Toni Vidal se instaló en Barcelona en 1968 y a partir de esa fecha, el fotógrafo menorquín retrató a escritores, ensayistas, artistas, arquitectos, músicos y directores de teatro de los años setenta. Los rostros de Dalí, Brossa, Espriu, Foix, Tàpies, Rodoreda, Villalonga y García Márquez los descubrimos en un amplio trabajo de archivo fotográfico entre las más de 100 fotografías que componen la exposición que se puede ver en la Fundació Palau desde el 19 de junio y hasta el 12 de octubre de 2014.
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En 1968 el fotógrafo Toni Vidal (Es Castell, Menorca 1934) se instaló en Barcelona. Uno de sus proyectos fue fotografiar la gente de la cultura –gente honesta, desinteresada, que trabajaba para construir el país-: escritores y ensayistas, artistas y arquitectos, músicos y directores de teatro, editores, activistas y eruditos.
El resultado es una extraordinaria colección de fotografías en blanco y negro y en color, que son el testimonio del milagro catalán de los años sesenta: la recuperación de la cultura catalana, fruto de la suma de muchos esfuerzos individuales que generaron un movimiento de gran alcance: los exiliados de París y Tolosa, los que habían vuelto de México o Chile, las nuevas generaciones surgidas bajo el franquismo, los jóvenes de los setenta.
La obra de Vidal tiene un registro amplio, que ha desarrollado en gran parte en forma de series, algunas de las cuales han estado publicadas en libros o carpetas. Sus temas preferidos son el retrato, los oficios artesanos, en los que aparecía el interés por mostrar la dignidad humana del trabajo, la arquitectura y el paisaje, sobre todo las rocas y el mar, los vegetales y fiestas y rincones típicos de su isla natal. Escenarios naturales y situaciones vitales captadas con sensación de fluidez.
Toni Vidal explora la personalidad de sus retratos y muestra los espacios donde se lleva a cabo su trabajo. La exposición que acoge la Fundación Palau pone en relieve la profundidad del trabajo del fotógrafo, su minuciosidad, la capacidad de crear atmósferas introspectivas y, al mismo tiempo, mostrar el vigor y el sentido colectivo de una cultura que renace. Comisariada por el escritor Julià Guillamon, Toni Vidal retrata la cultura catalana de los setenta es fruto de un trabajo de archivo fotográfico de Toni Vidal que ha permitido realizar una selección de más de cien retratos.
La exposición
La primera sala está dedicada a los grandes retratos en color: poetas como J.V. Foix, Salvador Espriu, Joan Brossa; artistas como Antoni Tàpies, Josep Guinovart o un retrato de Eduardo Arranz Bravo debajo de su retrato pintado pop. Toni Vidal comprende la densidad humana de los personajes. Por ejemplo, en el caso del retrato del geógrafo Pau Vila, en su despacho, con una luz tenue, rodeado de libros, o en el caso contrario, de máxima extroversión, en el caso de Dalí, en la casa de Portlligat, con un excéntrico vestido.
En una segunda sala se encuentran los tres retratos fantásticos de Josep Pla: un primer plano y dos imágenes en las cuales se ve el escritor trabajando en la cama, donde generalmente escribía. A continuación, diez retratos de gente del interior y gente del exilio, quizás las imágenes más potentes que han salido de la cámara de Toni Vidal. La escritora de los años treinta Rosa M. Arquimbau, encerrada en su exilio interior, un comunicativo Joan Fuster, o la imagen contenida de Joan Pagès, superviviente del campo de concentración de Mauthausen.
Este juego entre exilio y exilio interior da lugar a dos secuencias de fotos: las casas tan modestas, de algunos políticos y activistas, en Tolosa de Llenguadoc, en París o en Barcelona, después de volver. Destaca el retrato de la líder anarquista Frederica Montseny con su hermano Germinal, en Tolosa. Al lado, otro exilio, el de los monjes de Montserrat, dedicados a tareas eruditas como Maur Boix, que fue director de la revista ‘Serra d’Or’ o el historiador Josep Massot i Muntaner.
Para terminar, el visitante encuentra una sala en la que se muestra una instalación conceptual construida a partir de unas setenta fotografías (18×24). Esas imágenes recubren las cuatro paredes y hacen que el espectador se sumerja en un remolino de instantaneas. Las fotografías están ordenadas en un montaje espectacular: desde la generación de los que vivieron la guerra (Teixidor, Riquer, Boix i Selva, Maurici Serrahima), hasta las nuevas generaciones (Josep Termes, Ricard Bofill, Quico Pi de la Serra, Xavier Corberó, Montserrat Roig y Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, cuando vivían en Barcelona), pasando por escritores de la posguerra (Pedrolo, Perucho, Sarsanedas, Espinàs, Capmany) o los intelectuales comprometidos del realismo social (Molas, Castellet, Vallverdú, Candel). La instalación pone el acento en el efecto multiplicador de la cultura: de los primeros grupos residentes, al gran momento de la cultura catalana del paso de los años sesenta a los setenta.
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+info: fundaciopalau.cat
Actualizado 17/06/2014