«Las fiestas del cómic» por Álvaro Pons

Los eventos de cómic se han generalizado en España durante los últimos 20 años y cumplen con su objetivo comercial pero, ¿dónde cabe la reflexión sectorial? La celebración de la cuadragésima edición del antiguamente conocido como Salón del Cómic de Barcelona, hoy renacido como COMIC BCN por obra y gracia del rebranding, ha traído este año no pocas polémicas. La problemática causada por la concesión del Gran Premio el año pasado y el boicot que un colectivo autoral realizó al mismo ha hecho que las redes hayan hervido juzgando si ha sido un éxito o un fracaso habida cuenta del número de visitantes, si el modelo que se ha llevado a cabo ha tenido cambios o no, etc. Pero la cuestión, creo, no se debe focalizar en COMIC BCN, sino en la labor que están realizando todos los salones y festivales hoy en día. Comparar el festival barceloní de hoy con el de hace una o dos décadas es un error injusto y que no lleva a analizar correctamente la situación. Hagamos un poco de historia: el Salón del Cómic de Barcelona, si bien no fue el primero históricamente, nació desde sus inicios con una clara vocación de ser la representación de la industria del cómic en España. Y durante años lo fue, sin duda alguna: Barcelona se convirtió en la cita más importante y esperada del cómic en España y era el centro de la industria. Durante años Barcelona fue la cita más importante y esperada del cómic en España y era el centro de la industria. Desde el ámbito sectorial, se constituyó una entidad, Ficomic, que intentaba aglutinar los diferentes actores industriales, mientras que desde el popular del salón centraba todos los intereses editoriales: durante años, las grandes novedades del año se reservaban para la cita catalana, llegando a producirse una auténtica avalancha de novedades. Mientras que un mes podía tener hasta un centenar de novedades, en las fechas del salón se llegaba a triplicar y casi cuatriplicar esa cifra. Un protagonismo absoluto que generó no pocas polémicas: cada dirección del salón intentó dotar al evento de una serie de características propias con mayor o menos éxito, pero casi siempre con polémicas que se fueron centrando en la progresiva pérdida de importancia del cómic y, sobre todo, de los autores, como eje absoluto del salón. El audiovisual, el cine, los videojuegos y el merchandising invadían el salón junto a espectaculares exposiciones, en una clara evolución del salón hacia el modelo de Comic-Con americana. más eventos Mientras esta evolución del salón se daba, fuera, el resto del año y en el resto del país, el tiempo seguía su curso indefectiblemente. Y lo que ocurría fuera parecía como algo ajeno al salón de Barcelona, pero en el fondo era inseparable y estaba en la génesis de todos los cambios. Los eventos de cómic se han generalizado en España durante los últimos 20 años y casi ya no hay gran ciudad que no tenga un festival dedicado a los tebeos. Docenas de salones, jornadas, salitas, festivales, comicons se celebran con bastante éxito de público en toda la geografía del país y durante todo el año. Pero es más: esas citas se han ido especializando de forma decidida y hoy los eventos dedicados específicamente al manga son habituales, los festivales dedicados a la autoedición y el fanzinismo son una realidad que tiene en algunos casos, como el Tenderete valenciano, quince ediciones a sus espaldas, incluso hay citas específicas dedicas al cómic europeo. A lo que hay que añadir un cambio fundamental en la industria: de una industria absolutamente endogámica, con editoriales que solo publicaban tebeos que se vendían en librerías especializadas a lectores que solo leían tebeos hemos pasado a un mercado de gran diversidad, con grandes grupos editoriales que editan tebeos junto a sellos de tebeos en casi todas las editoriales pequeñas y microeditoriales, que llegan a todo tipo de librerías para lectores que ya no son coleccionistas acérrimos. nueva realidad Una evolución en la que los eventos han pasado a tener una importancia comercial clave: en una industria con ventas mínimas, los pequeños editores necesitan ir de salón en salón para que la venta directa de sus tebeos permita hacer rentable una tirada escasísima que, como ya se ha comentado antes, es difícil que consiga que autores y autoras vean un pago digno por su trabajo, pese al indudable esfuerzo de estos editores reconvertidos en modernos buhoneros. Cualquier pequeño evento en el pueblo más escondido de nuestra geografía es hoy necesario para poder sacar adelante una tirada pequeña. En ese contexto actual es en el que hay que analizar el papel de los salones hoy. Es evidente que las visitas a COMIC BCN no tienen nada que ver con las del pasado (no entraremos aquí en el tema de las cifras, auténticas maravillas de la ingeniería matemática que hace años dejaron de tener verosimilitud en ninguna cita, no solo la catalana), porque la competencia de la oferta en otras ciudades es gigantesca. Los lectores ya no tienen que ir a Barcelona para ver a los autores y autoras más importantes, saben que en su ciudad tendrán una cita donde tendrán la oportunidad de verlos, y que incluso librerías e instituciones se han puesto las pilas para tener una agenda de eventos y presentaciones que hace habitual tener grandes autores y autoras en cualquier ciudad. Para colmo, el mes del salón barceloní ya no es el mes de mayor número de novedades: la incorporación de los grandes grupos ha trasladado el interés a otras citas comerciales (Navidad, Sant Jordi…) al que hay que añadir las Ferias del Libro, que han incorporado el cómic con total naturalidad. Hoy no hay que esperar semanas a que lleguen a tu ciudad las (ya pocas) novedades exclusivas del salón, pudiendo tenerlas incluso antes. La comparación no se debe hacer con el pasado, sino con el presente que le rodea. qué eventos son necesarios Pero lo más importante ya no es solo esa comparación, sino entender qué tipo de eventos alrededor del cómic son necesarios. Es evidente que hoy no tiene ningún sentido el megasalón que lo incluye todo: es un modelo del pasado que ha sido sustituido con éxito por la convivencia de diferentes tipos de salón. Recordemos las polémicas tradicionales del fanzinismo en las grandes citas como Barcelona y Madrid, que finalmente han encontrado un lugar natural en los festivales de autoedición y fanzines como Tenderete, Autobán, etc… O el papel de las pequeñas editoriales alternativas, que se diluían en las grandes citas pero son protagonistas absolutas de eventos exitosos como el Graf. Esta nueva tipología de eventos se centra totalmente en la autoría y tienen un indudable éxito, que se traduce tanto en visitas de lectores y lectoras como en resultados comerciales interesantes. En ese contexto, los grandes salones tienen también su sentido, pero paradójicamente desde lo más criticado durante tiempo: desde el entretenimiento. Hay que admitir sin problemas que el cómic se ha convertido en el eje de dos grandes industrias culturales del entretenimiento: por un lado, el manga y la cultura japonesa son absolutos dominadores de la industria. Por otro, los superhéroes como eje de una cultura transmedia que va de los videojuegos al cine pasando por la televisión son una realidad económicamente decisiva. No me parece en absoluto criticable que haya grandes eventos que celebren estas posibilidades, es más creo que es necesario que haya citas que apuesten decididamente por esa diversidad transversal, como de hecho ha hecho COMIC BCN en su última edición dedicando espacio al rol, videojuegos, cine y series basadas en cómics. Festivales de vocación familiar que tienen una clara función comercial y que son celebraciones del entretenimiento. Eventos que, por supuesto, no deben olvidar la importancia de la autoría: l@s autor@s deben ser siempre tratados exquisitamente como creadores de toda esta industria, pero no es necesario que sean el foco en un determinado evento, que lo puede tener en el cine derivado o el merchandising. No es un problema siempre que este tipo de citas convivan con otras de naturaleza diferente, que no solo pueden convivir, sino que es necesario que lo hagan. Pongamos el ejemplo de Valencia, donde en este momento se celebran cuatro citas de indudable éxito: el Salón del Cómic de Valencia, de naturaleza comercial y familiar con presencia de todo tipo de cultura transmedia; las Japan Weekend, centradas en el manga y la cultura japonesa; las Jornadas del Cómic, dedicadas al contacto más cercano con l@s autor@s y el Tenderete, dedicado a la autoedición y fanzinismo. Citas a las que hay que añadir la presencia de cómic en la Fira del Llibre y la Plaça del llibre, dos eventos del gremio de libreros y editores y las actividades que se realizan en Museos o en la Universitat. diversidad Creo sinceramente que ese es el modelo a seguir: convivencia de múltiples eventos que buscan sinergias y que permiten una presencia constante del cómic en las calles, atrayendo lectores y lectoras y celebrando continuamente el cómic y su diversidad. Siempre teniendo claro, eso sí, que nada de esto existiría sin los creadores y creadoras, que deben ser tratado siempre con el mayor respeto. La diversidad del cómic es tal hoy en día que es imposible que una cita única lo abarque todo. Incluso, creo, no es conveniente porque genera tensiones innecesarias que solo revierten en polémicas estériles. Es más, ese modelo de «megasalón-que-lo-tiene-todo» heredado de las grandes ferias es, igual que las grandes ferias industriales, un recuerdo ya del pasado que ha sido arrasado por internet y las redes sociales. ¿y la reflexión sectorial? Queda, eso sí, un debe, importantísimo: la cita sectorial. Todos estos modelos se basan en el contacto del público con su afición, pero cada vez es más evidente que es necesaria una cita sectorial en la que industria haga balance, dialogue y reflexione. El salón de Barcelona era ese espacio porque era la única cita anual y favorecía la concentración, una realidad que se fue olvidando (FICOMIC se restringe hoy a los Gremios de Editores, Distribuidores y Libreros de Catalunya) aunque desde la nueva dirección de COMIC BCN se intenta retomar ese lugar a través de encuentros profesionales impulsados por la Asociación de Autoras de Cómic, pero es una realidad que quizás se deba potenciar de forma independiente y propia. Es necesario que haya una gran cita anual del sector, interna y propia, que debata sobre la realidad del sector y su futuro. Una opción podría ser a través de la recién creada sectorial o a través de las confluencias de asociaciones profesionales (ahora es más necesario que nunca una federación real de la asociaciones sectoriales del cómic), es necesario que haya una gran cita anual del sector, interna y propia, que debata sobre la realidad del sector y su futuro. Un lugar donde sentarse y hablar.

«Las fiestas del cómic» por Álvaro Pons

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