Cómo saber si eres un mal ‘coworker’

El coworking, compartir espacio de trabajo, —sobre todo en el mundo del diseño y la creatividad— está a la orden del día. Tener un buen ambiente de coworking suele contribuir a cumplir objetivos, ya que generalmente este ayuda a concentrase y mucho mejor que si uno trabaja desde casa. Si eres uno de estos profesionales, te interesará saber si eres un buen o mal coworker.

Photo by Shridhar Gupta.

Son muchos los freelancers o pequeños estudios los que han encontrado una buena solución en compartir espacios —y gastos— con profesionales afines a ellos y con quienes compartir ideas o cafés. Esta coexistencia hace que sea imprescindible prestar especial atención a cómo se convive. Los malos hábitos o la poca empatía pueden destruir un ambiente maravilloso para trabajar. Así que, si te identificas en alguna de estas prácticas, deja de hacerlas de inmediato y no seas un mal coworker

1. Tu voz es la protagonista del espacio

Photo by Austin Distel.

A lo largo de la jornada de trabajo es habitual tener que hablar por teléfono o por videoconferencia con clientes, proveedores o colaboradores. Es lógico que se empleen ciertas horas de trabajo pegado al teléfono y, a no ser que tu espacio esté preparado con alguna sala o cabina dedicada a ello, controla el tono de tu voz. En ocasiones, llevados por la conversación —o por una mala conexión— el tono de voz alcanza unos decibelios poco recomendables y bastante molestos para el resto de profesionales que intentan concentrarse en su trabajo. 

2. Tu escritorio es un desastroso mundo paralelo

Photo by Robert Bye.

Si eres una de esas personas donde encuentran orden en su desorden, vigila tu espacio de trabajo. Aunque si bien es cierto que cada uno es dueño de sus propios dominios, no está de más que consideres que un escritorio lleno de elementos fuera de lugar —ya sean de oficina o no— puede llegar a ser como una nota desafinada en una melodía armónica. No son pocos los estudios que certifican que el orden externo ayuda a mejorar el orden interno, es decir, la concentración. Si no quieres entorpecer la de tus compañeros de coworking, intenta que tu mesa no destaque precisamente por ser un caos.

3. Vives por el entretenimiento

Photo by Proxyclick Visitor Management System.

No hay que ser muy experto en el comportamiento humano para saber que necesitamos periodos de descanso ya que la concentración no permanece intacta toda la jornada laboral. O incluso unos días podemos estar más centrados que otros y es cuando necesitamos despejarnos. Esto no significa que arrastremos con nosotros al ocio a nuestros compañeros interrumpiéndolos de su trabajo. Según la Universidad de California en Irvine, cada vez que nos desconcentramos, necesitamos 23 minutos y 15 segundos para volver a concentrarnos en la tarea que estábamos realizando. Así que, si decides charlar, hacer bromas o compartir tu música o ese meme que te ha hecho tanta gracia con tus compañeros de espacio o, incluso, pasearte y revolotear entre sus escritorios, piénsatelo dos veces. Les puedes estar quitando un tiempo muy valioso de productividad. Si quieres compañero de viaje a la hora de despejarte, mejor que lo hagas en el tiempo de descanso acordado por todos.

4. Dejas un estercolero a tu paso

Photo by Michał Kubalczyk.

Al compartir un espacio de trabajo es muy importante cuidar, ya no solo tu espacio personal, si no el común. Esto comprende zonas como la cocina, comedor, cuarto de baño, etc. Si, por ejemplo, dejas hecha un asco la cocina a la hora de preparar tu comida o hecha un desastre la mesa donde coméis, el ambiente se crispará inmediatamente. No dejes que ningún compañero se vea obligado a limpiar u ordenar cualquier cosa sucia o desordenada que hayas dejado a tu paso. Sobre todo si esto se convierte en una práctica habitual.

5. La antipatía es tu bandera y tu muro social

Photo by FuYong Hua.

Como en cualquier relación personal, la relación profesional que se establece en un coworking también necesita de cuidados. Sobre todo si se piensa que compartes tus horas y tus días con tus compañeros, más que con familiares o amigos. Aunque seas una persona reservada y no veas necesario establecer una relación que vaya más allá de la relación estrictamente profesional, nada justificaría que dejaras atrás las formas más básicas de educación y relación con otras personas. No seas una persona huraña ni antipática por sistema —un mal día lo tiene cualquiera—. De no ser posible, quizá la fórmula de coworking no sea la más adecuada para ti. Mejor trabaja desde casa. 

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