La infografía se ha convertido en uno de los lenguajes fundamentales de nuestro tiempo. En un mundo saturado de datos, imágenes y estímulos, sintetizar, ordenar y explicar se ha vuelto una responsabilidad cultural. Este número de Gràffica recorre las múltiples formas de la infografía como herramienta para comprender la realidad.
Los gráficos, los mapas, los diagramas y las ilustraciones que explican el mundo forman hoy un lenguaje imprescindible. La infografía ya no pertenece solo al periodismo ni a la divulgación científica, tampoco únicamente al diseño o al arte. Es un modo de pensar que traduce la complejidad en claridad y permite entender aquello que las palabras, por sí solas, no siempre alcanzan.
Desde esa idea se construye este número de Gràffica: como un recorrido por las distintas maneras de visualizar información y convertirla en conocimiento. A lo largo de sus páginas se cruzan prácticas que van desde la visualización de datos y la ilustración científica hasta los diagramas técnicos, la señalización o el arte generativo. No como disciplinas aisladas, sino como expresiones de un mismo objetivo: explicar bien.
La revista propone una mirada amplia sobre la infografía como método. Un lenguaje que exige investigación, criterio y responsabilidad, y que obliga a tomar decisiones constantes: qué mostrar, qué omitir, cómo jerarquizar, desde dónde contar. Decisiones que no son neutras y que influyen directamente en cómo entendemos el mundo.
Este número se abre con un mapa de las diferentes formas de hacer infografía, una cartografía inicial para orientarse en un territorio diverso y en continua evolución. A partir de ahí, Alberto Cairo advierte de cómo los gráficos pueden mentir y defiende la alfabetización visual como una necesidad democrática. Miquel Baidal analiza el papel del color en la ilustración científica y su capacidad para construir realidad.
El reportaje La escuela invisible traza la historia de cómo los infografistas españoles han acabado trabajando en algunos de los principales medios internacionales, consolidando una forma de hacer basada en el rigor, la claridad y la narrativa visual. A este recorrido se suman entrevistas con profesionales como Mariano Zafra, Chiqui Esteban, Amaya Verde, Álvaro Valiño, Giorgia Lupi, Manuel Lima, Federica Fragapane, Marcin Ignac, Román García Mora o Francisco Javier González, que comparten miradas complementarias sobre cómo pensar, diseñar y explicar con imágenes.
Además, el número se detiene en proyectos que muestran cómo la infografía opera en contextos muy distintos. Damos un repaso a las herramientas que utilizan los infografistas en su trabajo diario, pero también a proyectos editoriales como The Book. Cartografiar el conocimiento (Hungry Minds), donde el libro se convierte en un mapa del saber. Estudios como Field.io ejemplifican cómo el dato puede construir identidad y branding, mientras que National Geographic confirma la imagen como una lengua universal capaz de cruzar culturas. Casos como RNDR exploran sistemas que piensan en imágenes y activan los datos en movimiento, IKEA demuestra cómo la infografía puede convertirse en método —la receta que no se lee— y el wayfinding se analiza como el momento en que el espacio se vuelve legible y el diseño guía el recorrido.
El número incluye también un análisis de la señalización de tráfico como uno de los sistemas de infografía más universales y eficaces jamás diseñados, y una reflexión sobre los espacios de trabajo contemporáneos y las claves para mirar hacia adelante en un mundo que avanza demasiado rápido, a partir de los Consumer Trends 2026.
Este Gràffica Nº 40 tiene además un valor simbólico. Diez años después de empezar a editar una revista en papel —cuarenta números más tarde— seguimos apostando por este formato como un espacio para la lectura pausada y la reflexión. Nunca imaginamos llegar hasta aquí, ni hacerlo en un contexto cada vez más acelerado y digital. Pero seguimos creyendo que el papel es un lugar legítimo para pensar con calma, ordenar ideas y construir conocimiento colectivo.
Infografía. Sintetizar para visualizar, diseñar para comprender no es un catálogo de recursos ni una celebración del virtuosismo visual. Es una invitación a mirar con más atención, a exigir claridad y a entender la infografía como lo que realmente es: una herramienta cultural que transforma información en comprensión y la comprensión en una nueva forma de mirar el mundo.
