Bill Viola es un videoartista americano contemporáneo considerado como una de las figuras más influyentes en la generación de artistas que utilizan los nuevos medios electrónicos audiovisuales para crear arte.
Bill Viola nació el 25 de enero de 1951 en Nueva York. Se crió entre Westbury y Queens, dos barrios de la ciudad de Nueva York en los que comenzó a surgir su vocación artística en los primeros años de su infancia. Como hecho anecdótico, durante unas vacaciones con su familia en la montaña casi pierde la vida tras ahogarse en un lago, este acontecimiento ha marcado su vida y su obra de una forma muy llamativa.
En la década de 1970, comenzó a experimentar con el videoarte a raíz de su participación en el programa de Estudios Experimentales de la Universidad de Siracusa (Nueva York), dirigido por su profesor, Jack Nelson. En Siracusa conoció a David Ross y trabajó como asistente de figuras tan icónicas del Media Art como los artistas Peter Campus y Nam June Paik en el Everson Museum of Art.
«Las emociones son la clave de muchos aspectos de la vida. Son precisamente los elementos que componen los seres humanos humanos. Creo que el hecho de que las emociones se han reducido y puesto a un lado en el trabajo intelectual, sobre todo en el siglo XX, es trágico».
Bill Viola
Su primer trabajo relacionado con el videoarte fue como técnico de vídeo en el Museo de Arte de Everson (Siracusa). Más adelante, entre 1973 y 1980, trabajó y estudió con el compositor David Trudor en la banda de música Rainforest. También trabajó como director técnico en Art/Tapes/22, un estudio de vídeo con sede en Florencia (Italia) donde conoció a otros videoartistas como Vito Acconci, Bruce Nauman o Nam June Paik. Después fue artista residente en la WNET Thirteen Television Laboratory en Nueva York.
un giro hacia lo religioso
A principios de 1980 su carrera y su perspectiva vital dieron un giro radical motivado por el descubrimiento de la religiosidad oriental y de los místicos cristianos. Esta inquietud espiritual y artística le llevó a viajar por todo el mundo, donde realizó numerosas grabaciones de artes y performance en lugares como Java, Indonesia o las Islas Solomon. Esto coincidió con un importante desarrollo del material técnico audiovisual que le permitió desarrollar nuevas técnicas. Algunas de las obras resultantes de este cambio son Chott El-Djerid en el desierto de Túnez, o Hatsu Yume, en Japón.
En este momento de su vida en el que se interesó por el misticismo, la poesía y la filosofía, tanto de oriente como de occidente, Viola empleó las posibles técnicas del vídeo como herramienta en su constante indagación acerca de la condición humana, el nacimiento y la muerte, o los procesos de cambio, renacimiento y transfiguración, temas muy destacados en su obra.
En el año 1977 estuvo de invitado a la Universidad La Trobe (Melbourne, Australia), lugar donde conoció a la fotógrafa Kira Perov, quien posteriormente se convertiría en su esposa y en un apoyo fundamental en el desarrollo de su carrera artística.
Tras ser instructor de vídeo avanzado en el Instituto de Artes de California, en 1995 fue el representante de Estados Unidos en la 46º Bienal de Venecia, donde presentó Buried Secrets, una serie de trabajos que incluyen una de sus obras más conocidas: The Greeting, una interpretación contemporánea de La visitación de Pontorno.
En 1998, Viola trabajó en el Getty Research Institute de Los Ángeles. En el 2000 fue elegido para la Academia Americana de las Artes y las Ciencias, y en 2002 creó Going forth by day, un cuadro digital proyectado en vídeo de alta definición y comisionado por el museo Guggenheim de Berlín y el de Nueva York.
Fue en el año 2003 cuando salió a la luz una de sus mayores obras: La Pasión. Esta creación está inspirada en las tradiciones renacentistas y fue llevada a cabo con slow motion. Fue expuesta en Los Ángeles, Madrid, Londres y Camberra.
«La creatividad no es propiedad de los artistas independientes. Es un elemento básico del carácter humano, no importa lo que la cultura que se encuentre, no importa donde estés en la Tierra o en la historia».
Bill Viola
En 2004 empezó a trabajar en Tristán e Isolda, una nueva producción de la ópera de Richard Wagner en colaboración con el director Peter Sellars. Tras su estreno en 2005 en la Ópera de París, el vídeo de Bill Viola fue expuesto como LOVE/DEATG The Tristan Project en la galería Haunch of Venison de Londres en 2006.
En 2009, Viola recibió el Premio Internacional de Cataluña por su trabajo creativo como contribución fundamental al desarrollo cultural, científico o de valores humanos en cualquier parte del mundo. En 2011 Federico Utrera publicó en España la primera biografía de Bill Viola bajo el título Viola on Video.
una vida repleta de exposiciones
En 2017 tuvo lugar en el Guggenheim de Bilbao la exposición Bill Viola: retrospectiva, una muestra que se remontaba a las primeras experiencias de Viola con el vídeo e incluía tempranas cintas monocanal como Cuatro canciones (Four Songs, 1976) y El estanque reflejante (The Reflecting Pool, 1977-1979) en las que su contenido poético aborda ya cuestiones tan importantes como la noción del tiempo y su deconstrucción, el significado de nuestra existencia y lugar en el mundo.
«Debemos recuperar el tiempo para nosotros y dejar que nuestras consciencias respiren y que nuestras abarrotadas mentes estén quietas y en silencio. Esto es lo que el arte puede hacer y lo que los museos pueden ser n nuestro mundo actual».
Bill Viola
Por otro lado, doce obras de vídeo se instalaron junto con 14 dibujos y un mármol de Miguel Ángel en la Royal Academy of Arts de Londres, en 2019, en una gran exposición titulada «Bill Viola / Michelangelo: Vida, Muerte, Renacimiento», un diálogo entre dos artistas, con siglos de diferencia, que compartían preocupaciones afines.
El 6 de febrero de 2020, Viola estrenó en Madrid la exposición Bill Viola. Espejos de lo invisible. Debido a la pandemia de la Covid-19 la muestra tuvo que suspenderse y se reabrió el 10 de enero de 2021. Comisariada por Kira Perov, directora de Bill Viola Studio, y organizada por Fundación Telefónica y Fundació Catalunya La Pedrera, ofrecía un amplio recorrido por la trayectoria del artista, que ha evolucionado paralelamente al desarrollo de la tecnología del vídeo a lo largo de los últimos cuarenta años y recogía una selección de más de veinte obras significativas.
«Me paso mucho tiempo escribiendo. Encuentro inspiración en los textos en lugar de imágenes».
Bill Viola
Su obra, en tiempos de la Covid-19, cobra más sentido que nunca ya que se trata de una invitación a reflexionar sobre el proceso de búsqueda del sentido de la condición humana y la transitoriedad de la vida, y, pone de relieve, a través de la contemplación y la reflexión de su arte, la función social de la cultura y su papel fundamental en el desarrollo vital del individuo. Siguiendo está línea, sus trabajos abren camino a los sentidos para vehicular sentimientos y generar estados de ánimo. Prueba de ello es que, en sus creaciones, sin palabras, la imagen se siente, se escucha, remueve y desvela profundas emociones.
Actualizado 28/07/2021