10 consejos para un animador profesional, por Enrique Gato

La animación es una de las profesiones más apasionantes del mundo del diseño, pero también una de las que más esfuerzo y dedicación requieren. Enrique Gato, director de Las Aventuras de Tadeo Jones y coordinador del Área de Animación de Trazos, nos cuenta su experiencia como profesional y nos ofrece una serie de consejos para mejorar.
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Enrique Gato, animador de Tadeo Jones

La animación se está convirtiendo en uno de los sectores de mayor crecimiento de los últimos años a nivel mundial, y muy especialmente en España, donde poco a poco vamos consiguiendo sentar las bases de lo que espero que podamos denominar como una industria seria y estable dentro de no mucho tiempo. De momento seguimos aprendiendo y cumpliendo objetivos cada vez más importantes, lo que ha permitido que haya a la vista muchos largometrajes de animación de gran tamaño para los próximos años. Si quieres dedicarte a esto y formar parte de uno de esos proyectos, aquí van unos consejos que deberías tener en cuenta.

1. Asegúrate de que sientes pasión por la animación. El oficio de animador es ciertamente complicado. Trabajamos con algo tan abstracto como el movimiento, y tenemos que dominar conceptos como espacio, tiempo, trayectorias, poses. No son precisamente algo tangible con lo que sea fácil trabajar. Asimilar las bases para resolver una actuación no es algo precisamente trivial. Hay que tener una paciencia infinita y una mente abierta para estar dispuesto a aprender cosas nuevas durante toda tu vida. Así que asegúrate de que encajas en este perfil para no sentirte frustrado una vez decidas que quieres ser animador, porque no vas a dejar de formarte nunca.

2. Encaja las críticas. Una de tus labores del día a día será exponer tu trabajo a un montón de gente que te va a contar las virtudes y los defectos de tu trabajo. Cuando los tiempos aprieten ya nadie te contará las virtudes y sólo te harán ver los defectos. No pasa nada, sucede así con cualquier trabajo artístico y solo se busca que llegues a conseguir un objetivo concreto de la mejor forma posible. Pero si eres de los que no soporta una mala crítica más vale que pienses en dedicarte a otra cosa.

3. No dejes de pensar cuando te den feedback. Uno de los principales errores en los primeros meses en que te dedicas a la animación es que, cuando te piden hacer algún cambio en tu plano, intentas ejecutar exactamente lo que te han pedido sin pensar en por qué te lo han pedido. Si te indican que añadas un parpadeo en una parte de la actuación no lo ejecutes sin más. Entiende si el parpadeo te lo han pedido para anticipar un cambio de la mirada, para indicar que el personaje tiene sueño, que se le ha metido algo en el ojo o simplemente que lleva demasiado tiempo sin parpadear y se le quiere dar naturalidad. Es decir, quédate con el sentido narrativo y artístico del feedback, no con el sentido técnico.

4. Busca consejo en tus compañeros. La animación es un trabajo muy absorbente y que requiere mucha dedicación. Te sucederá constantemente que, cuando lleves varios días trabajando en un plano, empezarás a perder la perspectiva de lo que estás haciendo y des por buenas cosas que no aceptarías si lo estuvieras viendo fresco. Busca en tus compañeros un punto de
vista objetivo que te ayude tanto a encontrar errores como a buscar nuevos enfoques que no se te habían ocurrido.

5. Aprende cuándo y cómo puedes salirte del camino marcado. Un problema recurrente en los estudios es que no siempre se sabe distinguir cuándo tienes que seguir las instrucciones de ejecución al milímetro y cuándo puedes probar cosas distintas. Las herramientas básicas de las que se suele disponer para animar un plano son un storyboard, un layout y unas pautas marcadas por el director. Ése es el momento en que te toca coger la cámara y comenzar a grabarte una actuación. Y éste es el momento en que te toca probar todo lo que se te ocurra, no solo estrictamente lo que te han pedido hacer. La grabación de las referencias es el momento de mayor creatividad de un animador. Antes de enfrentarte a la cámara, asegúrate de que llevas una buena pila de ideas en la cabeza que encajen con las necesidades del plano. Tu director lo agradecerá.
Cuando las presentes, te marcarán un camino más estricto que, ahora sí, tendrás que respetar lo máximo posible. Piensa que grabarte docenas de veces haciendo distintas interpretaciones (o buscando referencias en otras películas) es un proceso muy ágil. Animar los personajes no lo es, así que hay que minimizar los errores y asegurarte de que lo que estás haciendo es lo que te han pedido.

6. Preocúpate por conocer a fondo la tecnología y busca nuevas formas de usarla. Hoy en día la animación se ha convertido en algo completamente ligado a la tecnología. Casi ni se concibe hacer animación que no sea por ordenador. Esto significa que, aparte de los conocimientos artísticos (que son los importantes de verdad), vas a tener que ponerte al día con unos cuantos conocimientos técnicos, empezando por el propio software de animación. No importa cuál utilices de todos los que hay en el mercado. Lo que importa es que sepas utilizarlo. Cuanto más lo domines más tiempo podrás gastar en la parte artística de tu trabajo y menos a pelearte con las herramientas. Eso te hará destacar por encima de mucha gente que no considera que esto sea tan importante.

7. Aprende de los que tienen más experiencia. Los momentos en los que más he aprendido de cualquier materia ha sido observando a la gente que ya la dominaba. Sentarte junto a un buen animador unos minutos y ver cómo trabaja, qué trucos utiliza, cómo usa las herramientas, cómo resuelve situaciones complejas, etc. te dará principalmente dos cosas: primero confianza al ver que, a pesar de la experiencia, esa persona tiene los mismos problemas que tú y los tiene que resolver igualmente, solo que lo hace con más soltura; y segundo, te permitirá hallar muchos caminos para afrontar cualquier situación sin que tengas que pegártela contra un muro una y otra vez.

8. Concede a cada persona la parte de tu éxito que se merece. Quizá el peor error que se puede cometer a nivel personal y profesional es no saber valorar la importancia que ha tenido en tu propio éxito la labor de la gente que te rodea. Acuérdate de quién te ha ayudado a conseguir tus objetivos, y no pienses que lo has conseguido todo tú solo. Hasta un videotutorial lo ha hecho una persona a la que tendrás mucho que agradecer.

9. Preocúpate por entender las áreas que conectan con la tuya. Ser animador tiene que ir mucho más allá de simplemente animar tus planos. Siempre te pedirán que entregues tu trabajo de una forma determinada y cumpliendo unos requisitos técnicos que no siempre son agradables o flexibles, y que incluso pueden limitarte artísticamente. Estas normas no existen para fastidiar, sino porque tu trabajo lo va a recoger después un montón de gente que tendrá que resolver docenas de problemas si tú no has cumplido esas normas. Por eso es importante que, en vez de quejarte por ellas, te acerques al departamento que las ha puesto para entenderlas bien, e incluso ver si se podrían enfocar de forma distinta. Cualquiera puede tener una buena idea de cara al trabajo del día a día en el estudio, no pienses que las normas son cerradas.

10. Prepárate para el tipo de vida del animador. Quizá esto es lo más duro que hay que asimilar cuando decides dedicarte a esto. La vida laboral del animador no es precisamente la más estable. Antes, si te ibas a estudios americanos o británicos, tenías más garantizada una continuidad laboral. Pero hoy en día el sector se está convirtiendo en una vorágine de producciones donde cada vez hay más estudios y más proyectos. Esto tiene como parte positiva que se está dinamizando muchísimo el mercado y generando muchas oportunidades de trabajo a nivel mundial, pero no es tan positivo cuando te das cuenta de que mucha gente no deja de saltar de unos estudios a otros cada vez que termina un proyecto, lo que implica muchas veces cambios de ciudad o de país. Esto es debido a que los estudios no pueden mantener las cantidades abismales de personal que se contratan para los picos de producción, y cada vez que acaba un proyecto adelgazan la plantilla hasta
donde pueden permitirse.
Se está empezando a parecer a lo que sucede en el cine de imagen real, donde solo se trabaja cuando te contratan para una película. Hasta entonces, a esperar una llamada. La ventaja es que, cuando esa llamada llega para una película de animación, suele ser para un plazo de tiempo bastante más largo que el de una película de imagen real. Lo ideal es aspirar a conseguir entrar a formar parte de las plantillas estables de los estudios, las que siempre permanecen vivas entre un proyecto y otro, pero métete en la cabeza que eso no es nada fácil, así que trabaja duro para conseguirlo. Merece la pena.
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+info: trazos.net

 

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