La situación que Fernando Pérez Hernando nos plantea no es nada descabellada. De hecho, lo triste que es bastante habitual y estamos más que convencidos de que algunos de quienes leéis estas líneas y sois profesionales de la ilustración, el diseño, la fotografía, etc. en alguna ocasión se os ha pasado por la cabeza plantear experiencias similares…
Ayer decidí tratar a cualquier profesional como habitualmente se trata a un ilustrador. Os cuento qué tal me fue:
– 9.00 h. Voy al bar a tomar café. Riquísimo, oye. Cuando iba a pagar, el camarero me dijo: «Son 1,20 euros», y así, sin pensar, le respondí: «Pero si eso lo hace mi mujer en casa igual, ¡si no lleva más que agua! Toma un euro, anda, que ya está más que bien pagado”.
–10.00 h. Llamo al pintor, ya que hace 12 años que no pintamos la casa. Le pido precio, y que por favor cuando me entregue el presupuesto, pase por casa y me pinte el salón, para valorar si me gusta cómo lo hace o no. Debió quedarse sin cobertura, porque se cortó la comunicación…
– 13.00 h. Voy al súper a comprar 20 kilos de langostinos para navidades, pero compruebo que se pone en casi 120 euros la broma, y le digo muy educadamente a la pescadera: «Disculpa, no me puedes cobrar 120 euros por 20 kilos de langostinos», a lo que ella me respondió: «Creo que sí, son a 6 euros el kilo», a lo que claro, yo como buen ilustrador repliqué: «Yaaaa, ya, si eso ya lo sé, pero es que como no te estoy pidiendo sólo 1 kilo, que te estoy pidiendo 20, ¡no me los vas a cobrar todos a 6 euros!». Después de 30 minutos hablando con ella cada vez a mayor volumen, me ha sacado de allí un guarda de seguridad.
– 14.00 h. Vuelta a casa, apertura del buzón, recogida de las facturas del agua, la luz, el gas, fijo, móvil, internet, la hipoteca, el seguro, etc., que por cierto, aunque han subido ya están pagadas.
– 16.00 h. Después de comer, voy de nuevo al bar a tomar un cafetito, pero me echa el camarero antes de pedir… ¡qué carácter!
– 17.30 h. Paseo reflexivo… no entiendo por qué la gente se porta de este modo…
– 19.00 h. En vista de que no era mi día, decidí cambiar mi suerte jugando a la lotería y le dije a la vendedora: «¿Me hace por favor una Primitiva de 150 apuestas?», ella me miró extrañada, y antes de soltar el boleto me dijo: «Son 150 euros», a lo que yo le contesté: «Noooo, ya verás, no me cobres nada ahora, que yo sé que nos va a tocar, ¡y entonces repartimos las ganancias! Sólo te pido que tengas confianza en este proyecto conjunto, tuyo y mío, en el que a la larga, ¡vamos a ganar mucho dinero los dos!».
Pues no os lo vais a creer, pero ¡no me dio el boleto!
– 21.00 h. Saco mis propias conclusiones: «Si no puedo tratar al resto de profesionales como tratan a los ilustradores, habrá que enseñar a los demás a respetar tu oficio como si fueras camarero, pintor, pescadero o vendedor de lotería».
¿No crees?
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