¿Por qué la Generalitat y el Ayuntamiento de Valencia se siguen equivocando en los concursos de diseño?

Después de las vacaciones parece que el colectivo de diseñadores valencianos está de enhorabuena. Todo son muestras de apoyo al nuevo rumbo que ha tomado la Administración con relación a los concursos de diseño.

La Generalitat ha presentado un concurso para la realización de la imagen conmemorativa del 9 d’Octubre, la fiesta de la Comunitat, que incluye la realización del cartel, invitación y adaptaciones publicitarias –ver aquí–. Igualmente, la Concejalía de Igualdad y Políticas Inclusivas del Ayuntamiento de Valencia ha lanzado una convocatoria para la realización del cartel del Día Internacional para combatir la Violencia contra las Mujeresver aquí–.

Es cierto que hemos avanzado. Ahora en lugar de estar abierto a cualquiera se reduce al ámbito profesional. Solo pueden presentarse ‘profesionales o estudios de diseño’. Una mejora sí es, pero analicemos las dos convocatorias para ver si realmente hemos avanzado o nos hemos desplazado a un lateral.

«La finalidad de este concurso entre profesionales es la búsqueda de la excelencia para dejar atrás el bajo nivel expuesto en la imagen institucional de estos últimos 20 años en Valencia».

Para ello lo primero que se hace es convocar a los profesionales. Bien pero… ¿Quién es profesional? ¿Qué significa ser profesional? En la convocatoria no se exige ningún documento ni adscripción que certifique la supuesta profesionalidad. Certificados, titulaciones, altas…

Conozco a muchos que se consideran profesionales aunque su dedicación es mínima y su nivel deja mucho que desear. ¿Qué garantiza que no se presente un pseudoprofesional? ¿Qué garantiza que no se presenten truchos? ¿No debería la Administración, al igual que hace en otras disciplinas, exigir una titulación? ¿O simplemente sirve que uno lo considere? Hay muchos que se consideran superprofesionales y yo personalmente no les daría ni el tarjetón de boda de mi peor enemigo. Lo que ocurre es que si se pidieran papeles, igual muchos no podrían presentarse. Así está el sector.

Se exige una ‘Carta de Motivación’, algo que suena mucho a una especie de concurso televisivo.

Llevo 20 años en esto y no necesito explicar a nadie las motivaciones que tengo para desarrollar mi profesión. Es más, ¿significa que el más motivado será el que lo hará mejor? ¿Les piden a las empresas que contratan para otros servicios una carta de motivación? ¿Qué motivación tiene usted para realizar el catering del próximo 9 d’Octubre? ¿No lo hará usted por dinero?

Por supuesto, hay que presentar un ‘Portfolio’ donde poder ver el trabajo de cada uno, a ser posible, que esté relacionado con el tipo de trabajo que se va a desarrollar. Siempre tengo la sensación que en este oficio estás siempre empezando. Si resulta que tengo que tener experiencia en todos los sectores para que me encarguen un cartel, será imposible. ¿Será más valorado el que tenga más carteles? ¿El que tenga más carteles de conmemoraciones regionales? ¿De violencia de género? ¿No será más importante que sepa comunicar, que sea un buen grafista, que tenga cultura visual…?

Hay que presentar también un ‘Curriculum’. Resulta que yo tengo curriculum, pero mi empresa tiene experiencia. Claramente alguien está pensando en una persona. Un diseñador. ¿Quedamos excluidas las empresas que tienen un equipo? Si en mi equipo tengo a 4 personas excepcionales, ¿será mejor que un solo diseñador solitario? Si eres una agencia de publicidad, de marketing o branding…

El curriculum se solicita cuando alguien quiere hacer un contrato laboral, si no, lo normal es solicitar la experiencia de la empresa en ese sector. ¿Para hacer un puente también piden el curriculum? ¿El del presidente de la constructora? Suena muy personal. A lo mejor es que buscan a una persona y no a una empresa. A veces las palabras delatan las intenciones.

Tal vez soy un exagerado y solo son minucias que no van a ningún sitio que en el fondo, salvados estos detalles, estamos ante una mejora sustancial. De ahí la gran acogida en redes y artículos de la nueva forma de operar en los concursos de diseño.

Disculpadme por pensar de otro modo, y de analizar las cosas un poco más. Si uno analiza esto y lo intenta ver con un poco de distancia, se da cuenta de que en el fondo casi nada ha cambiado. O si ha cambiado ha sido a peor. Los diseñadores somos como niños que necesitamos que nos tutelen, que nos cojan de la mano para jugar con nosotros, sino nos enfadamos.

Estamos ante proyectos que la Administración denomina ‘de menor cuantía’, es decir, que no superan los 18.000 euros y por tanto no necesitan de concurso público. Entonces, ¿a qué viene esta fiebre por contar con nosotros, haciendo un concurso igualmente? Es una acción igual de populista que lo era antes, solo que ahora nos contentan a nosotros. No están obligados, pero lo hacen para que así creamos que nos tienen en consideración. Ahora estamos todos contentos porque como son ‘de los nuestros’, con un pequeño gesto basta. No miramos más allá.

Yo solo espero que la Administración nos trate igual que cualquier otro colectivo. ¿Hacen esto con todos los servicios de menor cuantía que solicita la Administración valenciana? ¿Les piden a las empresas que les venden lápices su motivación? ¿Su curriculum?

Otra cosa a la que parece que nadie le ha prestado atención es que la Administración pública, la que nos multa, la que nos cobra los impuestos al precio que le da la gana, ahora nos dice cuánto nos quiere pagar. Ellos han decidido que un cartel, una invitación y unas adaptaciones (no sabemos cuantas) valen 1.800 euros. Sin preguntar. Y esto por parte de la Generalitat, que en el caso de la Concejalía no se expresa, pero sé que no llegan ni a la mitad.

¿Ahora nos parece genial que nos pongan ellos el precio de lo que vale nuestro trabajo? Habrá que recordar que el anterior Consistorio pagaba 3.000 euros en concurso, aunque fuera para todos los públicos. Nos ponen el precio, nos lo bajan a casi la mitad y estamos contentos.

¿Y si hay alguien que está dispuesto a hacerlo por menos dinero, qué pensará el contribuyente? ¿Es bueno que la Administración ponga el precio de las cosas si hay alguien que con solvencia puede hacerlo por menos? Y pienso en la cantidad de estudiantes que son capaces de hacer este tipo de proyectos por precios más que ajustados.

¿Y cuáles van a ser los criterios objetivos para la concesión del proyecto? No se especifica la puntuación que corresponde a cada punto. ¿Y si se tienen muchos años de experiencia pero nada en este campo? ¿Es más importante tener un buen portfolio o un buen ‘curriculum’? ¡Estoy supermotivado!

Si todo esto es en busca de la excelencia y la calidad ‘profesional’ creo que no es el camino. A la Administración hay que exigirle la máxima pulcritud cuando realiza estas cosas. Porque no nos olvidemos que estos son igual de políticos que los otros.

Si la meta es tener la mejor calidad en la comunicación institucional no hace falta que hagamos este paripé diseñil, basta con poner un presupuesto adecuado para que los mejores y más importantes profesionales acepten el reto de desarrollar proyectos para la Administración. Porque ¿quién se cree que un profesional, estudio o agencia que se precie con trabajo en cartera va a parar todo para hacer un proyecto de 1.000 euros?

En el fondo esto sigue interesando a los mismos que antes se quejaban de que la Administración no hacía concursos entre profesionales. Son aquellos que ahora, con alegría e ilusión –y muy poco trabajo– piensan que «¡ahora sí!», que como ellos son los mejores, está vez SÍ les encargarán a ellos el cartel, y no son conscientes que solo se lo encargarán a uno y el resto se quedará igual de decepcionado que antes.

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