Norilsk: «Winter is coming», por Pedro Saavedra

Un proyecto foto-documental sobre la gran desconocida Norilsky y Dudinka: el ártico ruso.

Barrio residencial de Oganer, perfieria de Norilsk, a 7 kilómetros del centro de la ciudad.

Cuando vives la experiencia de estar a cerca de menos 40 grados comprendes que las escenas de Juego de Tronos son ciencia ficción, y no precisamente por los dragones de Daenerys Targaryen, sino porque en Invernalia van muy poco abrigados, y eso es mentira. Vivir en una ciudad como Norilsk no tiene porque ser imposible dadas estas condiciones, pero para alguien que viaje desde Sevilla, un lugar del sur de España donde los 45 grados, o más de 45, son positivos, la experiencia puede resultar muy dolorosa.

Ya la bienvenida es tal y como se la imagina el viajero, y es que llegar desde el aeropuerto al centro de la ciudad es toda una experiencia.

Aquí cuando hace mal tiempo cortan las carreteras a todo vehículo que no sea un medio de transporte oficial, como por ejemplo, los autobuses de la ciudad. Lo hacen para que no haya accidentes de tráfico, así y todo no es extraño ver una colisión de tres o cuatros vehículos.

Norilsk es una de las ciudades consideradas secretas hasta hace muy poco, es decir, ciudades o pueblos de la antigua Unión Soviética donde entrar era casi imposible debido a su actividad industrial militar. Aunque la cifra de ciudades prohibidas se ha visto significativamente reducidas desde mediados de 1990, siguen existiendo; los extranjeros, exceptuando los bielorrusos, tienen restringido el acceso a ciudades como Kayerkan, Talnakh, Dudinka, Igarka y también Norilsk. En Norilsk no hay turismo y los rusos sólo pueden entrar con permisos concretos.

El objetivo en este viaje era conocer la periferia de Norilks, Oganer, un barrio residencial con algunos edificios abandonados que está a tan sólo 7 kilómetros del centro de la ciudad.

Éste sin duda es el lugar perfecto para tomar fotos: territorios raspando el no-lugar, su arquitectura soviética y cómo el ser humano se ha ido adaptando a éste medio rudo.

Pero antes de continuar, ¿qué sabemos de esta ciudad? La joven metrópoli de Norilsk fue fundada en 1920, pero con estatus de ciudad desde 1953. Está muy arriba, a unos 300 kilómetros al norte del círculo polar, 3.000 al nordeste de Moscú y es la ciudad de más de 100.000 habitantes más al norte del planeta.

Por las tardes se pasea por el barrio haciendo esquí de fondo. Yulia, 29 años, está casada con Maxim. Trabaja como monitora de esquí y snowboard para niños. En su tiempo libre, como la gran mayorías de los jovenes, practica deporte en la nieve.

Las temperaturas mínimas pueden llegar a alcanzaren invierno más de 52 grados bajo cero y, a veces, records de hasta 64, que combinado, por ejemplo, con vientos 40 metros por segundo produce una sensación térmica como si estuviéramos a menos 118 grados.

Si pones el nombre de esta ciudad en cualquier buscador de internet, la mayoría de la información que encontrarás es sobre su contaminación, lo más repetido es que Norilsk es la ciudad más contaminada del mundo por su gran actividad industrial metalúrgica. Pero esto es meridianamente falso, como casi cualquier información que viaja por internet y es repetida y coreada hasta la saciedad.

La ciudad de Norilsk prácticamente existe gracias a lacompañía de minería MMC Norilsk Nickel, la responsable del empleo y riqueza de la ciudad con más del 50% de la fuerza laboral de la ciudad. Y aunque a ella esté atribuida la contaminación de la ciudad, información virilizada hasta el hartazgo, lo cierto es que esta compañía poco a poco se ha ido descentralizando para llevar su producción a las a fueras y con ello minimizar considerablemente la contaminación en el centro de la ciudad. Lo mismo pasa con el bulo de la escasa o nula vegetación a causa de la polución, primero que es el falso, sí existe vegetación. A la mínima que sales un poco del centro de la ciudad. Y segundo, Norilsk está en medio de la tundra, que describe perfectamente la región biogeográfica polar donde se encuentra y cuya vegetación, lógicamente, es de bajo crecimiento.

La gente hace una vida normal, pero no esperes mucha gente en la calle tomando cerveza o en un velador, nada de eso. La gente hace la compra, va al trabajo; los niños a las escuelas, también hacen esquí de fondo; y todos se divierten en sus casas, ríen, charlan, beben, escuchan música; también hacen su propia comida, y eso sí, se levantan muy temprano.

El concepto de vida occidental tal y como se concibe en Europa occidental nada tiene que ver con el de esta gélida ciudad, que rara vez se tira a la calle, y cuando lo hace es para celebrar la llegada de la larga noche polar o algo de corte patriótico.

Pero en el centro de la ciudad, al igual que en cualquier ciudad del planeta, hay cines, teatros y supermercados, sí en plural, y con productos algunos muy, muy caros, ya que la logística para poder traerlos a la ciudad es muy compleja. La forma de transportar estos alimentos es a través de rompehielos o avión, y algunos alimentos sólo por aire, ya que el extremo frío del exterior es mayor que el del interior, y algunas hortalizas se mantienen mejor dentro de la aeronave. Todo esto a diferencia de la cerveza, un producto local del que se sienten muy orgullosos.

El hombre bueno. Andrey Kiiko, 46 años, trabajador de la compañía miners MMC Norilsk Nickel. Habla por el móvil para gestiona la logística y transporte de los alpinistas catalanes que habían viajado hasta el ártico para escalar por primera vez algunas cascadas heladas en el plato de Putorana.

Ante lo que las bajas temperaturas puedan sugerir, en Norilsk hay un festival de jazz internacional bastante consagrado, el Live sound de Norilsk, que se inaugura cada año. Andrey Kiiko es uno de esos aficionados al jazz de Norilsk. Humilde y gentil, además de aficionado al jazz y la fotografía, Andrey, es un fiel trabajador en la compañía Norilsk Nickel, entidad que siempre defiende con orgullo cuando sale en cualquier conversación.

Habla poco inglés, mira siempre avergonzado y con una sonrisa limpia, es un ser noble y fiel, se siente orgulloso de su ciudad, y siempre ayuda en la logística con los viajes.

Muchos de los trabajos de estas zonas inhóspitas del extremo Norte del ártico ruso, por el clima extremadamente adverso, tienen increíbles beneficios, como por ejemplo, vacaciones extras o pagadas, beneficios por discapacidad, beneficios de vivienda y beneficios de jubilación. Ese es el caso de Maxim, un bombero de 30 años. Vive junto con Yulia, una monitora de esquí de 29 años, y su historia ayuda a comprender mejor como vive un ciudadano de Norilsk: a Maxim le faltaban tan sólo unos 5 años para dejar de trabajar, y con tan sólo 30 dedicarse a vivir, tener hijos y disfrutar de la vida en pareja. ¿Quién no firmaría eso? 15 años de trabajo en vida.

Pero nada es gratuito, y además del extremo frío, lo peor que llevan es cuando el sol nunca se pone tras el horizonte desde finales de mayo hasta finales de julio, o al contrario, cuando se sumergen en la noche polar durante 45 días.

El desgaste psicológico y la rápida adaptación a estos cambios es terrible.

Durante el invierno es muy habitual que la gente almacene comida en containers alrededor del barrio, o en su propia casa, que algunas llegan a tener hasta un frigorífico y dos arcones para congelar comida y especialmente verdura.

Lo que más piensa un ciudadano occidental es que hay que estar loco para ir a un lugar tan triste, frio y desolado —según ellos—: ¿Por qué allí?, ¿no hay partes del mundo mejores para vivir? Una de las muestras más evidentes de desconocimiento, así en general, y por qué no, también de chovinismo del malo, es cuando alguien te hace este tipo de preguntas. En primer lugar el ser humano se adapta al entorno en el cual vive —y a veces sobrevive—. Después diría que hace muchos cientos y miles de años todos los pueblos que fueron nómadas antes de desarrollarse la agricultura y la ganadería pensaron que esos lugares eran lo mejor para vivir, era lo que frecuentaban, desconocían lo que había más allá a miles y miles de kilómetros. Y ahora no estamos hablando tanto del ciudadano de Norilsk, que en un porcentaje muy amplio lo hace por pura economía, sino de los indígenas Nenet, pastores de renos nómadas del Taymyr, junto a la orilla Oeste del río Yenisei. Estos viven cerca de Dudinka, la capital del ártico ruso, a unos 89 kilómetros de Norilsk. Estos indígenas bastante desconocidos —no son como los de la península de Yamal—, algunos ni han visto un extranjero en su vida.

Esta zona del norte de Krasnoyarks es uno de los nueve krais de Rusia.

Las brigadas de Nenets, repartidas por este territorio, viven como nómadas en sus Balok, sus casas, gracias al pastoreo de renos que trasladan de un terreno a otro según la cantidad y calidad del pasto. Para llegar hasta estas brigadas hay que desplazarse 75 kilómetros en helicóptero desde Dudinka a Tukhard —o trineo si tienes peor suerte—, localizada en la tundra Gydanskii y el campo de gas Messoyakha suministrada por ambas ciudades: Un campo helado dibujado por cientos de kilómetros de tubos plateados.

Cuando le preguntaron a Maxim cómo se puede vivir con estas temperaturas tan extremas, el respondió, «como se puedes vivir en el España con 45 grados», sonrío y siguió preparando la comida para sus perros.

Fuera seguía nevando.

pedrojosesaavedra.com


Pedro J. Saavedra Macías

(Fotografía y texto)
Director de Arte y apasionado de la fotografía, el vídeo y los viajes. Trabaja en proyectos diversos relacionados con el territorio, el deambular, la deriva y la espiritualidad; los espacios y aquellos que los habitan. Aventurero inquieto, explorador y curioso compulsivo que le llevaron a descubrir la Ashura en Irán, los guerrilleros zapatistas en Chiapas, la misteriosa Pyongyang en Corea de Norte, los campos de refugiados de palestinos en Cisjordania, Hezbollah en Beirut, la recóndita Albania, el peligroso barrio del Chorrillo en Ciudad de Panamá, Transnistria -el país que no existe-, la ciudad fantasma de Pripyat en Chernobyl, la república independiente de facto Abjasia en Georgia, o la peregrinación de Arbaeen en Irak . Su reflexión sobre la belleza y la melancolía como eje transversal de su trabajo ha llevado a que sus trabajos se difundan en exposiciones y diversos medios del sector especializado.
Esta anciana de la etnia Nenet procede de una brigada asentada en la Tundra de la zona del norte de Krasnoyarks, uno de los nueve krais de Rusia. Nunca vio antes un extranjero de fuera de su región.
Atardeceres interminables. Se acercan días interminables, horas y horas de luz que afectan psicológicamente a los que los que viven en esta zona del ártico. Por eso los atardeceres, cada vez más, empiezan a ser eternos dejando en cada rincón de la ciudad fotografías de una belleza indescriptible.
Para compensar el gris de los días en el ártico, la mayoría de los edificios están pintados con colores vivos, que poco a poco van perdiendo el color por la erosión climática.
Barrios completamente congelados. Periferia de Norilsk, barrio de Oganer. Los barrios durante el invierno están inmersos en nieve que se descongela en verano causando algunas pequeñas arriadas. La actividad humana es mínima, la fotografía habitual son personas deambulado en medio de un escenario post-apocalíptico.
Carne congelada. Durante el duro invierno se congela parte de la comida, sobre todo las verduras y frutas. Lo normal es que las familias tengan uno o dos frigoríficos y un arcón para congelar. Es muy habitual los frutos del bosques para acompañar las comidas, sobre todo el arándano rojo.
Las famosas chimeneas de Norilsk Nickel. El paisaje de chimeneas humeantes de Norilsk forma parte del skyline simbólico e identitario de esta ciudad. Éstas se pueden ver desde cualquier lado de la ciudad
Edificios de estilo neoclásicos medio abandonados en la ciudad vieja de Norilks, desde donde fue creciendo la actual ciudad. Zona que todavía está poco explorada, ya que hasta hace muy poco estaba completamente prohibido su acceso.
Donde empezó todo. La ciudad vieja de Norilks es el lugar donde empezó todo y desde donde la ciudad fue creciendo poco a poco. Edificios de piedra con arquitectura clásica se mantiene helados en su interior, oficinas, almacenes, casas…
Dudinka, la capital del ártico ruso. A tan sólo unos 89 kilómetros de Norilsk se encuentra Dudinka, la simbólica capital del ártico ruso y puerto del curso inferior del río Yeniséi, el quinto río más largo del mundo accesible para buques de transporte marítimo.
Edificios soviéticos abandonados en el momento de su construcción. Bloques de edificios que fueron abandonados en el momento de su construcción cuando cayó la Unión Soviética a afínales en el 1991. Estos se pueden visitar sin problema haciendo esquí de fondo los meses de invierno.
Al contrario de otros lugares en el mundo, es costumbre en Rusia no derribar con las construcciones que se abandonan.
La primera vez que ve a un forastero. Veterana mujer de la etnia Nenet mira fijamente a cámara en el interior de su Balok. Posiblemente sea la primera vez que ve un forastero venido de Europa.
Cómo puedes vivir en un lugar donde se alcanza 45 grados de calor. Maxim, 30 años, nos habla de su día a día en la cocina, donde el y su mujer hacen prácticamente su vida, ya sea cocinando, escuchando música, etcétera… Es bombero, está casado con Yulia y tienen dos perros. Viven en la periferia de Norilsk. En su tiempo libre practica de porte.
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