Pecados y virtudes capitales

Los diseñadores somos muy de pecar. Somos hedonistas y ya se sabe que todo lo bueno es pecado o engorda. Así que si organizábamos un evento mundial íbamos a pecar sin duda. Aunque claro cuando haces muchas cosas, muchísimas, es más fácil acertar en algo. Y sí, también hemos acertado.

Durante todo los meses que ha durado la Capital Mundial del Diseño en Valencia todo el mundo me preguntaba lo mismo. ¿Qué tal? Todo este tiempo he practicado una autocensura silenciosa; suelo decir que valgo más por lo que callo que por lo que cuento. Y callo mucho.

Como cualquiera, tengo mi opinión, totalmente personal, y seguramente inexacta o incompleta. No es lo mismo estar dentro de la organización y vivir de primera mano todo, que verlo con distancia. Pero después de 15 años asistiendo a todo tipo de eventos en muchos lugares del mundo, uno ya tiene el suficiente criterio para saber, intuir o adivinar muchas cosas. Este artículo es tan personal que solo hay que tomarlo como eso, mi opinión, soy consciente de que en algunas cosas acertaré y en otras meteré la pata.

Algunas cosas me han sorprendido y otras indignado. Como a todo el mundo. No voy a ocultar que no haber podido celebrar los Premios Gràffica en mi ciudad en el momento más importante para mi profesión, por la que tanto llevo trabajando, es algo que no olvidaré fácilmente.

Mi visión, sobre todo, está enfocada en el uso del dinero público. Cuando una empresa, o una persona, decide con su dinero hacer algo, aunque me parezca un error, es su problema, pero cuando ese error se comete con dinero público gastado de manera indiscriminada es un problema de todos. Y sobre todo si el que lo gasta cree que es su dinero, para hacer lo que quiera, y le dice a todo el mundo que lo hace por todos nosotros.

Los diseñadores creemos que somos buenos en todo, miramos con desdén a casi cualquier cosa porque ser creadores nos convierte en superiores. Pero sin embargo, no solemos ser buenos en casi nada. En general no tenemos experiencia en gestión, y si no has gestionado nada relevante, cuando te toca hacerlo se rompen las costuras.

Hemos montado una fiesta de cumpleaños gigante, en la que nos hemos gastado el dinero en globos, bebida, payasos, música -Dj incluido-, y muchos invitados. Y en cualquier fiesta de cumpleaños se cometen excesos. En esta no iba a ser menos.

He visto como en redes lo que se celebraba es ‘lo bien que nos lo hemos pasado’, ‘fue genial y maravilloso’, ‘cuantas cosas estamos viviendo’, ‘es un sueño mágico’ (palabras textuales). Si te dejas deslumbrar por la excitación y no enfocas en el objetivo es fácil perderse. Todos drogados de euforia. Es lo que tiene ser primerizos en casi todo.

Se dijo que no iba a ser un evento de diseño para diseñadores y, sinceramente, es lo que realmente ha sido. Un gran evento en el que se han cumplido muchos sueños de los organizadores, pero a mi modo de ver ha dejado pocos beneficios para el sector y muy poca relevancia pública. Como dice un amigo diseñador: es una semana del diseño, pero con esteroides.

Igual que ha habido muchos errores, también ha habido muchos aciertos y como el relato es largo he decidido dividirlo en dos artículos por separado. Así que ahora elige:

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