Óscar Guayabero reflexiona entorno a la autoría de la que es quizás la frase más icónica del diseño y la arquitectura.
«Menos es más» (Less is More) es, quizás, la frase más famosa de la historia del diseño y la arquitectura y, sin embargo, a menudo se ha atribuido erróneamente su autoría. Ha pasado a la posteridad como sentencia del arquitecto Mies van der Rohe (1886-1969) y alrededor de ella se ha construido un relato de funcionalidad, contención formal y racionalismo.
Todo indica que Mies oyó esta frase en el estudio de su mentor y maestro Peter Behrens (1868-1940), donde estuvo como ayudante durante un tiempo, muy al inicio de su carrera. Behrens, por cuyo despacho también pasaron otros tótems de la arquitectura, como Walter Gropius y Le Corbusier, reclutó a Van der Rohe para trabajar en aspectos de la Fábrica de Turbinas AEG en Berlín, entre 1907 y 1910.
Mies van der Rohe lo confesó en un libro de memorias: «Lo escuché en la oficina de Behrens por primera vez. Tuve que hacer un dibujo para la fachada de una fábrica. No había nada que hacer con esto. Las columnas medían 5,75 metros. Lo recordaré hasta que muera. Le mostré un montón de dibujos de lo que se podía hacer y luego dijo: «Menos es más». Yo no entendí pero vi que lo decía en serio».
Incluso hay otras teorías sobre el origen de la frase. Una tiene como autor al pintor de la generación del expresionismo abstracto Ad Reinhardt (1913-1967) que en una entrevista dijo: «Mientras más cosas contenga, cuanto más ocupada sea la obra de arte, peor será. Más es menos. Menos es más».
El pintor Ad Reinhardt ya aseguró en una entrevista que «Mientras más cosas contenga, cuanto más ocupada sea la obra de arte, peor será. Más es menos. Menos es más».
Tendría sentido, ya que la obra de Reinhardt tiende al reduccionismo casi total, que parece anticipar el minimalismo que surgiría décadas más tarde. También se le ha asignado la autoría al poeta alemán Christoph Martin Wieland (1733-1813) quien escribió la siguiente sentencia «Und minder ist oft mehr, wie Lessings Prinz uns lehrt» (Y menos es a menudo más, como nos enseña el príncipe de Lessing), haciendo referencia a un personaje del poeta también alemán Gotthold Ephraim Lessing (1729-1781).
En todo caso, sea o no suya, Mies van der Rohe hizo bandera de la frase, sobre todo a partir de la década de los cincuenta, ya instalado en Estados Unidos. A mi entender, el aforismo se ha malinterpretado bastante, tomándolo como dogma de una cierta desnudez formal y un funcionalismo reduccionista.
A poco que uno estudie la obra del arquitecto, verá que de simple no tiene nada, la complejidad de sus edificios, pese a utilizar formas puras y volúmenes compactos, es extrema. Hay múltiples lecturas posibles a edificios como el Pabellón Alemán de la Exposición Universal de Barcelona del 1929, el Seagram de Nueva York o la casa Farnsworth pero ni la simpleza ni la falta de ambición estética son parte de ellas.
Ya se sabe que cuando una frase hace fortuna es difícil controlar su alcance y la lectura que se hace de ella. Lo que es indudable es el peso que ha tenido durante buena parte del siglo XX en el entorno del diseño/arquitectura. Tanto es así que otros creadores han sentido la tentación de matizar o incluso contradecir la sentencia original.
Pocos años después de que el arquitecto alemán popularizara la famosa frase, el diseñador/inventor/arquitecto/visionario Buckminster Fuller (1895-1983) la personalizó modificándola hasta: «Hacer más con menos». Puede parecer lo mismo, pero hay diferencias sustanciales.
Fuller rehuía los dogmas, como norteamericano pragmático, su visión era mucho más práctica, deudora de la ingeniería. En realidad, a ese proceso le llamó «efemerización» y se trataba de conseguir los máximos resultados con la menor inversión de material y energía.
Es el mismo principio que le llevó a crear el concepto dymaxion, que se define como «la máxima tensión dinámica» que es capaz de soportar una estructura y que hizo posible las cúpulas geodésicas.
Cuando en 1966, el arquitecto estadounidense Robert Venturi (1925- 2018) escribió Complexity and Contradiction in Architecture, el que sería el libro más importante al inicio de la postmodernidad, no solo revisó los clásicos desde la arquitectura griega al Renacimiento sino que también revisó el paradigma del movimiento moderno, y con él, la frase atribuida a Mies.
Venturi escribió: «Doy la bienvenida a los problemas y exploto las incertidumbres. Al abrazar la contradicción tanto como a la complejidad, busco la vitalidad tanto como la validez. Me gustan más los elementos que son híbridos que los “puros”, los comprometedores más que los “limpios”, los distorsionados más que “sin dobleces”, los ambiguos más que los “articulados”…, redundantes más que simples; contradictorios y equívocos más que directos y claros… Estoy por la riqueza de significado más que por la claridad de significado… Una arquitectura válida evoca muchos niveles de significado… sus elementos se hacen legibles y explotables en varias maneras a la vez».
Para concluir: «Menos es el aburrimiento» (Less is a bore). Con ello, intentaba desarticular el tardomodernismo que se había convertido, en muchos casos, en un recetario de formas compungidas, anorexia formal y simpleza disfrazada de minimalismo. Años más tarde, rectificó y dijo que su crítica no era justa con lo que Mies van der Rohe había aportado a la arquitectura.
Pero en realidad, yo siempre lo entendí como una crítica a sus seguidores menos inspirados que copiaban los tics formales, más que al sentido primigenio de su trabajo.
Ciertamente, el movimiento moderno, a pesar de estar dirigido, al menos en teoría, a mejorar la vida de la clase trabajadora, ha sido en infinidad de ocasiones la coartada para una arquitectura insensible con las necesidades de la diversidad cultural y una forma de construir barato y rápido los pisos-colmena donde encajar a una población rural que migró a las ciudades en busca de una vida mejor y acabó segregada en las periferias urbanas.
En el diseño gráfico, esa rémora del tardomodernismo se tradujo en fórmulas para diseñadores miedosos donde parecía que si se usaba la Helvetica, se dejaban muchos blancos, se usaban pocas tintas y se hacían bloques de texto como manchas geométricas, el éxito estaba asegurado.
Quizás por eso, un diseñador gráfico como Milton Glaser (1929-2020) también revisitó la frase y en su conocido decálogo apuntó: «Al ser hijo del modernismo escuché este mantra toda mi vida: “Menos es más”.
Una mañana, antes de levantarme, me di cuenta de que era un sinsentido total, un asunto absurdo y bastante vacío. Pero suena importante porque contiene dentro de sí una paradoja resistente a la razón.
Sin embargo, no funciona cuando pensamos en la historia visual del mundo. Si observas una alfombra persa, no puedes decir que menos es más porque te das cuenta de que cada parte de esa alfombra, cada cambio de color, cada cambio de forma es absolutamente esencial para su calidad estética.
No se puede probar de ninguna manera que una alfombra lisa es superior. Lo mismo con el trabajo de Gaudí, las miniaturas persas, el art nouveau y muchas otras cosas. Tengo una máxima alternativa que creo que es más apropiada: “Suficiente es más”».
Es interesante que el concepto «suficiente» es tremendamente ambiguo, algo muy propio de la postmodernidad donde las certezas dejaron paso a la incertidumbre y donde ya no cabían los dogmas de fe.
A pesar de ello, otro diseñador gráfico, Massimo Vignelli (1931-2014) ferviente seguidor del movimiento moderno, aún cuando su trabajo se desarrolló en buena parte dentro del periodo postmoderno, ironizó sobre la evolución del diseño acuñando frases para las décadas de la segunda mitad del siglo XX en lo que llamó Schematic chart of ideological and design changes from the 60s to the present (Gráfico esquemático de cambios ideológicos y de diseño desde los 60 hasta la actualidad).
Así, según Vignelli, los años 60 se definían con el «Less is More» de Mies; los años 70 con el «Less is a Bore» de Venturi; los años 80 con un maximalista «The more the better» (Cuanto más mejor); los años 90 con un retorno al pragmatismo, expresado con «Less is less, more is more» (Menos es menos, más es más) y finalmente, los 2000 con un pusilánime «Less & More» (Menos y más).
Vistas estas citas cruzadas con origen difuso y las autoreferencias, críticas y homenajes a lo largo de todo el siglo XX, parece evidente que si algo queda claro, es que todo dogma es relativo… más o menos.