En estos momentos que el dinero flaquea y los clientes escasean más que el agua en el desierto, los estudios y agencias se ven abocados a bajar los precios para mantenerse competitivos. Hay una infinidad de excelentes profesionales que ante la falta de trabajo bajan los precios incluso por debajo de coste. Entre estar parado y que te den unos eurillos… Esta falta de clientes y proyectos también afecta a las grandes agencias que ven cómo les cuesta ofrecer sus servicios con un valor diferenciado de cualquier pseudoprofesional, diseñador novel o estudio unipersonal con una estructura muy reducida. La competencia es así.
Ante esta situación hay varias salidas. Una de las más habituales es reducir plantilla. Hacer el mismo trabajo pero con menos gente y tirar de personal externo cuando se necesite. Este camino, ya explorado por muchos, es un parche momentáneo ya que a la larga los freelances acaban costando proporcionalmente más que una persona contratada. La ventaja es que el gasto es puntual mientras que del otro modo es un coste de estructura mensual y si no hay mucho trabajo acaba siendo una carga demasiado pesada. Difícil solución.
Pero hay una forma mucho más creativa de abaratar los costes. Ya que somos estudios creativos, vamos a serlo también en esto, ¿no?
MODELO A: CONTRATAR A LOS MEJORES
Algunas agencias se han lanzado a crear procesos de selección muy atractivos. Si necesitamos gente que nos ayude a realizar proyectos para nuestros clientes, vamos a buscar a los más preparados, a los más creativos, con mucha experiencia, a los mejores, lo mejor de lo mejor. ¿Y contratando a los mejores se puede ser más competitivo? ¿Cómo?
Hacemos un proceso de selección serio y súper cool, en el que los requisitos son muy elevados: experiencia, curriculum, software, creatividad, actitud proactiva, idiomas, portafolio… e incluso algunas características raras (que hagas deporte, que cocines, que sepas de moda, que hayas trabajo de azafata o en una disco… ¡por pedir!). Todo esto se valorará con un sistema de puntuación que asegurará la imparcialidad del proceso y la contratación del mejor candidato.
Todo muy fiable y correcto, no vaya a ser que alguien piense que hay tongo. A cambio se ofrece un puesto asegurado durante 6-8-12 meses en una empresa súper chachi en la que podrás desarrollar tu carrera profesional y serás súper feliz. Y tu cargo será algo más que un curro, será una auténtica ‘experience’ con un nombre que dejará a todo el mundo con la boca abierta: Manager Account of lo-que-te-dé-la-gana [pero en inglés que es más cool]
¿A que suena bien? Donde está la clave. Que todo esto será a cambio de NADA. Te contratamos, ya que eres el mejor, pero no te pagamos ni un euro. ¡Ah, que son prácticas! no es trabajo-trabajo. Lo parecía ¿eh? Eso sí, tienes que venir todos los días, y cumplir como el que más (8-10-12 horas). Y de la cobertura legal, ¡uf!, eso mejor ni lo comentamos.
MODELO B: LLENA TU AGENCIA DE BECARIOS… Y SI PAGÁN MEJOR.
El modelo B no es nuevo –en agencias de EE.UU. e Inglaterra es una práctica común– pagar por una formación exclusiva en las mejores agencias haciendo de becario. La formación en los tradicionales Masters no suele dar demasiados buenos resultados ya que siguen estando muy alejados de la realidad. Es mucho mejor pagar el mismo dinero por un stage en una prestigiosa agencia. Esto lo propuso Toni Segarra hace años con la SCPF Academy y todos lo vimos como un movimiento raro y especulativo. Ahora, con el tiempo, es más probable que esto prolifere.
Una forma de reducir los gastos es contratar becarios o personas en prácticas. Esta estrategia es común entre las agencias. Si el ratio es 80/20 a favor de los becarios, la mayor parte de los proyectos se realizarán con un presupuesto casi nulo, lo que generará ganancias. Incluso si el cliente no paga nada, el beneficio para las agencias y los becarios puede ser óptimo, aunque los becarios acaben pagando todos los gastos.
EL CAMINO AL ABISMO
Bajar los precios no es un buen camino, pero cada uno sabe cual es su estrategia y su línea de negocio. Ahora bien, bajarlos a costa de maltratar a otros es muy poco ético. Pídele dinero a tu cliente para poder desarrollar los proyectos en condiciones y si no puede ser o bien pringas tú o el proyecto no se lleva a cabo.
Muchos clientes aprovechan la actual situación para, aun pudiendo pagar o teniendo el dinero para ello –no a todas las empresas les va mal– apretar a los estudios y agencias, haciéndose los pobres, para que les presten sus servicios por precios que hace unos años hubiéramos dicho de inmediato que no, pero que ahora parece que todo el mundo está dispuesto a suicidarse con tal de no quedarse en el dique seco.
Cualquier práctica puede ser entendible, seguro que cada situación es un mundo y puede tener todo tipo de explicaciones. Siempre hay estudios y agencias con situaciones complejas, clientes que de verdad necesitan que les echen una mano, e incluso habrá personas dispuestas a trabajar por menos, por muy poco o incluso por nada. El tema es la hipocresía delante de los propios clientes a los que no se les dice toda la verdad.
SE ENGAÑA A LOS CLIENTES
A estos puestos súper cool en los que no se paga nada se suelen presentar estudiantes recién licenciados que buscan su primera oportunidad, una manera de conectar con el mundo laboral y adquirir experiencia. Y a veces esta es la única manera. ¿Pero esto se le comunica al cliente? Hay agencias que están plagadas de becarios o practicantes (algunas con el 80% de la plantilla) cuya calidad de trabajo es cuestionable, pero de ese modo le pueden decir al cliente que pueden hacer el trabajo por la mitad que cualquier empresa de su competencia.
Es decir, se hace a costa de engañar al cliente vendiéndole servicios de primera que hacen becarios con muy poca experiencia o profesionales que no cobran. Y lo peor es que hay muchos clientes que se dejan engañar o miran hacia otro lado con tal de salirse con la suya. Que les cueste poco. Señores clientes, no se equivoquen, los trabajos baratos son malos trabajos, ahora y siempre.
Si además tienen la suerte de encontrar un becario eficaz de verdad y un cliente que encima paga bien. Pues mejor que mejor. Más beneficio.
Algunos diréis, ¿pero si esto ha existido siempre? ¿sabes que esto es peor en otras profesiones? Es cierto que hay muchas profesiones que la figura del aprendiz existe, del que en ocasiones se aprovechan, pero ahora se hace para satisfacer a los clientes, para no pelearse con ellos y exigirles que pongan los recursos necesarios. Se hace por miedo.
HACIA DÓNDE VAMOS
Todas las profesiones evolucionan y mutan. Esta no iba a ser menos, pero parece que a la nuestra la queremos menospreciar nosotros mismos. Unos proponiendo y otros aceptando.
Todo el mundo es libre de proponer las ofertas que crea oportunas, y otros a aceptarlas. Cada caso es un mundo y todo es entendible y justificable, pero hay que ser conscientes de adonde nos lleva esto.
Los precios bajan para no volver a subir. Si trabajas a bajo precio y contagias a todo el sector a bajar el precio, devalúas el trabajo, te obligas a contar cada vez con profesionales peor pagados, a tener pocos o ningún recurso para desarrollar tus proyectos y finalmente te aboca a la mediocridad. ¿Y todo para qué? Para satisfacer a tu cliente que a las primeras de cambio te dejará por otro que sea más barato que tú. Es decir, un abismo sin freno.
Y quienes aceptan el trabajo abren la puerta para que la siguiente vez que intenten trabajar les digan lo mismo. ¿Por qué tengo que pagarte si hay muchos como tú que lo hacen sin cobrar?
¿Abrimos la puerta entre todos? O tal vez, la puerta ya está abierta y hace tiempo que entra el aire.
Actualizado 07/04/2023