Inteligencia Creativa, por Eduard Punset

Eduard Punset, en el cuarto número de la revista Gràffica ‘Creatividad. ¿Todos somos creativos?’, habla acerca de la inteligencia humana y su relación con la creatividad.

Eduard Punset (Barcelona, 1936-2019) fue divulgador científico español, y presentador del laureado programa Redes de TVE hasta 2013. En dicho espacio, abordó desde la perspectiva científica disciplinas como la sociología, la medicina, la psicología o la biología, entre otras. Ha sido autor de libros tan reconocidos como El alma está en el cerebro, Radiografía de la máquina de pensar (2006), El viaje al poder de la mente (2010), y Excusas para no pensar (2011). El siguiente texto es un fragmento extraído de su libro El alma está en el cerebro. Radiografía de la máquina de pensar publicado por Santillana Ediciones Generales.

 

Inteligencia Creativa

Hay algunas personas que ven las cosas de manera distinta. Cuando la mayoría decide seguir un camino, ellos deciden escoger otro. ¿Por qué…? A lo mejor ellos son inteligentes y creativos, y nosotros somos los torpes. Pero… ¿quién es inteligente? ¿Y por qué está tan de moda medir la inteligencia? ¿Y por qué la estamos midiendo con métodos totalmente distintos a los que se utilizaban hace sólo unos años?

La creatividad, según los expertos, parece configurarse como una actitud ante la vida: es el impulso de crear y de generar ideas. Y una persona creativa es un individuo que consciente o inconscientemente elige el camino de crear.

 

Creatividad

El doctor Robert Sternberg, profesor de Psicología y Educación en la Universidad de Yale, en Estados Unidos, es uno de los investigadores más prestigiosos en el campo de la inteligencia humana. Con él quisimos conversar para que nos indicara los últimos caminos en los estudios de las capacidades de la mente. 

Planteamos al profesor Sternberg el modo de entender la creatividad desde el punto de vista tradicional: el filósofo Daniel Dennett sugería que, cuando inventamos algo y no sabemos cómo ha ocurrido, apelamos a la «intuición». Y Einstein, cuando le preguntaron cómo había inventado la teoría de la relatividad, explicó que era «un salto». En general, los creadores o inventores hablan de una emoción tras sus descubrimientos. ¿Es así realmente? ¿Cómo opera la inteligencia creativa?

En principio, Robert Sternberg piensa que la creación no es una capacidad o una habilidad, sino una decisión personal: «Sí, la idea básica es que la creatividad, verdaderamente, es una decisión. La persona creativa piensa de una manera diferente respecto a lo típico o común. Por ejemplo, si la persona creativa ve que todo el mundo está caminando en una dirección, él no acepta esa dirección como la dirección correcta simplemente porque todo el mundo está caminando en esa dirección. Al contrario: si todo el mundo va en una dirección, él piensa que debe caminar en la dirección opuesta. El creador piensa: “Tengo mi propia idea y quizá mi idea sea mejor”. En general, las personas siguen a otras personas sólo porque hay mucha gente que va en esa dirección. Pero la persona creativa decide ser independiente, aunque a veces haya consecuencias negativas».

De acuerdo. El creador es una persona independiente o, como se decía antaño, un espíritu independiente. ¿Qué hace cuando hace algo creativo? ¿Entiende el acto creativo como un acto consciente? ¿Lo analiza?

Según el profesor Sternberg, en el proceso creativo se dan tres partes básicamente: la primera es la generación de la idea. La segunda, el análisis de la idea, «porque nadie tiene siempre buenas ideas, ni Einstein ni Picasso ni nadie». Y la tercera etapa es la venta de esa idea. Esta tercera parte es fundamental: es necesario saber que, cuando se tiene una idea creativa, los demás no van a aceptarla fácilmente. Es imprescindible convencer a los demás de que esa idea es buena. Se trata de vender una idea como se vende cualquier otra cosa, con la diferencia –sustancial– de que el creador cree en lo que ha creado. «En la vida se aprende que se necesita vender las ideas».

El desarrollo de herramientas, la conquista del fuego o la rueda constituyen grandes saltos conceptuales en la historia evolutiva del hombre como especie y en la construcción de la cultura. En el ámbito artístico, las pinturas rupestres son la plasmación de la adquisición del pensamiento abstracto, una de las dimensiones sobre la que se asienta la creatividad. Pero, ¿es posible definir la complejidad del proceso creativo y la experiencia del sujeto creador? 

En La Odisea, Homero pone en boca del poeta Femio la siguientes palabras: «Nadie me ha enseñado: un Dios ha plantado algunas canciones en mi alma». La mitología griega entendió la inspiración creativa como un soplo divino. Las  Musas, diosas de la memoria en un principio, y luego identificadas con las distintas artes, eran las nueve hijas de Zeus Mnemosine.

Con el tiempo, el mito del artista poseído por las musas se racionalizó y en ocasiones se conceptualizó como simple locura, una idea reiterada a lo largo de la Historia.

El destello divino se fue perdiendo, y hasta la Edad Media, el mundo cristiano no reconoció el prestigio de los creadores. A lo sumo, el artista era un instrumento al servicio de la religión.

El Renacimiento recuperó el concepto griego de inspiración, adjudicando a los grandes creadores el estatus de divus o dioses. Fue entonces cuando el artista inició su liberación de los gremios y adquirió valor por sí mismo. Leonardo da Vinci defenderá la pintura como ciencia. A finales del siglo XVI, el reconocimiento del artista como creador se plasmará en la admiración que despertaban Miguel Ángel o Rafael.

Más adelante, lo irracional, minusvalorado por Descartes, fue recuperado durante el Romanticismo; en términos generales, este movimiento cultural relacionó la idea del adanismo, el sufrimiento y la locura con los impulsos generadores de creatividad. Entre otras razones, por eso lord Byron es el representante de la época.

El estereotipo de la locura y el carácter indómito del creador se mantuvo vivo en el siglo xx, y los artistas adoptaron estilos de vida inusuales, como la bohemia, el beat o lo hippy. Tal vez esa idea perdure en el XXI, precisamente por su interrelación con la ruptura de moldes y estructuras.

Así, la creatividad ha estado presente a lo largo de la Historia y los hombres han tratado de descubrir las claves de su funcionamiento. No sabemos qué es exactamente ni cómo opera, pero reconocemos sus frutos. Para algunos, la creatividad existe en la medida en que existe su producto y éste es conocido y apreciado. Sin embargo, es difícil admitir que Picasso y Van Gogh no fueran creativos hasta el momento en que se supo entender su obra. Del mismo modo, ¿no sería creativa aquella persona que llegara a los mismos resultados que Einstein sin tener conocimiento previo de la teoría de la relatividad?

Aunque nuestras creaciones no trasciendan, a todos nos gusta sentirnos creativos en alguna medida. Entonces, quizá sea posible concluir que la creatividad es pensar algo diferente sobre cualquier asunto cuando contamos con la misma información que el resto. 

 

Creadores, locos y depresivos

¿De qué depende la creatividad? ¿Está en nuestros genes? ¿Guarda alguna relación con la vida emocional? ¿Es una cuestión de aprendizaje o de impulsos ambientales externos?

Desde luego, los genes tienen importancia en muchos aspectos de nuestra vida, pero nuestra vida –según el profesor Sternberg– es una interacción entre los genes y el medio ambiente. «Es decir, si alguien tiene mucho potencial creativo, o de cualquier otro tipo, pero vive confinado en una cárcel, encerrado, no podrá desarrollar sus habilidades: se trata siempre de una interacción entre capacidades individuales y aprendizaje y factores externos. Y lo que yo enseño a mis propios estudiantes es que nadie desarrolla todas sus habilidades genéticas. Es decir: todo el mundo puede mejorar».

Entonces, en teoría, los niños comienzan a emplear su inteligencia creativa muy pronto y se esfuerzan en convencer de sus ideas a los demás. El profesor Sternberg nos aseguraba que los niños utilizan técnicas muy inteligentes para convencer a sus padres y con frecuencia les convencen para que hagan cosas que, en principio, no pensaban hacer. «En muchas ocasiones, los padres compran juguetes que no quieren comprar. Están manipulados por la creatividad de los niños. Sí…, a veces los niños son muy creativos».

Sin embargo, a veces las escuelas y la socialización pueden debilitar la creatividad. Si en la escuela o en casa se aprende que la obediencia siempre es recompensada o sólo se debe pensar como otros o de una determinada manera, la lección que se aprende en realidad es que no se debe pensar de una manera creativa. 

Para intentar averiguar qué pasa por la cabeza de un creador, podríamos recurrir a un ejemplo clásico: Vincent van Gogh. ¿Qué le ocurría? ¿Estaba loco? ¿Tenía una personalidad depresiva? ¿Era esquizofrénico? ¿Estaba obsesionado por algo? Según Robert Sternberg, el pintor impresionista era bipolar, y parece existir una relación entre la manía depresiva y la creatividad inteligente. «En realidad, las personas maniacodepresivas no son siempre creativas y, por otra parte, las personas creativas no tienen por qué tener siempre un desorden mental, pero parece existir una correlación».

¿Excentricidad, enfermedad o locura? Sin duda, creatividad. Han pasado más de cien años desde el suicidio de Vincent van Gogh y los médicos no se han puesto todavía de acuerdo sobre su verdadera enfermedad: ¿depresión maniaca?, ¿epilepsia?, ¿esquizofrenia?

El pintor holandés dejó centenares de cartas donde describe sus ataques de vértigo, acompañados de náuseas, vómitos e intolerancia al ruido, y sufrió extrañas alucinaciones auditivas que fueron quizá la causa de que se amputara la oreja. Su vida como pintor fue breve: en sólo ocho años plasmó su visión de lo cotidiano en cientos de óleos. Probablemente, con una medicación apropiada y un tratamiento psicoterapéutico, como los disponibles hoy en día, podría haber cambiado el curso de la historia del arte.

Otro ejemplo: el extraño comportamiento de Thelonious Monk (1917-1982) no era el resultado del consumo de drogas comunes entre los músicos de jazz de la época. Era un extraordinario pianista y compositor, y su música estaba llena de sorpresas armónicas. Monk comenzó su carrera de internamientos psiquiátricos a los 37 años. En 1964 fue portada en Time y en 1975, de repente, dejó de tocar y se aisló. Padeció fuertes depresiones y desarrolló una personalidad esquizoide con brotes psicóticos.

La relación entre creatividad y locura ha sido muy estudiada. Para algunos, esta relación es evidente; para otros, la creatividad sólo es posible en la salud.

Aristóteles decía: «Nunca ha existido un gran genio sin algo de enfermedad». Cesare Lombroso afirmaba a finales del siglo XIX que la genialidad era un tipo de psicosis degenerativa. Semejante idea fue perpetuada por Sigmund Freud, que relacionó la genialidad y la neurosis. Su pupilo Carl Gustav Jung afirmó que la obra de arte funcionaba como reestructuradora de la personalidad del artista. Esta línea de pensamiento aún persiste, y sugiere que el arte es una forma de solucionar o encauzar ciertos problemas de personalidad.

¿Hasta qué punto esto es así? Existe una relación entre la conducta creativa del individuo y el equilibrio de la dopamina y la serotonina en el organismo. Los esquizofrénicos, que se caracterizan por cierta originalidad de pensamiento, presentan altos niveles de dopamina y bajos niveles de serotonina. En sujetos normales no destacables por su creatividad, estos neurotransmisores tienen niveles equivalentes. En los individuos creativos, ambas sustancias tienen un mismo nivel (como en las personas que no sufren alteraciones mentales), pero los niveles de estos neurotransmisores son algo superiores a la media. Para aquellos que relacionan la creatividad con la salud, las personas creativas son superiores en la «escala de fuerza del yo», y poseen mejores mecanismos para resolver problemas. Sea como fuere, muchos artistas, pintores, escritores y músicos han tenido una salud mental no especialmente dichosa. Edgar Allan Poe, un escritor tan afortunado en su literatura como desafortunado en su salud mental, escribía: «Nunca estuve realmente loco excepto en las ocasiones en las que mi corazón fue alcanzado» […]. 

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