Jaime Serra atiende a las preguntas de nuestro Fotomatón justo antes coger un vuelo de regreso a España desde México, país en el que es habitual verle impartiendo conferencias y talleres y, esta vez, además inaugurando una muestra en el Centro Cultural de Queretéaro. Reconocido como el infografista más influyente del mundo en el periodo 1992-2012 por la Society for News Desing, Jaime Serra es directo; no habla, más bien dispara palabras certeras que nos hacen pensar y cuestionarnos la forma de ver las cosas.
Nombre completo: Jaime Serra Palou.
Ciudad y año de nacimiento: Lleida, 1964.
De pequeño querías ser… El Tío Gilito.
Un diseño que recuerdes de tu infancia… Llevo un rato pensando en ello y no, nada.
Un diseñador que piensas que ha marcado tu carrera o que te ha inspirado para elegir tu camino profesional. Por supuesto existen muchos diseñadores que me gustan y que en algún momento han sido fuente de inspiración: Neville Brody, David Carson, Paul Rand, Emigre, Tomato… pero ninguno como para considerar que ‘ha marcado mi carrera’. Algo que, por otra parte, tampoco siento que haya ocurrido con un profesional de otra área, con una excepción de peso: Marcel Duchamp. Duchamp aparece en mi vida en una retrospectiva en la Fundació Miró de Barcelona a los 18 años y existe un claro antes y después. Hoy sigue siendo fuente de inspiración para mí.
En tu currículum leemos ‘artista multidisciplinar’ y ‘periodista’. Sin embargo, mayormente tu faceta más conocida es la de infografista. ¿Podríamos afirmar que esta faceta es la que se sitúa a mitad camino? No, no entiendo la infografía como un lugar a medio camino entre el periodismo y el arte. Tal cosa no es posible porque la infografía ‘solo’ es una técnica narrativa, con ella se puede hacer realidad o ficción, periodismo o arte. Yo la utilizo para ambos casos. La diferencia entre uno u otro es el contenido, el mensaje y, evidentemente, el espacio de divulgación que condiciona el soporte: en un caso el papel impreso o la página web y en el otro el vídeo, la obra original, la obra gráfica, la instalación… Depende de la necesidad, de ahí la palabra multidisciplinar.
¿En cuál de estas dos vertientes –artista y periodista– te sientes más cómodo? ¿Cómo se complementan esas dos caras en tu trabajo? Me siento más cómodo como periodista, pero la comodidad no es un valor para mí, de hecho huyo de ella. La vertiente que más me interesa es la de artista –con perdón por la palabra que me incomoda–. En mi caso, el lugar entre ambos roles es muy difuso, no hay un límite claro. Me encuentro en la situación en que frente a un mismo trabajo colegas del periodismo lo consideran periodismo, y de hecho aparecen publicados en medios tan alejados del arte como La Vanguardia o Courrier International, y por otra parte se muestran en espacios de arte contemporáneo donde colegas del arte consideran que este es su espacio natural. Siempre me han interesado los límites, las fronteras, son espacios difíciles pero muy fértiles. Se puede decir que soy un nadador entre dos aguas.
¿Es necesario tener ese perfil híbrido para llegar a ser un buen infografista? Hay que dominar la manera en que texto, imagen y diseño se complementan creando un lenguaje único. Una misma persona puede escribir bien, dominar la comunicación visual mediante ilustraciones o fotografía y además ser buen diseñador y no por eso saber hacer infografías.
¿Qué otras disciplinas entran en juego? El infografista de un medio periodístico debe ser capaz, como cualquier otro colega, de encontrar un tema de interés informativo, investigar, editar la información y plasmarla de modo comprensible y atractivo para los lectores. Es decir, debe ser periodista. Esto no es ninguna disciplina, ni unos estudios necesariamente, supone tener una actitud inquieta, curiosa, crítica. Algo que no se enseña, se tiene o no.
¿Qué aspectos consideras que son primordiales en una buena infografía? Es habitual que me pregunten sobre la infografía sin aclarar si su fin es periodístico o artístico. Lo que resulta complicado de responder para mí, pues aún y tratándose de la misma técnica hay grandes diferencias. Una infografía periodística debe ser clara, sintética y rigurosa con los hechos o los datos. Aspectos que en su utilización artística no tienen necesariamente ningún valor.
¿Recuerdas la primera infografía que realizaste? Era para El Periódico de Catalunya, no recuerdo cuál, pero seguramente se tratase de un modesto gráfico estadístico ilustrado, del estilo snapshot del USA Today, referente en la época.
En tu trayectoria podríamos decir que hay dos grandes etapas. La primera en el diario argentino Clarín, entre 1995 y 2001. La segunda, en La Vanguardia, desde 2007 hasta hoy. ¿Ves diferencias –conceptuales, de lenguaje gráfico…– a la hora de trabajar en España o para Sudamérica? ¿O por el contrario piensas que lo bueno de la infografía es que ofrece un lenguaje común? Hay algunas diferencias relacionadas con la cultura, especialmente en la estética y la elección de los temas. No es lo mismo trabajar en un medio de Brasil que en uno español o argentino, y no son culturas tan alejadas. Pero los principios de la infografía: síntesis, claridad y veracidad, son comunes, funcionan en cualquier cultura.
¿Cómo ves tu evolución a lo largo de todos estos años? Muy satisfactoria. Nunca me he conformado con cómo son las cosas, no sé hacerlo. Supongo que en mí es casi una cuestión moral buscar un camino propio. Esto me ha mantenido alejado de modas. Tras el premio que antes citabas he repasado por curiosidad mis trabajos de las últimas dos décadas y me ha sorprendido la durabilidad que tienen, podrían haber sido hechos hoy. No sólo en la parte estética, también en la elección de los temas, algunos, absolutamente rigurosos informativamente, podrían haber nacido de la imaginación con el fin de transmitir una opinión y eso es lo que estoy haciendo desde hace unos años. Sin embargo, ese paso que ahora me parece pequeño, me ha llevado diez años. Pero es así cuando uno se adentra en territorios donde no hay antecedentes. Antes hablabas de la época de Clarín, fue una época en la que pude volcar todas mis inquietudes plásticas en el periodismo. Ahora procuro recorrer el camino inverso: volcar lo aprendido en el periodismo visual a mis inquietudes artísticas y recorrer un camino en esta profesión. Espero tener la misma fortuna. Algunas cosas empiezan a indicarme que puede ser así.
¿Cuál es tu método de trabajo? ¿Eres más de conceptualizar y bocetar para posteriormente plasmarlo todo? ¿O por el contrario te pones directo manos al ordenador? El ordenador es una extraordinaria herramienta de edición. Es sencillo modificar textos, colores, dibujos, fotografías. Pero no me ayuda a reflexionar y eso es algo imprescindible para mí, la parte más importante del proceso de trabajo. Para llegar a alguna parte, en primer lugar, necesito reflexionar con un lápiz y un papel en la mano. Generalmente, cuando me pongo frente al ordenador está todo decidido.
¿Consideras que hay buenos infografías en nuestro país? Los mejores del mundo y ya son varias generaciones. De la mía, la primera, Mario Tascón que hace tiempo evolucionó y cambió de oficio; Fernando Rubio, que desgraciadamente ya no está con nosotros. Algo posteriores son Fernando Baptista, Juan Velasco, Javier Zarracina. Y más jóvenes Chiqui Esteban, Álvaro Valiño, Samuel Granados, Jorge Arranz, Alberto Cuadra, Xaquin González…. esto sin olvidar a uno de los mayores teóricos del mundo, Alberto Cairo que da clases en la Universidad de Miami. Todos los citados se encuentran trabajando o dirigiendo los departamentos de los mejores medios del mundo. Somos una potencia que exporta profesionales a todo el mundo.
¿Algún referente fuera de España? Periodísticamente el New York Times. Artísticamente me interesan profesionales cuyo trabajo está muy alejado de lo que yo hago.
El futuro de la prensa es incierto. La profesión del infografista está en gran parte ligada a la prensa. ¿Cómo ves el futuro? ¿Crees que vuestra profesión también está en cierto modo bajo amenaza? ¿Hay que reinventarse/reubicarse? Obviamente el futuro de la infografía periodística va ligada al futuro del periodismo. Se habla mucho de la crisis del periodismo pero, en mi opinión, tal crisis no es cierta: nunca como ahora ha existido una demandada mayor de información, y precisamente como existen más formas que nunca de conseguirla, el papel del profesional que investiga edita y produce con calidad es fundamental. Es con toda probabilidad el mejor momento para el periodismo, aunque quizás no lo sea para los medios y, por extensión para los profesionales. Pero la crisis se encuentra en el modelo de negocio, no en el rol que el periodismo tiene en la sociedad. Frente a la facilidad que tenemos las personas hoy de acceder a información, el periodista debe extremar su rigor. Estamos obligados a hacer nuestro trabajo con la mayor de las excelencias y creo que un profesional que así lo haga tiene un buen futuro, no sé en qué soporte, aunque eso es lo de menos. El papel todavía existe por una cuestión cultural, es absolutamente ridículo que cuando tienes tu trabajo terminado, en lugar de distribuirlo con un coste bajísimo a todas las tabletas y ordenadores se mande a una planta de impresión, se imprima con tinta en finas fetas [láminas] de madera, se lleve en camiones por el país… ¡Es decimonónico! Pero la cultura siempre va por detrás de la tecnología. El soporte no es relevante para hacer periodismo, se hace buen periodismo en papel, en TV, en radio, en internet. Y siempre, frente a cualquier avance tecnológico, el periodismo ha salido fortalecido.
En 2012 fuiste reconocido como el infografista más influyente del mundo en el periodo 1992-2012 por la Society for News Desing. Al escuchar algo así, ¿uno no siente vértigo, en el sentido de cuestionarse: “y ahora qué hago”? ¿Dónde está el próximo listón? Los listones me los pongo yo sólo y siempre son más altos que los que vienen del exterior. Me cuestiono, probablemente en exceso, sin necesidad de premios. Por otra parte, y a pesar de que en este caso el reconocimiento fuera a través de una votación abierta a todos los profesionales, lo cual, para mí le da más valor, los premios son un ejercicio de reduccionismo. No me importa tanto la influencia que yo pueda tener como qué o quién me puede influenciar a mí. De dónde puedo aprender, para mí eso es lo más importante y desgraciadamente a medida que uno crece profesionalmente, cada vez tiene menos lugares y personas de las que sacar conclusiones.
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Actualizado 03/02/2020