Hace unos días Calvin Klein publicaba en su cuenta de Instagram una imagen con su nuevo logotipo. Junto con la imagen se explicaba de forma escueta que esta nueva identidad supone “una vuelta al espíritu original” de la marca como “reconocimiento al fundador y a los cimientos de la casa”. También, de forma breve, hacía una mención a la colaboración en este proyecto del director de arte y diseñador gráfico Peter Saville.
Por el momento, no tenemos más información sobre este cambio de identidad, por lo que no sabemos si responde a causas estratégicas, de reposicionamiento de la compañía o simplemente, a una renovación natural. Pero lo que sí que tenemos, como siempre, es una avalancha de comentarios en contra o a favor del cambio. Y, desde mi punto de vista, todos estos comentarios son precipitados porque no tenemos los datos suficientes para entender por qué se ha llevado a cabo y qué objetivo se persigue con ello.
Más allá de los haters, las cuestiones técnicas
Más allá de los haters y más allá de los que han caído rendidos de amor ante este nuevo logotipo, lo cierto es que el resultado es mejorable desde el punto de vista gráfico y, mucho más, cuando hablamos de una de las marcas de moda más potentes del panorama actual. ¿No cabía esperar algo más de esta marca icónica que ha sabido crearse un hueco en la historia de la moda?
Si atendemos a cuestiones tipográficas y técnicas, parece que se ha pretendido llegar a un logotipo condensado (probablemente con el objetivo de crear un bloque compacto) pero para ello se ha extremado el kerning de la tipografía lo que provoca espacios incómodos entre algunas de sus letras. Además, se ha pasado de las minúsculas a las mayúsculas y, como todos sabemos, este es un paso importante para una marca –para cualquier marca– porque la elección de caja alta o baja tiene múltiples implicaciones. Pero me temo que tampoco podemos valorar este cambio drástico ya que desconocemos cuál es el motivo de esta decisión.
Por lo demás, el nuevo logotipo mantiene el binomio blanco y negro, algo ya habitual en las marcas de moda y la nueva tipografía tiene un peso mayor lo que supone que, respecto al anterior, ha perdido su ligereza característica y ha ganado cierto aplomo.
Pero, ¿hay un objetivo?
Hace unos meses Calvin Klein presentaba a Raf Simons como su nuevo Director Creativo. Simons (anterior Director Creativo de Dior) tomaba las riendas de la compañía para aportar una visión única en las colecciones de hombre y mujer. Con su nombramiento también se pretende elevar la estrategia de la compañía para actualizarla, aunque los especialistas de la moda apuntan a que Simons desea devolver a Calvin Klein el esplendor creativo que alcanzó en la década de los 90.
Por toda la incertidumbre que rodea esta nueva apuesta de identidad, el nuevo logotipo resulta aún más confuso; desde el punto de vista gráfico es poco o nada original. Y, desde el punto de vista estratégico este cambio (más allá de las mayúsculas) no aporta mucho a la compañía. En resumen, Calvin Klein ha cambiado su logotipo pero nadie entiende por qué y menos ¡por qué así!