Ayer se celebraron los Premios Goya y tengo que decir que sentí mucha envidia. Envidia por ver cómo todo un sector tiene una fiesta pública en horario de máxima audiencia y auspiciado por el Estado, con el propio ministro sentado en el patio de butacas aguantando el chaparrón de críticas. Un acto en el que se muestra a la sociedad la importancia del cine, de la cultura, de los profesionales… Una fiesta emotiva para demostrarle a la sociedad que su actividad es importante.
Envidia porque me gustaría que pasara lo mismo con mi profesión. Me gustaría que el Estado, el Ministerio, las asociaciones o quien sea… hicieran algo similar. Que la sociedad pudiera ver lo importante que es para todos la actividad del diseño, lo importante que es un sector tan trasversal que afecta a casi todas las actividades de la sociedad y la industria.
Pero en lugar de esto, lo que tenemos es que a día de hoy todavía no se han entregado los Premios Nacionales de Diseño y no sabemos qué ha pasado. Sabemos que no se debe a que la convocatoria haya quedado desierta. Nos consta que ha habido profesionales de primer nivel que han atendido los pliegos y han presentado su candidatura, pero a día de hoy no hay respuesta. Preguntamos en el Ministerio y nadie lleva el tema ni nadie sabe que ha ocurrido.
Pensándolo bien creo que mejor que no hagan nada. Lo que tenemos que intentar es tener más presencia en los Goya. Si los Goya ya tienen una gran difusión, pues subámonos al escenario para recoger premios. A los ya habituales sobre animación o fotografía [qué gustazo el año pasado ver a un ilustrador como Paco Roca en el escenario] sumémosles otros. Mejor cartel, mejor branding de película, mejor promo, mejor títulos de crédito, mejor dossier de prensa… Al final, de un modo un otro, los profesionales de la imagen y la comunicación podríamos tener nuestro minuto de gloria ante la sociedad para que vieran que lo que hacemos vale para algo. Al menos nuestros padres y madres podrían ver que sus hijos se dedican algo y les agradeceríamos desde el atril lo mucho que nos dieron para llegar hasta allí. Al fin y al cabo Goya no era pintor, dibujante… ¿diseñador?
Lo dicho, mucha envidia sana.