El Museu Picasso de Barcelona inaugura la exposición Picasso. Retratos, organizada conjuntamente con la National Portrait Gallery de Londres. En esta muestra de retratos Picasso se explora el lugar que ocupa la caricatura en los retratos del artista malagueño y cuenta con pinturas, esculturas, dibujos y grabados de todos los períodos de la larga carrera del artista. Estará abierta al público hasta el día 25 de junio de 2017.
Picasso. Retratos pone de manifiesto la importancia del retrato en la obra de Picasso. Se han reunido más de 80 obras de colecciones públicas y particulares que revelan los soportes y el abanico de estilos que cultivó el pintor para representar este género, que siempre ocupó un lugar importante en su arte.
La exposición explora los parámetros establecidos de los retratos Picasso, que redefine a lo largo de su vida y el lugar que ocupa la caricatura en sus retratos. A diferencia del caricaturista profesional, que acostumbra a tener como objetivo personajes públicos, los sujetos de este eran casi siempre sus amigos y personas del entorno familiar. De esta manera encontramos representaciones de Dora Maar, Guillaume Apollinaire, Jean Cocteau, Nusch Éluard, Françoise Gilot, Max Jacob, Lee Miller, Fernande Olivier, Jacqueline Roque, Olga Khokhlova, Jaume Sabartés, Erik Satie, Igor Stravinski, Miguel Utrillo o Marie-Thérèse Walter, entre otros. Prácticamente ninguno de los retratos Picasso provenía directamente de un encargo. Picasso se sentía libre de representar e interpretar a sus sujetos.
La muestra se ha presentado primero en Londres, desde octubre de 2016 hasta febrero de 2017. Estará en Barcelona del 17 marzo al 25 de junio de 2017. Pinturas, esculturas, dibujos y grabados de la extensa carrera del artista forman parte de la selección de importantes préstamos de museos de todo el mundo que se acompañan de una amplia recopilación de fotografías y documentos.
Pablo Picasso tiene un don precoz para sugerir carácter y humor y, a la vez, representar de manera fidedigna los retratados. A pesar de su originalidad, se mantiene siempre en diálogo constante con el arte del pasado, utilizando formatos y posturas con sutiles alusiones a obras de los grandes maestros. Estas referencias se reflejan en su visión personal de la tipología física, la personalidad o su relación con los retratados. En este sentido, la comisaria de la exposición es Elizabeth Cowling, catedrática emérita de Historia del Arte en la Universidad de Edimburgo y especialista en Picasso.
En torno a la exposición, se han programado una serie de actividades. Además, se podrá degustar un vermú mientras diversos actores recitan lecturas teatrales que nos darán pistas sobre quiénes eran los personajes que retrató Picasso. También habrá talleres familiares y una jornada que nos aportará una visión musical de las amistades picassianas con la colaboración de ESMUC.
En los primeros años de su adolescencia y a instancias de su padre, Picasso realizó muchos retratos sirviéndose de su familia como modelos. A finales de la década de 1890, había perfeccionado esta técnica y en 1900 presentó una exposición de retratos de artistas y escritores vanguardistas de su círculo barcelonés que tuvo un éxito rotundo. Muchos de estos dibujos eran caricaturas ingeniosas y divertidas, y a menudo incluso el autor se retrataba a sí mismo de esa misma manera atrevida. Picasso consideró la caricatura y el retrato como unos de sus géneros favoritos a lo largo de toda su carrera, y de esta exposición destaca precisamente la trascendencia de estos géneros en el conjunto de su obra.
Picasso raramente aceptaba encargos, y a menudo pintaba a los personajes de su entorno, lo cual le permitía tener mayor libertad que los retratistas profesionales. Para interpretar y concretar las particularidades de sus modelos, relativas a su aspecto, conducta o personalidad, Picasso recurría a menudo a la exageración, a la distorsión o bien adoptaba un estilo que transmitiera las connotaciones expresivas adecuadas. Saber definir el grado de sátira, ironía, el humor apropiado o el estado de ánimo del modelo retratado no es algo fácil.
Este extremo es especialmente cierto en el caso de los retratos que el artista realizó de sus amantes; en efecto, en muchas ocasiones Picasso no respetó las convenciones al uso que tradicionalmente definían los retratos de los modelos femeninos. A fin de tratar los complejos fundamentos sobre la relación existente entre la verosimilitud, la idealización, la distorsión expresiva y la caricatura, la exposición agrupa las obras por temas ―a menudo representaciones de un mismo modelo― con relevantes variaciones de estilo, modo y tono.
La actitud de Picasso ante sus propios retratos y los de sus conocidos tiene mucho que ver con su forma de ‘copiar’ a los grandes maestros. A finales de la década de 1890 empezó a imitar la obra de algunos de sus artistas admirados para seguir pintando durante toda su vida versiones libres de la antigua escuela. Para el artista, a finales de la Segunda Guerra Mundial esta práctica se convirtió en fascinación. Muchas de las obras seleccionadas por Picasso a este efecto eran retratos, aunque en su vejez también realizó caricaturas de artistas con los que sentía cierta afinidad, tales como Rembrandt o Degas.
Para examinar este fenómeno, la exposición plantea explorar los motivos que indujeron a Picasso a descartar una actitud relativamente neutral u objetiva para sus retratos en favor de una visión altamente idiosincrásica susceptible de interpretarse como una violación de «la verosimilitud del aspecto» y del «decoro».