Los mapas tipográficos de Paula Scher

Dicen que de casta le viene al galgo. Y así sucede en el caso de Paula Scher y su gusto por la cartografía. El padre de la diseñadora de Pentagram nacida en Washington fue un destacado cartógrafo que trabajó como investigador para el gobierno estadounidense.

Años después, Paula retomó esta afición por los mapas, pero realizados desde otro punto de vista muy distinto. En la década de 1990, Paula Scher comenzó a pintar coloridos mapas tipográficos del mundo, sus continentes, países, islas, océanos, ciudades, calles y barrios. Este comportamiento obsesivo y obstinado de pintar mapas fue una reacción contra el exceso de información y el flujo constante de noticias, que, como los cuadros, presentan las versiones sesgadas de la realidad de una manera aparentemente autorizada. Las pinturas se recogen por primera vez en Paula Scher: Maps, un nuevo libro de Princeton Architectural Press.

Maps presenta 39 pinturas, dibujos, grabados e instalaciones medioambientales -incluido el reciente encargo de Scher para el campus de un colegio en el barrio de Queens (Nueva York)-. Y nos referimos a pinturas porque todos estos mapas han sido creados a mano, a base de pincel y lienzo. Para su realización, Paula no utiliza las herramientas del cartógrafo, sino básicamente las palabras, las letras y los caracteres. En vez de líneas, una selección tipográfica y de colores delimita las fronteras.

Las piezas originales son enormes -hasta 4 metros de alto- y el libro reproduce las obras en su totalidad; con todos los detalles del lienzo natural donde se revelan las capas de nombres de lugares pintados a mano, así como información y comentarios culturales. Uno de los desafíos más grandes del proyecto fue representar Europa, ya que existen países sumamente pequeños pero con un nombre extralargo. La solapa del libro se despliega en un póster en el que se ve el mapamundi y las líneas comerciales que le unen, una de las pinturas más recientes Scher realizada en 2010.

El libro se abre con un ensayo de Paula Scher sobre la influencia de su padre, un ingeniero que trabajó en fotografía aérea para el Servicio Geológico de EEUU en la década de 1950, quien le enseñó que los mapas no son totalmente precisos. De hecho, el título del ensayo es: Todos los mapas mienten. El padre Scher inventó un dispositivo de medición llamado Stereo Templates que corrige las distorsiones del objetivo de la fotografía aérea en la ampliación de los mapas impresos. De hecho, se puede decir que sus estudios sirvieron de base para lo que hoy conocemos como Google Maps. Simon Winchester, autor de El mapa que cambió el mundo, contribuye en el prólogo del libro, hablando sobre el encanto de los mapas en la era del GPS.

Está claro que  son mapas 100% inexactos, algo que a Paula no le importa, porque en ellos siempre ahonda en lo que realmente le interesa resaltar; la complejidad y la contrariedad de las ciudades, países y el mundo en que habitamos. Un mundo en constante proceso de cambio.

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