El centro expresa su desacuerdo con el formato y las condiciones del certamen, pero continúa formando parte de un proceso que exige a los diseñadores asumir todos los costes y participar en un modelo especulativo.

La Escuela de Arte de Albacete ha hecho pública su postura respecto al concurso del cartel de la Feria 2026 tras la polémica generada por las bases del certamen, que obligan a los participantes a asumir los costes de impresión, materiales y licencias tipográficas. En un comunicado remitido a Gràffica por su directora, Sara de la Pola, el centro manifiesta su desacuerdo con la modificación de las bases y con “el voto popular que determina el cartel ganador entre las tres o cinco propuestas previamente seleccionadas por el jurado”.
El texto reconoce que el formato de concurso ya es “cuestionable de por sí” para un cartel institucional de esta envergadura, aunque considera que “al ser un jurado cualificado quien realiza la selección, el procedimiento pueda ser admisible”. Aun así, la Escuela aclara que no avala las condiciones económicas ni logísticas del concurso, subrayando que “nuestra presencia en el jurado no implica apoyo al formato actual, especialmente en lo relativo a los costes que asumen los participantes, la ausencia de compensación y la incorporación del voto popular”.
Según explica de la Pola, el claustro del centro acordó por unanimidad trasladar su desacuerdo al Ayuntamiento de Albacete y solicitar una reunión “para aclarar diversos aspectos relacionados con las bases y la dignidad profesional de la convocatoria y sus participantes”. Esa reunión, según confirman, está pendiente de celebrarse. No obstante, el proceso sigue adelante sin cambios, y la Escuela reconoce que “dado que las bases ya se han publicado y la recogida de propuestas está en curso, no es posible modificarlas en esta edición”.
El comunicado añade que “seguiremos participando en esta convocatoria, expresando nuestro desacuerdo con las bases actuales y trabajando con criterio y profesionalidad para contribuir, desde nuestra posición, a mejorar el proceso en futuras ediciones”. Una posición que busca equilibrar la crítica con la implicación institucional, pero que deja al descubierto una contradicción: la Escuela admite las deficiencias del sistema, aunque continúa formando parte de él.
A pesar de su voluntad de “defender la dignidad del diseño y el valor del trabajo creativo, especialmente el de nuestro alumnado”, su presencia en el jurado no ha logrado revertir los aspectos más criticados del concurso: la falta de compensación para los participantes, la carga económica de los materiales exigidos (cartón pluma, pendrive, memoria impresa) y la introducción de un voto popular que reduce el peso del criterio profesional.
Por el momento, ninguna de las otras entidades representadas en el jurado —la Asociación de Diseñadores Profesionales de Albacete, la Asociación de Fotografía y la Asociación de Prensa— ha emitido ningún comunicado ni se ha puesto en contacto con este medio para aclarar su posición respecto al concurso. Hasta donde se sabe, no han manifestado públicamente su postura sobre las bases, los costes que asumen los participantes ni el carácter especulativo de la convocatoria.
El resultado es un escenario paradójico. Mientras el centro formador de los futuros diseñadores denuncia la precariedad del proceso, su participación sigue otorgando al certamen un respaldo institucional. En la práctica, la Escuela de Arte de Albacete se mantiene dentro de un sistema que considera injusto, intentando mejorar desde dentro lo que no ha conseguido cambiar desde fuera.














