¡Maldito POP! ¿Por qué no me quito esa canción de la cabeza?

Estribillos pegadizos, melodías pastel, canciones empalagosas hasta querer arrancarse los tímpanos… ¿Cuántas veces al ir al supermercado, a la gasolinera o a unos grandes almacenes, en el hilo musical suena un tema que odias infinitamente, pero acabas tarareándolo todo el día? En su último trabajo, Luis Bustos nos ilustra (en el sentido literal del término) esos momentos en los que nuestro cerebro se ve torturado por melodías dulzonas y pegadizas hasta pensar con hartazgo: «¿Por qué no me quito esa canción de la cabeza?»

Con olor a tinta, humor gamberro y a un ritmo frenético más propio del rock & roll –que no del pop–, Luis Bustos regresa con nuevo cómic. Esta vez nos ofrece un recorrido por este fenómeno mundial y al que nadie puede ser ajeno, el mundo de la música pop. ¡No me quito esa canción de la cabeza! (Astiberri, 2019) es un intenso viaje con paradas en las todas las décadas del género más pegadizo y popular por excelencia.

La música pop siempre ha sido un fenómeno generacional que también ha servido como motor de cambio. Elvis en los 50, un poco más tarde los Beatles y los Rolling en los 60, Jimi Hendrix, Black Sabbath y el punk en los 70, los heavies, el tecnopoop y Madonna en los 80, el Grunge, el indie y la música electrónica en los 90, y a partir del nuevo milenio las Spice Girls, Miley Cyrus, Lady Gaga o Amy Winehouse. Todos estos, entre otros muchos nombres, constatan de una u otra forma que la música es un elemento transgresor entre los jóvenes de cada generación y que mueve masas en cada rincón del planeta.

Como dice Luis Bustos en la presentación de este cómic: «la música pop es la banda sonora de nuestras vidas. Nos acompaña en los mejores y en los peores momentos, y con ella forjamos y damos sentido a muchos de nuestros recuerdos».

Las generaciones más jóvenes siempre han renegado de la música que pinchaban sus progenitores; es ley de vida, algo que llevamos en nuestro ADN.

Para los que venimos de la generación X, será fácil recordar los viajes en coche con José Luis Perales, Rocío Jurado, Julio Iglesias, Camilo Sesto o Diango, sin más escapatoria que mirar por la ventanilla esperando que una ráfaga de aire fresco entrara ‘como una ola’ se llevara a tomar viento todas las cintas de casete o una bolsa para echar la pota.

A posteriori son nuestros hijos los que reniegan de esos sonidos viejunos que nosotros pinchamos intentando ser los ‘papis más molones del lugar’: Pixies, Ramones, The Who, Beck, The Cure, Joy Division, Radiohead, Talking Heads, Kraftwerk… música que nos parece ‘lo más’ y que para los oídos de los postmillennial es poco más que un ejercicio de tortura. Reconozcámoslo, somos dinosaurios que no entendemos nada. Esos conflictos generacionales forman parte de la vida y en cierto modo vienen reflejados con suma ironía en Pop ¡No me quito esa canción de la cabeza!

En un formato a doble cara (literalmente, como en los antiguos vinilos o las cintas de casete, en los que hay que darles la vuelta para seguir disfrutando) y con una play list completa por cada capítulo, Luis Bustos analiza, lista y repasa los grandes éxitos de la música popular. Una panorámica condensada donde tienen cabida desde las canciones de amor a las de rebeldía adolescente, pasando por la evolución de los formatos, el surgimiento de la fiebre festivalera, la psicodelia musical o las grandes leyendas urbanas de los artistas que pasaron a la historia.

POP es una pequeña enciclopedia musical, sentimental y personal a tamaño vinilo, un repaso a la ética y la estética de quien se pone delante pero también de quien está detrás de un bajo, una guitarra o una caja de ritmos.

Que la aparente seriedad de la portada no te engañe. Sin llegar a echar carcajadas, al pasar las páginas hay momentos en los que es inevitable que salte la risilla fácil. Si eres un melómano te recomendamos fervientemente este cómic, como poco te dibujará una sonrisa de tiempos pasados mientras que en tu álbum de recuerdos suenan melodías de otros tiempos. Y si no lo eres, quizás te ayude a reconciliarte o como poco a comprender a algunos de tus congéneres que podrían doblar tu edad.

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