Existe la idea extendida y compartida por todos de que el diseño, la ilustración o cualquier oficio relacionado con los medios tienen una base teórica y reflexiva que es la clave de cualquier desarrollo práctico posterior. Una idea compartida por casi todos pero no por todos, pues sin duda hay muchas maneras de encarar la profesión. Y, sobre todo, cuando llegamos al día a día, a la pelea cotidiana con la profesión real, cabe decir aquello de que una cosa es la teoría y otra la práctica. Y la práctica en estos oficios es lidiar a menudo con plazos y exigencias que imposibilitan cualquier reflexión previa, y exprimen la capacidad del diseñador de pensar un proyecto a la misma vez que lo está intentando resolver en la práctica. Pensar y trabajar a la vez, esa parece ser la cuestión.
A esa realidad laboral el diseñador llega tras una etapa de formación que en España es variopinta: bien a través de largos procesos académicos basados en el estudio y la reflexión teórica (en el mejor de los casos) o bien a través de una trayectoria de práctica muy habitualmente ligada al autodidactismo. ¿Qué es más óptimo para llegar a ser profesional de las industrias creativas? ¿Pensar mucho o trabajar mucho? ¿Las dos quizás? ¿Y en qué orden?
«Pensar mucho te permite poner el esfuerzo en donde realmente hace falta, de lo contrario, estarás dando palos de ciego». Así opina Alfonso Rodríguez, que desde 2006 es director de la conocida serie de animación Pocoyó. Y no es el único que tiene claro por dónde hay que empezar: «Creo que lo más importante es pensar. Para mí el diseño es comunicación visual. La clave de mi método consiste en seleccionar los conceptos que definen la identidad del producto y a partir de ellos, trazar una estrategia de comunicación». La usuaria de este método no es otra que Pati Núñez, reputada diseñadora especializada en packaging y branding, quien añade: «Conozco algunas raras excepciones: diseñadores que sin pensar nada montan una gráfica increíble y cuando la analizas, tiene un concepto detrás maravilloso. Pero son pocos. […] Necesito que todo tenga un sentido, por tanto necesito pensarlo». La necesidad de partir de presupuestos conceptuales es ampliamente admitida por la mayoría de los profesionales, pues como concluye Alfonso Rodríguez: «Al equilibrio se llega cuando el concepto es potente y rico en posibilidades. Considero que el concepto y la idea generadora es la estructura fundamental, y es en base a ésta que se construye todo lo demás».
Llegar a esta conclusión puede ser incluso todo un punto de inflexión vital, como recuerda el diseñador especializado en desarrollo web Francis Restoy: «A la vez que estudiaba diseño me harté de hacer flyers a diestro y siniestro sin atender mucho a los contenidos de relleno que, mayormente, recibí en mis estudios. Hasta que un buen día cayó en mis manos un libro sobre la cuadrícula –en las clases ni se hablaba de eso- y ni qué decir tiene que mis flyers nunca volvieron a ser lo mismo. Hoy día no me imagino empezando un proyecto sin un estudio preliminar». La anécdota de Restoy apoya la idea de una retroalimentación entre teoría y práctica, evidentemente defendida por otros muchos profesionales en otras disciplinas del diseño: «Somos partidarios de un equilibrio entre práctica y reflexión. Obviamente en un primer periodo de formación es vital conocer las herramientas. […] Es conocida la frase ’son necesarias 10.000 horas para dominar algo – 10,000 hours to greatness’». Así opinan David Cano y José Duarte, diseñadores del estudio Base Design. Un equilibrio que, como inciden estos dos diseñadores, puede ir evolucionando mucho más allá de la etapa de formación de un profesional: «El equilibrio entre el thinking y el doing se va invirtiendo con el tiempo: un diseñador con poca experiencia dedica más tiempo a hacer, mientras que uno más experimentado, con una serie de herramientas y recursos propios, dedica más a pensar».
Pero, como decíamos al principio de este artículo, hay diversas maneras de encarar la profesión: «En mi opinión, se llega a ser un buen profesional desde la práctica, aunque yo recomiendo también la formación en una escuela. […] De hecho, mi técnica suele ser ponerme a trabajar sin pensar demasiado en lo que estoy haciendo, y a medida que boceto los primeros personajes empiezo a implementar ideas y variaciones a los mismos». Esta es la opinión y la experiencia de Maroto, ilustrador y diseñador especializado en la creación de personajes. Su experiencia es compartida por el reputado diseñador especializado en diseño editorial Albert Folch: «En mi caso creo que ha sido un ejercicio meramente práctico, de ir superando retos semana a semana, de ir ganando experiencia a golpe de errores y trabajo y superación de retos y metas. […] Adoro el reto de afrontar por primera vez las cosas y sacarle el conocimiento que ello comporta». Como contrapunto, una visión lindando con lo poético que aporta el grafista sevillano Martín Satí: «En mi caso lo divertido es hacer uso y abuso del verbo pensar. Entiendo que el hombre que piensa y escribe sobre el amor es porque ha estado enamorado, si no, no lo entiendo». Al final, se impone el equilibrio: «Mi equilibrio consiste en pensar lo suficiente para empezar a hacer y posteriormente trabajar para llegar a una buena conclusión. Para ser un buen profesional, desde mi punto de vista, hay que empezar ‘haciendo’ y en paralelo ir ‘pensando’, para terminar ‘pensando’ y en paralelo ir ‘haciendo’».
Es este equilibrio el que, mayormente, buscan la mayoría de los profesionales, no siempre sencillo de encontrar. Para el diseñador gráfico Ritxi Ostáriz las disyuntivas entre teoría y práctica en el ámbito del diseño son cuestiones difíciles, pues como reconoce: «Tienen cierto aspecto filosófico y no soy mucho de filosofar, y mucho menos de generalizar. […] Lo óptimo es lograr ese equilibrio entre ambos estados, pero no en cada persona radica en el mismo lugar». En cambio Ostáriz introduce un matiz en esta reflexión: «Sí que me gustaría añadir un tercer vector. Tenemos la Práctica, tenemos la Teoría, pero se nos olvida lo que para mí es más importante: la Observación. Aprender de los demás, conocer lo que se está haciendo, lo que ya se hizo; y a partir de ello intuir lo que se hará. Ganar en cultura visual, educar el ojo». Pablo Abad, diseñador, director de arte y tipógrafo defiende la retroalimentación de los procesos: «Pienso que lo correcto sería pensar bien para trabajar bien […] pero no, no se alcanzan los mismos resultados si solo hay práctica sin una buena base teórica y viceversa». Y llama la atención sobre la importancia de la formación: «El equilibrio está en la práctica con la mejor base posible en la etapa de formación».
Todos los profesionales cuya opinión recoge este artículo tienen una experiencia más allá de sus galones profesionales, pues todos son docentes, conferenciantes o están habituados a compartir sus conocimientos en diferentes foros. En el caso que nos ocupa, todos ellos impartirán a lo largo de 2012 y 2013 alguno de los cursos DeMA’s de MrMarcel School, una escuela dirigida a comunicadores en cualquiera de sus ámbitos. A lo largo de esta temporada MrMarcel School ofrecerá talleres de rediseño y actualización de packaging (impartido por Pati Núñez), tipografía modular (Pablo Abad), diseño de personajes para ilustración y animación (Maroto), identidad corporativa (Base Design), guión aplicado a la animación (Alfonso Rodríguez), ilustración (Martín Satí), diseño y aplicaciones web (Francis Restoy), diseño gráfico para el sector musical (Ritxi Ostáriz) o diseño editorial (Albert Folch, de Folch Studio). Los workshops se celebrarán en la sede madrileña de la escuela (el espacio de coworking Utopic_US) excepto cuatro de ellos que se impartirán en Sevilla, Las Palmas y Bilbao.
Los cursos DeMA’s tienen en común el ser talleres intensivos de fin de semana en los que los profesores enfrentan cuestiones teóricas y conceptuales a partir de la solución o el estudio de casos prácticos, como el análisis de casos reales que el profesor ha tenido que afrontar en su estudio o el desarrollo de ejercicios en ocasiones basados en supuestos reales. La intención es ofrecer a los estudiantes una experiencia lúdica que envuelva una inmersión de realidad en la formación, en el convencimiento de que una formación completa en el ámbito de la comunicación exige una disciplina de práctica y de reflexión a partes y a tiempos iguales. Pues como concluye Francis Restoy: «A veces el trabajo del diseñador es un poco como el surf, hay días en los que te subes a la ola a la primera y otros en los que toca remar».
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+info: mrmarcelschool.com
Actualizado 12/11/2012