Laia Grassi: «Hollywood siempre ha necesitado un monstruo, y ahora le ha tocado a la IA»

Hace unas semanas, recibimos una nota de prensa para entrevistar a la directora del primer documental realizado íntegramente con inteligencia artificial. Vimos el avance, formulamos las preguntas y, días después, llegaron las respuestas: claras, bien escritas, sin demasiadas sorpresas. Todo normal… hasta que pedimos una foto.

La imagen era perfecta, demasiado perfecta, justo la que hay sobre estas palabras: una chica rubia, ojos azules, rostro simétrico, casi irreal. “LaIA Grassi”, pensé, con sospecha. ¿Y si era una broma? ¿Un experimento más? Pero el pasado viernes, en medio del ajetreo del Día C en San Sebastián, la casualidad o el destino me pusieron cara a cara con ella. La misma de la foto. Carne y hueso. Real. Y yo le dije: ¡No eres un avatar digital, existes de verdad! Nos reímos mucho. Y tras la sorpresa inicial, conversamos —esta vez de verdad— sobre creatividad, cine, publicidad y el papel de la IA en todo ello.

En el documental Hollywood lo hizo mencionas cómo el cine ha condicionado nuestra percepción de la inteligencia artificial. Es curioso porque la historia se repite: los tiburones no eran los villanos de la vida real hasta que Spielberg los convirtió en una pesadilla en Jaws, y ahora parece que la IA sigue el mismo camino, ¿no? ¿Por qué crees que nos encanta asustarnos con tecnologías que, en realidad, están diseñadas para ayudarnos?
Nos encanta contar historias, y el miedo es un gran motor narrativo. El cine es espectáculo, y el miedo vende. Hollywood siempre ha necesitado un monstruo, y ahora le ha tocado a la IA. ¿Ayudarnos? Esa es la teoría. La práctica es que nos da pánico lo que no controlamos, y la IA nos saca de nuestra zona de confort. Es más fácil demonizarla que entenderla. Es fácil que la veamos como una amenaza antes que como una oportunidad. Además, la ficción tiende a exagerar los peligros porque genera más impacto. Pero la realidad es que la IA no es ni buena ni mala, es una herramienta, y depende de nosotros cómo la usamos.

Hablemos de los creativos y la IA. Cada vez que sale una nueva herramienta, surgen dos tipos de personas: los que se emocionan y los que piensan que en cualquier momento una IA les quitará el trabajo y se quedarán en pijama en casa viendo Netflix. ¿Cómo crees que los creativos pueden pasar del miedo a la oportunidad cuando hablamos de IA generativa?
La IA no te va a quitar el trabajo si eres bueno, eso es una obviedad. Si tu “creatividad” se limita a darle a un botón, entonces sí, tienes motivos para preocuparte. Entendiendo que la creatividad no es solo ejecución, sino pensamiento. La IA nos ayuda a producir más rápido, pero sigue necesitando dirección, visión y criterio. Si aprendes a utilizarla bien, en lugar de reemplazarte, amplifica tu capacidad creativa. Los creativos que vean la IA como un aliado en lugar de un enemigo tendrán más posibilidades de destacar. La IA es una herramienta y, como tal, depende de ti usarla a tu favor. O te adaptas, o desapareces.

Una de las cosas que más nos llamó la atención en el documental es esa idea de que la IA no debe verse como una máquina que lo hace todo sola, sino como un partner creativo. Esto suena bonito, pero… siendo sinceros, ¿cómo se gestiona esta “relación de pareja” con la IA? ¿Es como trabajar con un becario muy listo pero con cero intuición?
Sí, en cierto modo es como un becario muy listo pero sin criterio. Te entrega muchas opciones, pero depende de ti elegir la mejor. La clave está en saber hacer las preguntas adecuadas y en tener claro qué quieres lograr. La IA es potente, pero la intuición, la experiencia y la sensibilidad humana siguen siendo insustituibles.

Las industrias creativas suelen tener un ritmo de locos: plazos imposibles, clientes cambiantes y revisiones infinitas. Ahora que la IA permite generar ideas y materiales a una velocidad impresionante, ¿crees que esto puede convertirse en una trampa? ¿No corremos el riesgo de que la creatividad se vuelva un fast food de contenidos en lugar de una cocina con estrella Michelin?
Totalmente. La IA puede acelerar procesos, pero si no ponemos freno, corremos el riesgo de que todo se convierta en contenido rápido y sin alma. La diferencia la marcarán los creativos que sepan usar la IA para mejorar la calidad, no solo para producir más. La rapidez es útil, pero la profundidad sigue siendo imprescindible. El reto está en no dejarse llevar por la inmediatez, en seguir apostando por la calidad, por las ideas que perduran. La IA puede ser una trampa si no sabes ponerle límites.

Vale, imaginemos que en 2050 se hace un documental sobre la historia de la IA y su impacto en la publicidad y el diseño. ¿Cómo te gustaría que contaran este momento? ¿Qué papel crees que jugarán los creativos en esa historia?
Me gustaría que contaran que supimos adaptarnos, que no nos quedamos anclados en el pasado. Que la IA fue un catalizador para la creatividad, no su verdugo. Ojalá en 2050 los creativos sigamos teniendo un papel relevante, aunque sea diferente al de ahora.

Hay mucho debate sobre el factor humano en la creatividad. Hay quienes defienden que una IA nunca podrá crear con la profundidad y emoción de un ser humano. Pero si miramos a la publicidad actual… muchos anuncios parecen hechos en serie desde hace años, con o sin IA. ¿Tú qué crees? ¿Nos estamos volviendo más mecánicos nosotros o es que la IA nos está ayudando a redescubrir qué significa ser creativos?
La publicidad lleva años siendo predecible, con o sin IA. Lo que hace la IA es poner en evidencia esa falta de originalidad. Si los creativos no aportamos algo más que la técnica, entonces la IA nos va a dejar en evidencia. La IA puede ser un revulsivo para que recuperemos la esencia de la creatividad: la emoción, la conexión humana, las ideas que marcan la diferencia.

No podemos ignorar la otra cara del asunto: el uso de la IA para hacer deepfakes, manipular imágenes o automatizar contenido de manera poco ética. Como alguien que trabaja con estas tecnologías, ¿cómo crees que podemos garantizar que la IA se use de forma responsable en las industrias creativas?
La ética siempre ha sido un tema complejo, y la IA lo complica aún más. No hay una solución mágica. La clave está en la educación, en la autorregulación y en la conciencia de que la tecnología no es neutra, tiene implicaciones éticas que no podemos ignorar.

Cambiando de tema, pero no mucho: si tuvieras que hacer un remake de una gran película de ciencia ficción con IA generativa, ¿cuál elegirías y qué cambiarías? ¿Harías un Blade Runner donde los replicantes sean diseñadores gráficos hartos de los cambios de última hora?
(Sonrisa) Un Blade Runner con diseñadores gráficos… sería una pesadilla distópica muy realista. Definitivamente haría un Jurassic Park con IA generativa. Pero en lugar de dinosaurios clonados a partir de ADN antiguo, el parque estaría poblado por inteligencias artificiales que han sido entrenadas con los cerebros más brillantes de la historia: Da Vinci, Warhol, Kubrick, Miyazaki… Un parque donde las IA recrean constantemente nuevas obras maestras del arte, el cine y el diseño en tiempo real. Al principio, parece una utopía creativa, pero, como en la versión original, la cosa se descontrola cuando las IA empiezan a cuestionar las reglas y a generar obras tan radicalmente innovadoras que los humanos dejan de comprenderlas. ¿Dónde está el límite entre la evolución y la catástrofe creativa? ¿Quién decide qué es arte y qué es un monstruo digital?
Y, por supuesto, en lugar de la icónica escena del T-Rex rugiendo, tendríamos una IA con la voz de HAL 9000 diciendo: “No puedes apagarme, John, yo soy el arte ahora.”

Ya que estamos en un medio de diseño, hablemos de estética. ¿Crees que la IA está generando un nuevo estilo visual propio, o simplemente está reciclando referencias y adaptándolas? ¿Cómo imaginas que evolucionará la estética en la era de la IA?
Bajo mi punto de vista, la IA está empezando a generar su propia estética, aunque todavía se nutre mucho de lo existente. El futuro estético será una mezcla de lo humano y lo artificial, de lo orgánico y lo sintético. Será un territorio de experimentación constante, donde los límites se difuminan.

Y por último, la pregunta definitiva: si tuvieras que convencer a alguien que aún tiene pavor a la IA diciéndole solo una frase para que vea el vaso medio lleno en lugar de medio vacío… ¿cuál sería?
La IA no es el enemigo, es una herramienta. Lo que hagas con ella depende de ti.

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