La directora del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM), Nuria Enguita, anuncia su dimisión tras la polémica desatada por su donación a la Todolí Citrus Fundació y el evidente desamparo por parte de la Generalitat Valenciana, en un contexto marcado por tensiones políticas y cuestionamientos sobre la gestión de los recursos culturales.
En un giro inesperado que ha resonado en los círculos culturales y políticos de la Comunitat Valenciana, Nuria Enguita ha presentado su renuncia como directora del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM). Esta decisión, comunicada personalmente al Vicepresidente Primero y Conseller de Cultura, Vicente Barrera (Vox), se produce en medio de una tormenta desencadenada por su donación a la Todolí Citrus Fundació y la percepción de un respaldo institucional insuficiente.
La controversia surge a raíz de la divulgación de que Enguita donó dos parcelas en la Vall de la Gallinera a la fundación presidida por Vicente Todolí, gesto que, aunque no ha sido directamente vinculado con irregularidades legales por la Conselleria de Cultura y Deporte, ha llevado a un escrutinio por parte de la Fiscalía ante la sospecha de un posible ilícito penal. Este contexto ha desembocado en una situación insostenible para Enguita, quien se ha visto forzada a abandonar su cargo para preservar la integridad del museo y su propia dignidad. «Ante la denuncia formulada por la Generalitat Valenciana y los continuados ataques contra mi persona basados en información falseada es evidente que no cuento con el apoyo del gobierno valenciano. Ante esta situación y para evitar más perjuicio al museo he decidido tomar esta decisión»
La renuncia de Enguita no solo deja un vacío en la dirección del IVAM sino que también plantea interrogantes sobre la independencia de las instituciones culturales frente a las presiones políticas y mediáticas. La directora saliente, en su comunicado, lamentó los ataques recibidos, que calificó de malintencionados y basados en información distorsionada, en un momento en que el museo celebra sus logros más significativos de las últimas dos décadas.
La relación entre Enguita y Todolí, que se remonta a su colaboración en Bombas Gens, ha sido objeto de especulación, especialmente teniendo en cuenta el papel de Todolí en el comité de selección que propició la elección de Enguita como directora del IVAM en 2020. No obstante, Enguita ha defendido la legalidad y la ética de su donación, argumentando que se trató de un acto privado y altruista, destinado a apoyar la investigación y difusión de conocimientos sobre los cítricos, sin ninguna intención de beneficio personal.
«La semana pasada se celebraron con éxito los treinta y cinco años del IVAM y quedó demostrado que la institución está en su mejor momento de los veinticinco últimos años. No parece casualidad que los malintencionados ataques contra mi persona coincidan con el momento de máxima visibilidad social del museo”, subraya Enguita en el mencionado comunicado, en el que expresa que su trabajo de “recuperación” en el museo está “encauzado”. “Ahora son los equipos responsables y la ciudadanía quienes han de defender las instituciones, ante la fragilidad a la que son sometidas por los intereses político-mediáticos»
Esta crisis en el IVAM no solo afecta a la comunidad artística local, sino que también resalta las tensiones existentes entre el sector cultural y las autoridades gubernamentales. El debate se centra ahora en cómo las decisiones y acciones individuales, incluso las realizadas con buenas intenciones, pueden ser interpretadas en un entorno políticamente cargado y cómo estas interpretaciones pueden influir en la gestión de las instituciones culturales.
Mientras la comunidad artística y cultural de València y más allá observa cómo se despliega esta situación, la renuncia de Enguita sirve como un recordatorio de los desafíos que enfrentan aquellos en posiciones de liderazgo dentro del sector cultural, especialmente en tiempos de polarización política. Su partida plantea interrogantes sobre el futuro del IVAM y la relación entre cultura y política en la Comunitat Valenciana, en un momento en que la necesidad de apoyo y estabilidad para las instituciones culturales nunca ha sido más crítica.