mal llamado, con escasa o nula presencia de jurados idóneos, con problemas de confidencialidad, mezclando la producción de diseño profesional con las expresiones gráficas de los no profesionales, con premios subvalorados (o pago en especias), condiciones de entrega de materiales poco claros, etc.
Todo esto impacta de lleno en el menoscabo de la actividad del diseño y -mucho más aún- sobre quienes diariamente nos dedicamos, con entrega y profesionalismo, a solucionar los problemas de comunicación de empresas e instituciones.” Aún en el rigor del informe de la ADCV, fueron muchos los diseñadores y estudios que participaron, lo que evidencia criterios dispares en torno a un mismo tema de relevancia, en tanto identidad y profesión.
Sin importar el ruido provocado frente al cambio del histórico monograma (para el diseñador Fabio Ares, por ejemplo “con el cambio del monograma se pierde una oportunidad histórica de actuación para los diseñadores, con posibilidades de comprender la historia de una institución fundadora como es la Biblioteca Nacional”) el ganador del concurso Norbero Batiz –seleccionado por decisión unánime del jurado en febrero de 2017– argumenta acerca de su marca gráfica que “el objeto que da sentido al hacer de la Biblioteca, que contiene el material de lectura. Los volúmenes donde se almacena la información, aquí representados por el formato libro”.
Con reivindicación a la figura de su fundador, Mariano Moreno, el diseñador plantea la identidad gráfica a partir de tres conceptos principales: la identidad de la Biblioteca, su historia y sus particularidades, lo que la diferencia de otras instituciones con la misma función.
Aplicada su identidad en distintas piezas promocionales, es evidente que la ejecución se ciñe detrás de un plan de ejecución proyectual y marcario antes que estratégico.
Así lo entendió la unanimidad del jurado, quienes vieron detrás de la síntesis ajustada de los libros una identidad adecuada para la Biblioteca. Vientos de cambio para una institución histórica aún frente a la mirada crítica de las asociaciones profesionales y parte de la comunidad.
Además como resalta el propio Fabio Ares, la polémica aún se ve más destacada debido a que otros países del continente sudamericano mantienen el mismo logo de la Biblioteca Nacional, y cuando han realizado modificaciones en éste, no han sido tan drásticas como el de Argentina.
Actualizado 12/08/2017