Hace 25 años España era un país bastante gris y atrasado en términos de diseño. Hace 25 años se estudiaba ‘Diseño’, así todo junto. Producto, gráfico, interiorismo, ilustración, dibujo… Todo se englobaba dentro de la misma disciplina.
Fue entonces donde el diseño empezó a sonar como un tambor que llama a la multitud a congregarse en un lugar. Un tambor que sonaba a todo ritmo en Barcelona. Empezó en los 90 y duró muchos años después hasta hoy mismo.
Acudíamos cada primavera a Barcelona para ver lo que pasaba. La Primavera del Disseny fue la primera gran cita, el primer gran festival de diseño, donde ver, entender y aprender. Entonces empezaron a florecer las escuelas de diseño, los talleres, las conferencias… si había algún sitio donde ponerse al día, era Barcelona.
El concepto que hoy llaman algunos Design Thinking, que no deja de ser aquello de pensar las cosas antes de hacerlas, se plantó en esa década. El concepto de menos es más, de les coses ben fetes no tenen fronteres [las cosas bien hechas no tienen fronteras], y del minimalismo que luego se implantó casi como un mantra.
Fue entonces cuando llegó la digitalización de la que no nos hemos desprendido hasta ahora. Los ordenadores marcaron la diferencia entre el antes y el después en la década de los 90. Todavía resuenan los ecos de ‘ordenador sí, ordenador no’ entre los grafistas de la época como un slogan de manifestantes que veían peligrar su puesto de trabajo.
Casi me atrevería a decir que fue entonces cuando se popularizó el diseño. No es que antes no existiera nada sino que culturalmente el diseño no estaba en boca de la sociedad y fueron precisamente las Olimpiadas de Barcelona las que pusieron la palabra en el vocabulario de la calle. Por primera vez la sociedad se daba cuenta de que las cosas no caían del cielo, sino que alguien las diseñaba, las pensaba, las dibujaba. La televisión informaba de quien había diseñado la antorcha olímpica, el logo, la mascota, la ceremonia… detrás cada idea había profesionales. Y eso fue muy bueno para todos.
También se popularizó para mal. Algo que nos dura 25 años después y que todavía se asocia ‘Diseño’ con ‘Banalidad’ y un grado de engaño. «Es caro porque es de diseño», dicen algunos. Pero ya se sabe que cuando algo se hace popular siempre hay fervientes defensores y fanáticos detractores. De todos modos algunos calificativos nos los hemos ganado a pulso.
Hace 25 años empezó casi todo lo que hoy nos parece normal. Empezaron los estudios de diseño a ser una fórmula normalizada, las agencias de publicidad a ganar dinero, los grandes nombres empezaron a salir del anonimato. Se colocaba en las primeras tarjetas de visita la palabra diseño y diseñador.
Lo que ahora nos parece normal, entonces era excepcional. Había mucha ilusión por conquistar las sociedad por explicar y reunir fuerzas para crear un nuevo mundo laboral y profesional. Un mundo que de alguna manera se ha conquistado. Ahora hay diseño y diseñadores por todas partes. Y el diseño ha mejorado muchísimas cosas de la sociedad. Y eso es bueno. Aquello fue bueno lo mires por donde lo mires y no es un tema de nostalgia.
Diseñar entonces sí era difícil cuando ni siquiera muchos conocían lo que hacíamos los diseñadores, ahora todo es mucho más fácil;ahora hasta hay estudios normalizados y personas normales y corrientes que se atreven a decir cosas como: «eso está mal diseñado». El diseño ya es pop. Y todo empezó entonces…
Felicidades Barcelona ’92.
Actualizado 31/10/2017