Que nadie se lleve a confisión, Dorian no es solo una banda de electro pop. También es el nombre de un estudio de diseño y comunicación gráfica ubicado en la ciudad de Barcelona. Creado por Gaëlle Alemany y Gabriel Morales, desde 2009 Dorian viene aportando interesantes soluciones de comunicación tanto a empresas como e instituciones. Identidad corporativa, packaging y diseño editorial son sus puntos fuertes. Proyectos desarrollados minuciosamente, desde la idea hasta la producción. Un ejemplo es la identidad de Lo Virol, una línea de vinos jóvenes de Celler Cercavins.
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Gaëlle Alemany y Gabriel Morales son Dorian. La formación académica de ambos diseñadores proviene del diseño gráfico tradicional. De forma que es en sus distintos campos –en identidad visual, packaging y diseño editorial– donde siempre han trabajado y «donde creemos que podemos aportar valor», explican.
Siempre es difícil hablar de a uno mismo. Gaëlle y Gabriel no consideran que haya un ‘estilo Dorian’. Su fuerte es la comunicación impresa y dentro de todo lo que ello implica, hay dos aspectos que les definen a ellos y su forma de trabajar: «la voluntad de que nuestros proyectos perduren en el tiempo y un cuidado especial por los detalles». En su afán por esta atemporalidad se descubren sí mismos, mirando más hacia atrás en la mayoría de ocasiones. «Nos parece –dicen– increíble la vitalidad y modernidad con la que muchos trabajos de hace 50 o 100 años llegan a nuestros días y esto influye enormemente en nuestro trabajo». Por otro lado, está su obsesión por cuidar absolutamente todo elemento con el que tengan que trabajar. «Podemos pasar infinidad de horas valorando si una tipografía va a ir a 4,5 pt o 4,6 pt, o si un margen va a ser de 10 mm o de 11 mm. No vemos otra forma de conseguir una perfecta armonía y probablemente esto, además de volvernos locos algunas veces, también nos define muy bien».
Ante la diatriba de si es mejor trabajar con clientes pequeños o grandes clientes, su preocupación se centra más en que tengan «pasión por lo que hacen», antes que la cantidad de trabajadores o el número de sedes distribuidas por el mundo. Su debilidad son los «clientes que disfrutan con lo que hacen y valoran tu trabajo». Algo que la experiencia ya les ha demostrado: «los mejores trabajos surgen de proyectos en los que la colaboración con el cliente es estrecha. Y un cliente al que le apasiona lo que hace es el mejor aliado que puedes tener en este proceso».
Últimamente trabajan mucho en packaging para vino. «Nos apasiona el reto titánico de tener que condensar en algo ‘tan pequeño’ como una etiqueta todo el universo de matices de una bodega y su vino, pero aun así nos desenvolvemos con igual soltura en proyectos de packaging de otros sectores, identidad corporativa, editorial, señalización, etc.».
La identidad para Lo Virol es un ejemplo. Esta línea de vinos jóvenes que Celler Cercavins ya tenía en el mercado bajo el nombre ‘Virol’. «Conscientes de que el packaging en el sector del vino ha cambiado mucho en los últimos años la bodega detectó que la imagen que tenía esta línea había quedado caduca, no estando en sintonía ni con la calidad de los vinos ni con el perfil de público al que van dirigidos», explican.
En ese momento llegó el encargo a Dorian con dos condicionantes que destacaban por encima de todos los demás en el briefing: el nombre del vino tenía que ser Lo Virol y la nueva imagen debía ser divertida, alegre y llamativa. «El concepto con el que trabajamos –dicen– fue sencillo, directo y universal: celebrar. Vivimos tiempos convulsos en los que la situación económica que atravesamos ha hecho que el pesimismo y el desencanto se apodere de nosotros, no dejándonos ver en muchas ocasiones la gran cantidad de cosas positivas que vivimos y que merecen ser festejadas. Y nos parecía genial que Lo Virol nos invitase a ello».
La etiquetas de Lo Virol tienen una «mirada optimista» con el fin de situar directamente al producto en todos esos «momentos alegres que festejamos solos o en compañía, desde una gran reunión de viejos amigos hasta sencillamente el final de un largo día de trabajo». La gráfica se centra en reforzar ese concepto vistiendo la botella con una gran etiqueta adornada con un elemento tan característico, reconocible y representativo como los clásicos banderines utilizados para decorar cualquier fiesta. «Un elemento que nos permitía también dotar de mucha personalidad al producto a la vez que enriquecía la etiqueta gracias a la variedad de estampados, tramas y colores que nos daba pie a utilizar. Finalmente el cliente no solo tenía una nueva imagen llamativa para esta línea de vinos, sino también un concepto sólido de base que a su vez le sirve de discurso comercial».
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+info: estudiodorian.com