Parecen antagónicas pero la palabra tinta y la palabra sólida se unen en 1991, en los laboratorios de la empresa estadounidense Tektronix, para dar nombre a un nuevo tipo de tinta.
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Tras intentar resolver la principal queja sobre la impresión a color que tenían los clientes de Tektronix (el alto coste por página impresa), la compañía decidió empezar a experimentar con impresoras de inyección térmica, con la tinta y con la tecnología que más tarde sentaría las bases de la inyección de tinta sólida.
Los resultados fueron muy satisfactorios ya que consiguieron resolver problemas de deformación del papel y de translucidez. Finalmente, en 1991, lanzaron su primer dispositivo capaz de imprimir con tinta sólida una página por minuto a todo color.
El secreto de la impresión con tinta sólida está en la composición de la tinta y en su tipo de impresión por transferencia termal. La tinta está formulada a partir de un polímero no tóxico a base de resina. Se obtienen barras de tinta sólida en los colores CMYK (cyan, magenta, amarillo y negro).
Gracias a su consistencia no es necesario ningún tipo de cartucho y es posible introducir la tinta directamente en las ranuras del dispositivo. Una vez en el interior de la impresora, la tinta se calienta, se derrite y, de este modo, alimenta una cabeza de impresión que distribuye la tinta en un tambor, por el que pasa el papel y se transfiere la imagen.
A pesar de que la tinta sólida tiene varias ventajas como que son mucho más ecológicas que las tintas convencionales debido a su composición, que su velocidad de impresión es más rápida, que la impresión sobre soportes no porosos es muy buena y que puede reducir costes de impresión, existen ciertos inconvenientes que hacen que muchos usuarios prefieran utilizar otro tipo de impresoras. Inconvenientes como que estas impresoras necesita para su funcionamiento un elevado consumo energético, que es necesario dejar que se seque la tinta una vez impresa y que resulta difícil escribir sobre las piezas impresas debido a la capacidad de repulsión que tiene la cera o resina ante la tinta de los bolígrafos convencionales.
Desde el año 2000 Xerox se ha hecho cargo de la distribución de las impresoras de tinta sólida tras comprar la división a Tektronix. Y, aunque esta tecnología se desarrolló pensando en el mundo de las artes gráficas, su uso se ha extendido a las oficinas.