Asya Ivashintsova siempre supo que su madre realizaba fotografías, pero nunca entendió completamente cuán profunda era esta pasión hasta hace poco. Cuando Masha Ivashintsova falleció en 2000, dejó una serie de cajas con pertenencias y recuerdos que permanecieron intactas hasta finales de 2017.
Tras su muerte, las cajas con los recuerdos de Masha Ivashintsova aparecieron en el ático de su casa. Y fue en ese momento cuando Asya descubrió más de 30.000 negativos, películas sin revelar y diarios personales, que mostraban con todo detalle cómo había sido la vida de su madre.
Nacida en 1942, Masha usó la fotografía como un diario visual de su vida, tomando fotografías desde los 18 años hasta un año antes de su muerte. Al alcanzar la mayoría de edad en la URSS, Masha estuvo muy involucrada en el movimiento under de poesía y fotografía de Leningrado, y su vida se entrelazó con tres grandes artistas del momento: el fotógrafo Boris Smelov, el poeta Viktor Krivulin y el lingüista Melvar Melkumyan, padre de Asya con quien viviría la mayoría de su infancia y juventud. Al igual que Vivian Maier y Milagros Caturla, Masha escondió su talento fotográfico al mundo.
«Su amor por estos tres hombres tan diferentes definió su vida, la consumió y la destrozó por completo. Ella creía, realmente, que ellos la ensombrecían y, como consecuencia, nunca mostró sus trabajos de fotografía, sus diarios y su poesía a nadie durante su vida», explica su hija Asya Ivashintsova tras leer sus diarios.
Desde que encontró las fotografías, Asya, junto con su esposo y dos amigos cercanos, han estado escaneando lentamente el trabajo de Masha y mostrándolo públicamente. Un homenaje por parte de Asya como muestra de afecto a su madre, otra de las mujeres que creyó que debía ocultar su trabajo, pero que gracias al paso del tiempo ha podido salir a la luz su gran talento. Masha Ivashintsova es otra de las mujeres ocultas por la historia.