Algunos recordaréis a Jorge Fernández Puebla por Ninette y un señor de Murcia, el primer libro híbrido de teatro. Hoy Jorge vuelva a ocupar estas líneas por Yolanda, un fanzine diseñado bajo «la misma vocación, en el marco de las publicaciones híbridas» en el que el diseñador ha dado forma y estructura al proyecto del fotógrafo Ignacio Navas.
Yolanda es un proyecto muy especial, en el que se ve que hay una carga personal muy potente. Háblanos del proyecto ¿cómo surge y cuál es la idea? Yolanda está construido como fanzine autoeditado a partir de las fotos que el fotógrafo Ignacio Navas encuentra en una caja en su pueblo natal, fotos del archivo municipal de Tudela de los años 80 y fotos nuevas que rememoran lugares tal y como los conocemos ahora. Responde a la necesidad de un fotógrafo (cliente) de narrar la historia de un familiar, su tía, que fallece a causa del V.I.H. en los 80 mezclando transcripciones de su marido viudo e imágenes de lo que fue su vida en común, y se presenta como una nueva forma de afrontar un fanzine o libro de fotografía.
¿Cómo se estructura el fanzine? La narrativa se presenta en 3 partes. Una textual: a través de los encartes con pequeñas dosis de las transcripciones de las conversaciones con su tío. Una visual: La secuencia de fotos dispuesta de forma que narren cronológicamente su vida. Una contextual: en la que a través de esos encartes contamos la historia subyacente.
Estos encartes contienen dos elementos para tal efecto. Por una parte tapan, ocupando la mitad de página aquellos elementos que nosotros queremos, de tal forma que en algunos casos al pasar de página puedes observar un antes y un después de algunas imágenes.
¿Por ejemplo? Momentos en los que ocultamos la droga en las fotos en las que aparece para ser descubiertas después. O páginas en las que ocultamos a la protagonista en torno a su progresiva desaparición. Por otra parte, unas pequeñas fotos –a veces manchas, a veces encuadres muy seleccionados– nos dan pequeños toques de atención a modo de recuerdo de lo que fue la época o pequeñas ideas con las que estimular la lectura y la imaginación.
En cierto modo, el hecho de que esté el factor del azar, con una caja encontrada de fotos de décadas atrás me recuerda un poco a Los Modlin, de Paco Gómez. No sé si conoces el proyecto… Claro que conozco el proyecto, estuve trabajando casi en un año en Siete de un Golpe, como uno de los diseñadores de libros de artista y fotolibros. Era el estudio del editor de la app y del libro que me hablas, editor de the portable photo y de karma de Oscar Monzón que también publicasteis en Gràffica. Gonzalo Golpe me dio una oportunidad diseñando libros que era para lo que había trabajado tanto.
Y el cliente de Yolanda (el fanzine) es Ignacio Navas, adscrito al colectivo Blank Paper de Fosi Vegue, Ricardo Cases, Miren Pastor, es también compañero de Óscar Monzón, etc. Es un mundo muy pequeño como ves ;)
¿Y crees que tiene algo en común estos proyectos –Los Modlin y Yolanda– o igual me he confundido yo? ¡Por supuesto que creo que tienen que ver! Sobre todo en el concepto de fotógrafo que han creado –o que se está empezando a ver frecuentemente– en el que documentan una historia a través de material que no es suyo, o lo combinan como en el caso de mi cliente.
¿Qué posibilidades ofrece este método de trabajo o de creación? Me parece muy interesante y da muchas alas al fotógrafo y al compendio editor-diseñador-autor ya que quizás no tratas con un material tan intocable como es un proyecto fotográfico propio y da lugar a la experimentación y a poder narrar de mil maneras. Suelen ser además historias muy potentes las que manejan este tipo de autores.
En Yolanda, ¿cómo ha sido el proceso? En este caso, al hilo de ese compendio del que te hablaba, hemos trabajado durante los casi dos años que ha durado el proceso con dos perfiles diferentes a los habituales entre fotógrafo-diseñador. Digamos que ha existido un fotógrafo/cliente editor visual y un diseñador literario como se cita Andrew Losowky en esta entrevista de The Publishing Lab.
El fotógrafo Ignacio Navas llegó con algo más que un montón de archivos a colocar y un concepto de proyecto; él cuenta con una cultura visual del diseño a sus espaldas, de haber visto muchos fanzines y fotolibros y quería que se viera reflejado, a cambio él te dejaba entrar a narrar, a estar presente en las ‘sesiones de corcho’ donde se elige el material y el ritmo que se incluirán finalmente y a proponer nuevas formas de lectura. No solo quedas relegado a materiales, cubierta y maquetación, aunque siguen –¡cómo no!–, siendo parte de tu trabajo.
¿Qué significa para ti Yolanda? Esto ha significado para mí poder seguir trabajando en torno al concepto de ‘publicación híbrida’ que inicié con Ninette, donde puedo sacar a relucir diferentes capas narrativas haciéndolas gráficamente obvias en el papel, proponer juegos al lector y, en definitiva, crear un producto mucho más atractivo para el que lo adquiere, siempre atendiendo a los límites que marca el fotógrafo. Sumado a que en todo momento el autor te deja claro que estamos ante un fanzine, con toda la libertad que te da ese concepto, las posibilidades o licencias son casi infinitas. Están ahí para que elijas las que mejor respondan a la historia que Ignacio quería contar.
¿Qué te ha aportado personal y profesionalmente? Al terminar el fanzine vimos que no era uno al uso, va grapado, tiene una portada potente, pero despreocupada y se permite incluir textos sueltos, que juntos tienen una coherencia recuerdan a una publicación colectiva. Sin embargo, hay detrás un impresor que ha sudado tinta comprando maquinaria específica (Pulseprint) para este proyecto, un pre-impresor (Trimgo Estudio) encargado del calibraje de las imágenes y una traductora (Sarah Blanquet). Todo ello impreso en los mejores papeles Fedrigoni.
Entre risas y en la intimidad, ante la imposibilidad de etiquetarlo lo solemos definir como “un Fanzine venido a más” en el que quedamos los dos conformes.
El fanzine Yolanda se puede adquirir online en: ignacionavas.com
Actualizado 02/03/2015