Los Juegos Olímpicos de Río es el tema más recurrente de los últimos días y, hablar de este evento deportivo, casi inevitablemente, nos hace recordar uno de los elementos más reconocibles de de los JJOO: las mascotas. A lo largo de la historia del olimpismo se han ido sucediendo diferentes mascotas dando lugar a una galería de atrocidades que a veces da miedo
Empecemos por el principio. La primera mascota Olímpica fue Waldi, un perro diseñado por nada menos que Otl Aicher para los Juegos de Múnich 1972. Desde luego, Aicher no pasó a las páginas de la historia por haber dado vida a la mascota perruna. Aún así, cabe señalar que Waldi sí que contemplaba un proceso de diseño que le ha permitido mantenerse en una forma aceptabe tras cuatro décadas.
A partir de Múnich se abrió la caja de los truenos. La segunda mascota fue la de Montreal 1976. ¡Un castor!! El roedor en cuestión se llamó Arnik y sólo verlo da repelús.
Siguiente nivel. Llegamos a Moscú 1980 con el osito Misha como mascota. Misha fue creada por el ilustrador de libros para niños Víctor Chizikov. Los que se sientan nostálgicos (y sean un poco viejunos) posiblemente recuerden la canción de cabecera de su versión en dibujos animados.
Cuatro años más tarde fue el turno de Sam, el águila calva que fue la mascota de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984 y donde se nota la mano de la factoría Disney.
En los Juegos de Seúl 1988 le tocó al tigre Hodori ostentar el título de mascota oficial. La elección del tigre se debía a que es uno de los animales representativos de la tradición y los cuentos populares surcoreanos.
Y llegamos a Cobi y los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. De nuevo un perro -como Waldi-, diseñado en esta ocasión por Mariscal, l’enfant terrible del diseño español. Junto al oso Misha, Cobi ha sido una de las mascotas más populares.
De nuevo en Estados Unidos, Izzy fue la mascota de los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996. A pesar de que la ingeniería de marketing estadounidense es una de las mejores en dar salida al su merchandising, esa mezcla de distintas figuras amorfas que era Izzy no tuvo demasiado éxito entre el público.
Desde aquí estamos convencidos de que si hubiera un podium de las mascotas más atroces, Izzy tendría muchas papeletas para llevarse una de las medallas. Aunque claro Olly, Sid y Millie, las tres mascotas de Sydney 2000 siempre se llevarían la palma.
Entendemos que Olly, una cucaburra; Sid, un ornitorrinco y Millie, un equidna, son animales raros, raros… Pero, ¿era necesario hacerlos tan feos?
Athenà y Phèvos fueron las mascotas de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Estos dos muñecos representan a dos niños y sus nombres provienen de dioses de la mitología griega: Atenea, protectora de la ciudad, y Febo, dios de las artes y el deporte.
Y si éramos pocos… No contentos con una ni dos mascotas, en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 no se cortaron un pelo y decidieron diseñar cinco mascotas. El conjunto se llamó Fuwa. Por separado son: Jingjing, un panda; Son Beibei, un pez azul; Huanhuan, una antorcha roja; Yingying, un antílope tibetano; y Nini, una golondrina verde. Juntos conforman la frase Beijing «huanying ni», que significa «Pekín te da la bienvenida».
Las mascotas olímpicas de Londres 2012 son Wenlock y Mandeville. Representan dos gotas de acero del estadio olímpico de la capital de Reino Unido. Sus nombres recuerdan capítulos memorables de la historia olímpica inglesa.
Y llegamos hasta el día de hoy. Vinicius (un atípico felino) y Tom (una planta) son los encargados de representar los actuales Juegos Olímpicos y Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro 2016. Pretenden simbolizar, respectivamente, la fauna y flora de Brasil, y su riqueza natural.
Y ahora, ¿sigues pensando que Cobi es un espanto? ¿Crees que son necesarias las mascotas olímpicas? ¿A cuál le darías la medalla de oro en diseño?