María Medem: «En realidad siempre estoy haciendo un cómic»

María Medem compagina su pasión por el cómic con su trabajo como ilustradora en cabeceras internacionales como New York Times o The New Yorker. La autora acaba de publicar un inmenso trabajo, Por culpa de una flor, una muestra de cómo el medio se puede expandir hacia nuevos horizontes cuando no se pone frenos al talento. Con Medem hablamos de la obra y de su trayectoria. ¿Qué es Por culpa de una flor? Es un cómic. Un libro que me ha llevado mucho tiempo. Por eso me cuesta un poco hablar de ello. Supongo que habla de un viaje, tanto interno como externo, entre otras cosas. Es tu nueva obra pero no tu primer trabajo. Con Cenit irrumpes con fuerza en el mundo del cómic. ¿Cómo fueron tus comienzos en el medio? Primero empecé con los fanzines. Me gusta mucho todas las posibilidades que tiene el medio y la libertad que da la autoedición. Puedes jugar con el lenguaje y hay una libertad total que solo depende de las ganas que tengas de dibujar. el fanzine como germen ¿Descubres el fanzine en tu Sevilla natal? Los fanzines los descubrí en realidad por internet, con la web Tik Tok Cómics que llevaba Ana Galvañ. Allí publiqué también una pequeña historia. Posteriormente en Barcelona fue donde tuve la primera ocasión para hacer fanzines y venderlos. Allí se celebra el Graf, el Gutter Fest... y está la librería Fatbottom que tiene un montón de fanzines tanto de España como internacionales. Allí Nico, de la tienda, me sugirió que podía dejar mis fanzines y es así como conocieron mi trabajo desde Apa Apa Cómics. La editorial me propuso entonces hacer Cenit. En realidad sigo haciendo fanzines. En 2019 hice uno que se llamaba Tregua por ejemplo, en el que me he basado un poco para hacer Por culpa de una flor. Tengo bastantes y quiero hacer alguno más el año que viene. En el fanzine tienes que asumir los roles de todas las partes de proceso de la edición. Y eso me ayuda a la hora de tomar decisiones cuando realizo una obra. Por ejemplo, con el color. Me facilita la labor saber cómo se va a editar. De la autoedición me gusta imprimir y preparar los archivos. Lo que menos me gusta es la distribución. «De la autoedición, lo que menos me gusta es la distribución» María Medem Tenderete, Graf, Guillotina... En todo el país hay cada vez más festivales dedicados al fanzine. En Andalucía hubo un momento de mucho movimiento y después un gran parón, probablemente porque los artistas se fueron a Madrid y Barcelona, ahora hay en Sevilla un festival nuevo, Skisomic. Que haya un festival hace que la gente se anime a hacer más porque es algo muy fresco y divertido y dan ganas de participar. A mi me resulta muy útil para experimentar y encontrar el lenguaje en el que te encuentras más cómodo. Cenit es la ópera prima de la autora. En Cenit, a pesar de trabajar con una editorial, mantienes la libertad de los códigos narrativos que te da el fanzine. Lo que quería hacer es algo que me gustase leer. Con Cenit, como me ha pasado después con Por culpa de una flor, quería hacer un cómic corto y luego se alargó la cosa. Pensando que iba a ser algo pequeño me lo tomé con alegría y frescura. En el caso de Cenit iban a ser setenta páginas y acabaron siendo ciento veinte. En el caso de Por culpa de una flor iban a ser cien y al final fueron trescientas. Aprovechas los recursos de la autoedición en una gran producción. Expandes el contenido de un modo que sería impensable si lo tuvieses que editar tu misma. Eso es gracias a Apa Apa Cómics. Toni (Mascaró), que es el editor me puso una especie de límite pero no le pareció mal que creciese. Es un editor que me ayuda mucho y sé que tengo su confianza. Sé que si algo no está bien me lo va a decir. Desde Apa Apa Cómics están dando voz a un gran número de nuevos talentos como Conxita Herrero, Ana Galvañ, Begoña García-Allén... Hacen una cosa muy importante. Si no estuviesen ellos el panorama sería menos diverso y yo probablemente nunca hubiese hecho un cómic. Buscan, además, que los libros se editen en función de cómo lo pensáis los autores. En el caso de Por culpa de una flor, al ser un libro tan gordo, se plantearon editarlo de forma conjunta con Blackie Books. Hubiese salido de todos modos pero probablemente en un formato más pequeño. Es lo que la historia pedía, el tipo de papel que requería para meterte mejor en la historia. Ellos se esforzaron por sacar la edición que tenía que ser. En Cenit se anticipan algunos de los grandes temas de la autora. Con Cenit hiciste una apuesta muy personal que fue respaldada por crítica y público. Tu primer trabajo estuvo lleno de premios. ¿Cómo lo viviste? Con mucha ilusión porque me costó un gran esfuerzo hacer el libro. Entonces dibujaba más lento. Estuve un año casi sin salir de casa y ese reconocimiento fue muy bonito y me sirvió de ánimo para afrontar nuevas historias. la ilustración El mundo de la ilustración empieza a estar muy presente en ese momento en tu trayectoria. Complementa lo que hago en el cómic y me ayuda a encontrar nuevas ideas. Intento no tomar el camino fácil y aportar algo distinto en cada nueva colaboración. Como me dan el texto, intento que la ilustración no sea literal. Busco nuevos enfoques y hago ejercicios mentales, busco soluciones gráficas que luego me ayudan. También me ayuda a componer la página. En ilustración me piden a veces que haga algo similar a lo que hago en cómic, que meta viñetas por ejemplo. En la ilustración vemos alguno de los elementos gráficos de tu estilo. Un trabajo de síntesis con una línea muy depurada. Intentas plasmar de una forma sencilla mensajes complejos con una elipsis narrativa muy potente. Es que en la ilustración no me piden algo distinto a lo que hago en cómic. Cuando me buscan para ilustrar un artículo esperan que lo haga así. Me ayuda con la narrativa y a pensar ideas. Cuando leo un artículo estoy aprendiendo sobre temas nuevos y le doy muchas vueltas que luego puedo aprovechar para los cómics. María Medem trabaja habitualmente en cabeceras internacionales. ¿Es diferente realizar un dibujo para una ilustración o un cómic? Sí, claro. En una ilustración me tengo que adaptar al gusto de un equipo. Tiene que ajustarse a un texto que no hago yo. El cómic es más libre. Elijo la trama y todo. Es más personal. Por culpa de una flor, por ejemplo, tiene trescientas páginas mientras que en una ilustración tienes que transmitirlo todo. Sí. Tiene tantas páginas porque me centro en los detalles, en crear una atmósfera. Me gusta tener espacio para contarlo todo. En una ilustración tengo que transmitir en un golpe de vista, pero no tengo la intención de contarlo todo porque si no sería bastante angustiante. Voy a la síntesis. Busco la idea principal y me centro en ella. «En una ilustración tengo que transmitir en un golpe de vista, pero no tengo la intención de contarlo todo porque si no sería bastante angustiante.» María Medem Estamos en una comunidad global y cada vez es más fácil llegar a otros espacios. Comienzas colaborando a nivel nacional pero enseguida empiezas a trabajar a nivel internacional con cabeceras como el The New York Times. Sucedió todo con mucha naturalidad. He visto que ha pasado a mi alrededor con gente que permanecía fiel a un estilo. Antes parecía que los ilustradores tenían que ser capaces de adaptarse a cualquier estilo. Yo veía gente que apostaba por un estilo fijo y no renunciaba a él cuando le llegaban los encargos. Cuando me llegó el primer encargo, del The New York Times, me relajé un poco por eso. Los directores de arte son conscientes de lo que esperan. Ilustración para Eye On Design ¿Es muy diferente trabajar en el mercado nacional o internacional? Es que sobre todo he trabajado en el internacional. Veo que hay más trabajo y le dan mucha importancia a la ilustración. Tienen una idea muy clara de lo que quieren pero se saben adaptar a las necesidades del artista. No puedo comparar mucho porque para España sobre todo he colaborado con músicos o haciendo carteles más que en prensa. Entiendo que el director de arte es importante. Sí, claro. Es como trabajar con el editor. A veces te pasa el artículo y punto. Otras veces te traslada sus ideas y en función del tiempo puedes darle más o menos vueltas. Siempre suele haber un par de rondas de cambios. Nadia Hadif, Raisa Álava, Laura Pérez, Sonia Pulido, Genie Espinosa... muestran el buen momento que está pasando la ilustración española a nivel internacional. Ana Galvañ... mucha gente. Tiene que ver con internet. Es más fácil que se vea tu trabajo. Una vez empiezas a trabajar con ellos es más fácil que te tengan en cuenta. También suelen hacer listas cada año de las ilustraciones que más les han gustado. Los directores de arte están muy atentos de lo que sucede a nivel global, no solo en Nueva York. El trabajo de María Medem genera atmósferas singulares. Tanto en ilustración como en cómic, se buscan voces propias. Lo que antes se consideraba independiente hoy parece mejor preparado para llegar a la gente. Parece que se va de lo pequeño a lo universal. Estoy de acuerdo. No sé por qué sucede pero me alegro. A mí me enseñaron que había que ser capaz de hacer cualquier tipo de ilustración y he tenido la grata sorpresa de que se acepta sin problemas que haga lo que me interesa y representa. Pasa también en la literatura y el cine. «A mi me enseñaron que había que ser capaz de hacer cualquier tipo de ilustración» María Medem el libro y sus referencias Todo nace del cómic y a ello vuelves Por culpa de una flor. En realidad siempre estoy haciendo un cómic. Cuando acabo un encargo o una ilustración siempre vuelvo al cómic. Lo considero más personal, me divierte y lo disfruto. Ahora no porque acabo de terminar el libro pero siempre ando con algo. Por culpa de una flor es la relación de la protagonista con la flor del título. Es el punto de partida pero te sirve de excusa para hablar de la sociedad, del individuo, del modo en el que nos relacionamos... Creo que hay una cierta superación de la nostalgia y una parte útopica. Va de una persona que está sola y cuida a una flor, que es su manera de anclarse en la realidad, su motivo para vivir. Está un poco desubicada hasta que conoce a otra persona. La flor, una de las protagonistas de la obra. El comienzo me recuerda un poco a El Principito. Me lo han dicho pero no lo he tenido muy presente. Me lo leí hace mucho tiempo. Otro referente que veo es Moebius. Moebius sí que he leído mucho. Yo leía cómics en la adolescencia y cuando conocí la obra de Moebius o de Clowes para mi supuso un cambio en la forma de entender el cómic. Me volvió loca. Lo que más se me quedaron son sus paisajes y el color. De las historias no me acuerdo tanto. Intentas huir de la literalidad en tu trabajo. Hay un contenido poético que se filtra en toda la obra y que interpela al lector o lectora para que añada sus propias reflexiones. Lo que sí me ha influido es la obra de Lorca. Estuve leyendo su teatro antes de empezar con el libro y me gustó mucho Doña Rosita o el lenguaje de las flores. La poesía me gusta mucho y no me interesa que me cuenten el significado de lo que están transmitiendo. Me da mucho coraje cuando te ponen anotaciones explicándotelo todo. Me gusta que haya una parte de misterio, de interpretación. Al intentar afinar tanto se pierde parte del significado profundo. En tu trabajo imagen y texto suman más que las partes individuales y tienen un disfrute sinestésico. Me gusta trabajar las atmósferas. Yo empiezo escribiendo y detallo mucho los olores, las texturas que quiero transmitir. Al pasar a las viñetas intento trasladar esas sensaciones sin usar textos y onomatopeyas, de una manera visual. En ese sentido me gusta que tenga ese componente sinestésico. Hay una vuelta a la tierra. La textura está muy presente a pesar de que uses colores planos y algunos degradados. Es que el paisaje es un personaje más. Todo lo que rodea a los protagonistas tiene mucha relevancia porque condiciona sus reacciones y emociones. Hablabas antes de referencias. Los cuadros de paisajes desolados de De Chirico me apasionan por ejemplo y lo he tenido presente. María Medem hace sentir la textura, los olores y sonidos de la tierra. La doble página es la unidad mínima de expresión. Expandes los paisajes utilizando todas las páginas que requiera el momento como en el caso del final, en el que el horizonte se hace inmenso. Es un reto porque trabajo en un formato DIN-A3. A veces me preguntó cómo puede caber tanta amplitud en un espacio tan pequeño. Hay que concentrarse en que cada página sea mucho más grande de lo que es. O la secuencia de páginas, porque el paso de las hojas parece formar parte del disfrute de la historia. Sí, suelo trabajar en un formato de tres por tres para que todo se vayan hilando. Hay secuencias más lentas o más rápidas. En el caso de la secuencia del laberinto, puede durar todo lo que el lector quiera si es que se anima a atravesarlo. Es una cosa buena del cómic, que la persona que lo lee puede acelerar o decelerar el ritmo según lo vea conveniente. Hablas de Lorca. También la burra Margarita nos acerca a Platero y yo. El libro es muy moderno pero a la vez recoge muy bien la tradición. Es que me encantan los burros. Tengo pasión por ellos. Me interesa mucho la tradición, lo que se repite a lo largo del tiempo. El que haya un interés por repetirlo hace que sea a la vez moderno. Las celebraciones, los comportamientos que pasan de generación en generación me parecen muy interesantes. Los reflejos son esenciales en la obra. En los créditos hablas del flamenco o la obra de Lorca que recogía mucha de la tradición oral de los pueblos. Sí. Por ejemplo el flamenco. Se siguen cantando las letras antiguas pero siguen apelando a los sentimientos a las personas modernas. Son atemporales más allá de que haya situaciones que queden fuera de lugar como la figura del sereno. Ese tipo de referencias pueden estar obsoletas pero el sentimiento es actual. Hablábamos antes de globalización. Que un libro como el tuyo, que es casi un canto a la España vaciada, se vaya a publicar en una editorial canadiense como Drawn & Quaterly es bonito. A mi eso me llamó mucho la atención. Veo el libro muy local. Cuando hablé con una mujer de Perú que trabaja en la editorial, probablemente la primera persona que lo leyó sin tener un conocimiento directo del lugar que se describe, me sentí muy satisfecha al ver que lo había entendido y disfrutado. A mí me gusta mucho el cine japonés y me apela mucho y no conozco el país. En realidad no tenía en mente la relación con la España vaciada cuando hacía el cómic. La he visto después. Igual estaba en mi mente pero no lo tenía en cuenta. Los pueblos de alrededor de donde vivo están llenos de gente. Me gusta coger fotografías de la España rural e imaginármelas sin personas. Es un ejercicio que hago mucho. «Me gusta coger fotografías de la España rural e imaginármelas sin personas.» María Medem En el libro se habla mucho de la realidad y sus reflejos. Es que uno de los títulos que pensaba al principio era Reflejos. El modo en el que se resuelve la historia tienen mucho que ver con lo que se ve y cómo se reflejan las cosas. El personaje que conoce también es otra forma de reflejarse. Está muy presente. El color es un espectáculo en el libro. Gráficamente te dejas llevar por las sensaciones que genera. Muchas gracias. El color es algo que me ha costado siempre. Al principio solo usaba dos colores: negro y otro color porque me daba pánico usarlo mal. Le tenía mucho respeto pero poco a poco he ido probando y ahora me nace de una manera muy natural. No me imaginaba que iba a poder usar el color de esta manera. Una de las maneras de afrontar un paisaje en el que he estado es intentar recrear la sensación de color que he tenido. Normalmente un atardecer tiene colores grises o morados pero prefiero utilizar los colores que recuerdo. No son colores reales pero en mi mente sí lo son. Es el lugar que yo recreo. Por eso tardo tanto. El color es un elemento esencial en la obra. Combinas panorámicas con secuencias llenas de pequeños detalles y repeticiones que marcan el ritmo de lectura. Sí. La repetición me interesa mucho. Son distintos recursos en base a lo que quiera contar. La lentitud y la repetición me gustan mucho en el cine de Ozu, por ejemplo. La repetición ayuda a ver las cosas como son. ¿En qué momento te das cuenta de que hay que acabar la obra? Con los dos trabajos he usado las páginas que necesitaba. En un inicio intenté condensar las últimas páginas para que no ocupara tanto pero pude añadir al final las páginas para que tuviera la longitud que yo sentía que necesitaba. Cuando acabé me empezó a dar mucha vergüenza. Es cuando me dí cuenta de que se iba a publicar. ¿Qué respuesta está teniendo el libro? Estoy muy contenta. Lo veo en las presentaciones. Con Cenit no tuvimos casi. Ha coincidido con la exposición «Constel·lació gràfica». La exposición está trayendo mucha gente y la gente que la ve se está acercando al cómic. Una chica me dijo que el mío era el primer cómic que leía en su vida y se animó por la exposición. Es muy bonito. https://www.youtube.com/watch?vU6Fiv5U_uqk&t2s Constel·lació gràfica Vivimos un momento de una gran variedad de voces y estilos en las autoras. Siempre ha habido pero estamos en este momento. Lo que tenemos en común es que todas hemos empezado en el fanzine, que es algo muy abierto. ¿Proyectos? Un par de animaciones, una de ellas para Ylia. En «Constel·lació gràfica» hemos hecho cada una una instalación y en mi caso le encargué la música a Ylia, e hizo un tema que es una banda sonora del cómic de forma cronológica. Ahora estamos trabajando en una animación para un single de su nuevo disco. También quiero hacer un fanzine para una pequeña editorial portuguesa que imprime en risografía y otro pequeño fanzine para Apa Apa Cómics.

Contenido relacionado

Madrid lanza su primera Feria del Cómic: un encuentro con todos los multiversos del noveno arte

El irresistible encanto del fanzine

Olga Subirós: «El diseño ha sido clave en la crisis climática al servir a un modelo basado en la extracción y el consumo masivo»

Laura Pérez y Candela Sierra, ganadoras de los Premios ACDCómic

‘Días sin escuela’: la memoria de la guerra de los Balcanes en la nueva novela gráfica de Sento Llobell y Elena Uriel

Miguel Zorraquino: «Las empresas que entiendan la UX como un proceso continuo de mejora serán las que realmente destaquen»