Los aeropuertos son lugares de tránsito. Lugares a los que llegas, o desde los que te vas, pero a los que no perteneces nunca. Parece como si en un aeropuerto, nuestra existencia quedara entre paréntesis durante unas horas, porque son espacios en los que estamos aislados. Además, los aeropuertos no suelen ser amables con los pasajeros y, mientras las aerolíneas se esfuerzan por convertir nuestro tránsito entre ciudades, entre países y entre continentes en una experiencia más o menos agradable, lo cierto es que los aeropuertos no han trabajado en su humanización, ni han profundizado en la relación de las personas con el espacio. Por eso, allá donde vamos, encontramos terminales anodinas y sin carácter, desoladas de noche y agobiantes de día.
Desde 2004, cuando conocimos el rompedor trabajo de Ruedi Bauer para el diseño de la identidad y la señalización del aeropuerto Köln Bonn, no ha destacado ningún otro proyecto para estos espacios y, en este tiempo, los aeropuertos han seguido siendo lugares extraños y sin alma. Pero, hoy, por fin, podemos hablar de un nuevo proyecto de identidad para una terminal aeroportuaria que le otorga personalidad y amabilidad e incluso, que define un estilo de comunicación propio. Se trata del diseño de la identidad de la Terminal 4 del aeropuerto John F. Kennedy en Nueva York.
JFK International Air Terminal, un lugar deshumanizado.
La Terminal 4 del aeropuerto JFK es una de las más transitadas del mundo desde su nacimiento en 1957. Las cifras lo avalan: recibe vuelos de 32 aerolíneas nacionales e internacionales y roza los 20 millones de pasajeros al año. En 2001, el estudio de arquitectura Skidmore, Owings and Merrill, diseñó un nuevo edificio para ampliar sus espacios y poder absorber el tráfico creciente de aviones y pasajeros. Las dimensiones y la envergadura la nueva construcción son asombrosas, lo que se traduce en zonas amplias y poco acogedoras.
Para mejorar la experiencia de sus viajeros, el aeropuerto encargó a Base Design la creación de su identidad, es decir, una marca, un estilo visual y un lenguaje propio. Porque, en este caso, el diseño se entendió como la única herramienta capaz de humanizar el espacio y capaz de reducir el estrés y la ansiedad del viaje articulando un lenguaje amable.
La identidad de la terminal 4 y el 4 como protagonista.
El elemento con más personalidad del logotipo de T4 JFK International Air Terminal reside en T4. En estos caracteres se aplica la tipografía creada especialmente para este proyecto y que se caracteriza porque las letras son outlines abiertos. Según Min Lew, socio de Base Design, con esta tipografía se quiere reflejar que «el espacio físico está tan abierto y es tan luminoso como su identidad, de manera que ambos elementos armonizan entre sí». Y, en efecto, la tipografía quita peso al conjunto y consigue crear una sensación de ligereza casi etérea para crear una identidad «visualmente abierta y luminosa, sencilla y al mismo tiempo distinguida». El logotipo, en todas sus versiones, consigue el propósito de trasmitir optimismo y apertura.
El número 4 incorpora un degradado multicolor que también ayuda a aligerar el conjunto y restar peso al negro. A partir de este degradado nace una paleta de colores sólidos e igualmente luminosos siempre aplicados sobre fondos blancos.
Además, el 4 del logotipo es el actor principal del conjunto de la identidad porque ayuda a generar mensajes optimistas como 4ALL –para todos–, 4YOU –para ti– o 4INFO & MAPS –información y mapas–.
Toda la gráfica resulta atractiva, llamativa y, lo más importante, pensada para los viajeros que llegan a la ciudad de Nueva York o para los que hacen escala en ella. Está pensada para dar la bienvenida y para aligerar el cansancio del viaje articulando un lenguaje casi humano de calidez y simpatía.
Base Design también ha colaborado con Tomi Um para añadir ilustraciones en la terminal. Y, aunque el trabajo de Tomi es muy atractivo, parece que sus dibujos y la gráfica de Base Design, no encajan muy bien.
Un lenguaje gráfico poco común para un aeropuerto. La mejor elección.
Min Lew también explica que esta identidad visual resulta positiva y accesible porque se inspira en la filosofía “don’t worry, be happy” –no te preocupes, sé feliz–. Esto es, probablemente, lo más alejado que hemos visto hasta el momento en entornos aeroportuarios que, hasta hoy, solo han trabajado en profundidad la señalización de sus espacios pero nunca, un lenguaje propio y mucho menos, un lenguaje cercano. Ahora, con estos ingredientes, la Terminal 4 de Nueva York tiene una personalidad propia y lo mejor es que es una personalidad afable.
El resultado o cómo ayuda el diseño gráfico a mejorar la experiencia de los pasajeros.
Hasta ahora la personalidad de los aeropuertos la otorgaba el arquitecto. Un diseño arquitectónico más o menos novedoso era lo único que aportaba rasgos característicos a estas plataformas de pasajeros. Pocas veces, la identidad de un aeropuerto ha llamado la atención por una identidad visual cuidada, original y sugerente. Y, pocas veces, se ha desarrollado un lenguaje propio para un espacio de estas dimensiones y con estas características.
Las experiencias en los espacios públicos mejoran con la ayuda del diseño porque, más allá de añadir elementos decorativos, articula el carácter y la personalidad del espacio para conseguir rebajar la frialdad que conllevan.
Actualizado 16/09/2016