La exposición «Errantes y perseverantes» hace un viaje gráfico por la vida y el cine de tres mujeres estelares que dejaron huella en un universo de hombres. Hasta el 31 de marzo en la sede central de Filmoteca Española.
Margarita Alexandre, Lola Flores y Ana Mariscal fueron tres mujeres de perfil heterogéneo que tienen en común haber roto el hielo en un sector y en una época en los que el papel de la mujer era poco versátil. Con motivo del centenario de sus nacimientos, cabalgan juntas en fotografías, carteles, revistas, documentos y otros recuadros adyacentes a las pantallas de cine, en un discurso expositivo gustosamente fluido que proyecta las claves de tres casos de mujer cineasta y rescata unas Españas y unas Américas prácticamente olvidadas.
La muestra hace un especial repaso de los 50, esos años del siglo XX tremendamente estéticos en la realidad virtual que eran entonces el celuloide y sus reclamos, por los que se colaban algunas transgresiones que gente valiente como estas tres creadoras quisieron y pudieron aportar al imaginario colectivo. Por lo visto, no con pocos sobresaltos.
Margarita Alexandre: rodando por dentro
«Sin apego por la fama y sin vanidad, ejerció como actriz en diez películas, labor que aprovechó para observar y aprender desde dentro los oficios de la escritura, la producción y la dirección. Después pasó a elegir y crear las historias que quería contar, produciendo trece películas y codirigiendo otras cuatro, en tres de las cuales también participó como guionista», cuentan las comisarias de la exposición, Marina Díaz López y Sonia García López. Resulta muy impresionante descubrir el largometraje La gata (1956), primera película española rodada en Eastmancolor y Cinemascope estereofónico, en la que Alexandre y su codirector, Rafael Torrecilla, captan la España rural de épocas remotas con efluvios del Far West (sin perder comba de la Andalucía campestre), con un uso del color que sigue a las mujeres como fichas de parchís en el tablero ocre de las llanuras, tratando de moverse libres entre la ganadería masculina. Una joya estética con mucho subtexto que escapó de la censura que había cercenado algún proyecto anterior de Nervión Films, productora de Alexandre.
Margarita Alexandre da instrucciones en el rodaje de La gata(Margarita Alexandre y Rafael Torrecilla, 1956). Colección Filmoteca Española
Lola Flores: de profesión, símbolo
Llamar cineasta a Lola Flores genera algunas caras de extrañeza, pero es que «Errantes y perseverantes» indaga en la contrafigura de la españolada, haciendo hincapié en la cabeza vertiginosamente ágil que coronaba los trajes de lunares y en las decenas de películas que la Faraona hizo en España y México, muy alejadas del personaje televisivo que nos dejaron sus últimos años. Según cuentan las comisarias de la exposición, ella quiso haber sido la Anna Magnani española, una actriz dramática respetada por la intelectualidad. Pero le tocó convertirse en «portadora de un aura de estrella» —que todavía pervive en anuncios de cerveza y contenidos revival de redes sociales—, quizá porque su carisma arrebatador era la barra de sujeción de una nutrida troupe y de las aspiraciones de libertad de un país aislado. La exposición se detiene en Morena clara (1954), un musical con historia de redención del tipo gitana se vuelve normativa que hoy no pasaría los filtros de respeto a la diversidad, pero en la que puede leerse la maestría para saltarse los peajes morales que ejercía el huracán Lola. Por cierto, Morena clara es el remake de otra película de 1936 que sería muy interesante volver a versionar con los parámetros actuales (bola para Alba Flores y quien tenga ganas de lanzarse a esa aventura).
Ana Mariscal: navegante multitarea
«Su rápido ascenso al estrellato, donde combina durante una larga primera década sus trabajos en teatro y en cine, va de la mano de un desarrollo intelectual que le llevará a escribir una primera novela censurada y también a retar al sistema (re)interpretando el donjuanismo. Con la misma pulcritud y sencillez con la que decidió ser actriz, inicia una carrera como directora y productora, única en el cine español del franquismo». Firmó diez largometrajes y un cortometraje. Aunque tocó varios palos, la exposición destaca su mirada realista, ejemplificada en Segundo López, aventurero urbano (1953), «ambientada en los barrios más populares de Madrid, […] un sentido homenaje a sus gentes, representadas aquí por taberneros, floristas, músicos callejeros y niños que bailan descalzos en los cafés. […] Rodada fundamentalmente con actores no profesionales y en localizaciones naturales, Segundo López mostraba abiertamente, con ternura y con crudeza no exenta de humor, las dificultades para sobrevivir en medio de la miseria y la pobreza a las que muchas personas se enfrentaban en la España de la posguerra». Una especie de Los 400 golpes español que podría generar interesantes conversaciones si alguna familia actual se atreviera a verla con su descendencia.
Tres estrellas y sus constelaciones
«Errantes y perseverantes», además del disfrute que ofrece a quien se dedique a las artes visuales, maneja un concepto inspirador en su narrativa, el de constelación, entendido como «el universo de significados que rodea a los astros». Porque si fueron astros estas tres trabajadoras del cine, es en parte porque tuvieron un montón de gente en su órbita que participó en su ascenso e influyó en su permanencia —para bien y para mal—, pues «la originalidad de las estrellas también estriba en la preeminencia de sus satélites». Un mensaje casi disruptivo en el repaso de una trayectoria dado el festival de egos que a menudo caracteriza la creación cultural, especialmente ahora que tanta gente tiene la capacidad para grabar un video y muchas ganas de ser celebrada. ¿Podríamos interpretar que las responsables de la exposición nos señalan la vía colaborativa como alternativa al empeño malsano en competir? Ellas lo expresan así: «una invitación a imaginar un futuro más igualitario, diverso y plural para nuestro cine y para la sociedad en que vivimos». En ese sentido, hay también en esta exposición una reflexión sobre el vínculo cultural de España con América Latina que, en la época de Alexandre, Flores y Mariscal, gozaba de un prestigio que hoy yace sepultado bajo algunas fórmulas voraces de popularidad.
La estela gráfica de Filmoteca Española
En definitiva, hay en «Errantes y perseverantes» mil y una ideas genialmente trabadas en el relato que han armado sus comisarias, gracias también al diseño del estudio Vélera y muy especialmente al material de archivo, entre el que cabe destacar el despliegue gráfico de los fondos museográficos de Filmoteca Española, un tesoro escondido de cuya accesibilidad poca gente es consciente. La entidad custodia y dinamiza cuidadosamente cientos de miles de dibujos, carteles, fotografías, objetos y documentos —en muchos casos procedentes de colecciones privadas de nombres como Bardem, Berlanga, Buñuel, la propia Ana Mariscal y un largo etcétera—, a disposición de cualquier persona que tenga interés en indagar en el cine de sus ancestros, que no es otra cosa que una huella de quien somos. Un legado en el que, si seguimos la estela de las pioneras y sus alianzas, habrá muchos más nombres de mujer en el futuro.
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