Robert Capa (1913-1954) el mundialmente conocido fotógrafo de guerra ha pasado a la historia por sus impresionantes fotos en blanco y negro. Ahora se pueden ver por primera vez (en Europa) 136 imágenes en color tomadas en 1938 y 1954. Capa en color, en Budapest hasta el 20 de septiembre.
Aunque siempre se le recuerda por sus fotos en blanco y negro, Robert Capa confesaba que siempre llevaba un rollo de color en el bolsillo. Tras largas series de fotos de guerra, Capa se lanzó a documentar otras batallas menos sangrientas pero igual de fascinantes. Se codeó con ricos y famosos. Artistas, actores, músicos, cantantes. Vivió con ellos, los siguió en sus vidas cotidianas de estrellas de Hollywood. En los Alpes, en la Costa Azul francesa, en Roma, en Hollywood… Incluso llegó a participar en algún cameo gracias a su idilio oculto con Ingrid Bergman.
Parece que para este tipo de fotos el color le revelaba unos matices que el blanco y negro apagaba. Los colores de la piel, los vibrantes colores de los vestidos, la luz, la paz después de la guerra… todos estos temas, Robert Capa sentía que debían retratarse en color. Sin embargo, acabó harto de Hollywood, tanto que llegó a decir:
«Hollywood es la mayor mierda que nadie haya pisado jamás».
Abandonó California y también a Bergman para buscar nuevas historias y nuevos retos. Como huyendo de un lado del telón de acero saltó a la Unión Soviética para retratar la vida del país comunista. Junto con John Steinbeck realizó la serie Women and children in the Soviet Rusia. Justo ese año, 1947 fundó Magnum junto con otros fotógrafos como David Seymour, Henri Cartier- Bresson, George Rodger y Bill Vandivert. Todo un movimiento para poder gestionar los derechos de las fotos y que no fueran otros los que se quedaran con los beneficios.
Estalla la guerra en Corea. En todo conflicto bélico estaba Capa, pero a esta no fue. Empieza la guerra en Indochina y él tampoco está. Algunos dicen en ese momento que Robert ya no es el mismo. Para meterse en una guerra y arriesgar la vida para contarla a los demás, uno tiene que estar hecho de una pasta especial. Capa la tenía, pero todo cambió. Ya no era el Robert Capa que vivió el que desembarco de Normandia en la primera oleada, ni el que estuvo como un miliciano más en la guerra de España. Ya no era el que hizo la mejor foto de guerra, la muerte del miliciano Federico Borrell en la localidad cordobesa de Espejo, cerca de Cerro Muriano.
Pero el destino siempre está ahí para proporcionarte redención. El fotógrafo Howard Sochurek estaba cubriendo para Life la Guerra de Indochina, pero lo tuvo que dejar ya que su madre estaba enferma y quería estar junto a ella. La vacante se la ofrecen a Capa. Sabiendo que es el mejor para esto y que le iban a pagar una cantidad importante por dos semanas de trabajo, unido a que llevaba un tres años sin acercarse a las balas, finalmente aceptó.
En la contienda, Robert Capa sigue a un pelotón que circula a pie en un campo de minas. Él dispara desde un Jeep con dos cámaras, una cargada con blanco y negro (Contax) y otra con color (Nikon). Pero esas fotos no son suficientemente buenas y decide bajar del Jeep para hacer fotos mejores, mejores planos. La fortuna se vuelve en su contra. Capa pisa una mina que le destroza la pierna.
Aunque intentaron evacuarlo, Capa murió con la cámara en la mano. Sus dos últimas fotos fueron dos fotogramas seguidos. Uno en blanco y negro y otro en color.
'Capa in color' puede verse en el Robert Capa Center de Budapest hasta el 20 de septiembre. International Center of Photography