El universo emocional de Chris Ware llega al CCCB

Chris Ware ha transformado el cómic en una herramienta para pensar y sentir. La exposición Chris Ware. Dibujar es pensar, en el CCCB, recorre su obra a través de originales, objetos y animaciones, revelando el universo íntimo y emocional de uno de los narradores visuales más influyentes del siglo XXI.

¿Qué pasaría si nuestras emociones, recuerdos y traumas se pudieran ordenar en viñetas? Chris Ware lleva toda una vida haciéndolo. El dibujante estadounidense, considerado uno de los autores más innovadores del cómic moderno, protagoniza ahora una gran exposición en el CCCB de Barcelona que repasa su obra con una profundidad y sensibilidad poco habitual en el ámbito de la historieta.

“Chris Ware. Dibujar es pensar” no es simplemente una retrospectiva. Es una inmersión cronológica en el universo narrativo de un creador obsesionado con los detalles, la precisión y la estructura. A través de más de 120 originales, publicaciones, esculturas, objetos, maquetas y animaciones, la muestra recorre los principales hitos de su carrera, desde los cuadernos escolares hasta las portadas para The New Yorker, pasando por sus obras más reconocidas: Jimmy Corrigan, el chico más listo del mundo, Building Stories y Rusty Brown.

El cómic como arquitectura emocional

Para Chris Ware, dibujar no es un acto decorativo: es una forma de pensar. Una herramienta para procesar la vida. De ahí que su trabajo esté impregnado de una fuerte carga introspectiva. Su trazo meticuloso, casi obsesivo, es inseparable de las emociones que transmite. Racismo, soledad, frustración, consumismo, trauma familiar o los efectos invisibles de la política en la vida cotidiana. Todo ello aparece codificado en sus páginas como si se tratara de un sistema nervioso gráfico.

La exposición, comisariada por Jordi Costa y organizada por el CCCB, acierta al mostrar no solo el trabajo final de Ware, sino también su proceso: cuadernos, bocetos, estructuras narrativas complejas e incluso las maquetas tridimensionales que construye para planificar sus cómics como si fueran edificios. No es casualidad que uno de sus referentes confesos sea la arquitectura. Tampoco lo es su fascinación por la música ragtime, otra forma de estructura emocional que le acompaña desde la infancia.

En palabras de Costa, “Chris Ware posee la capacidad de activar la mirada del lector y dotarlo de una especie de superpoder que no sabía que tenía”. Ese superpoder no es otro que la sensibilidad, la capacidad de ver lo invisible, de entender lo cotidiano desde una perspectiva poética.

Chris Ware, un lenguaje propio

A lo largo de su carrera, Chris Ware ha creado un lenguaje visual que desafía las convenciones del cómic. Sus páginas funcionan como mapas emocionales, a menudo sin un orden de lectura preestablecido, llenas de detalles microscópicos, diagramas, tipografías diseñadas por él mismo y estructuras laberínticas. La exposición dedica un apartado central a este aspecto: su invención de un nuevo lenguaje narrativo, donde cada elemento gráfico tiene un peso emocional y semántico.

En este sentido, Chris Ware ha sido una figura clave en la legitimación del cómic como forma de arte. Sus obras se estudian en universidades, se exponen en museos y se citan en ensayos de crítica cultural. Pero él, lejos de buscar el prestigio institucional, sigue trabajando como un artesano del lápiz y el papel, en soledad, con una disciplina casi monástica. “No me interesa entretener”, ha dicho en más de una ocasión. “Me interesa emocionar, conmover, hacer pensar”.

Participar en una historia colectiva

El recorrido de la muestra culmina con una propuesta participativa que traduce el espíritu de Building Stories a un contexto local y colectivo. En una de las salas, una gran retícula de viñetas vacías invita al público a dibujar sus propias historias inspiradas en Barcelona. Es una iniciativa de la escuela de cómic La Gossa, con participación de autores como Cristina Daura, Nadia Hafid, Sergi Puyol y Marc Torices. El resultado es un mural coral donde los visitantes se convierten en narradores, completando la historia con sus recuerdos, emociones y trazos.

La exposición también incluye una biblioteca de consulta con obras de Ware y publicaciones afines a su universo, además de una zona de descanso pensada como espacio de lectura y contemplación. Porque, como demuestra esta muestra, leer a Chris Ware no es una acción rápida ni superficial: es una experiencia que requiere tiempo, atención y una cierta entrega emocional.

Un autor que transforma el medio

Chris Ware nació en Omaha (Nebraska) en 1967 y empezó a dibujar desde niño, como una manera de comprender el mundo. Su formación académica en arte y sus primeros pasos en publicaciones alternativas como The Daily Texan o Raw —la revista de Art Spiegelman— marcaron el inicio de una carrera atípica y excepcional.

Desde entonces, ha recibido prácticamente todos los premios importantes del cómic y del diseño gráfico, incluyendo el Premio Eisner, el Harvey y el Gran Premio del Festival de Angoulême. Pero más allá de los reconocimientos, lo que define a Ware es su constancia en el oficio y su capacidad para elevar lo íntimo a categoría universal.

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