Querida Cira,
Cuando algo no funciona, tarde o temprano llega un día en que el que tienes que tomar una decisión. A mí ese día me llegó hace unos tres años, decidí que ya no quería trabajar con clientes.
No fue fácil tomar la decisión sobre todo porque al principio no tenía ni idea de por donde tirar ni sabia de qué iba a sobrevivir, pero sentía que tenía que frenar para poder averiguarlo y estaba seguro de que de algún modo u otro encontraría alguna respuesta.
La mayoría de los días, por aquel entonces, estaba rodeado de lo que yo llamo “Clientes-garrapata”. Estos clientes piden mil cambios hasta que el diseño es casi suyo, pagan mal, exigen cosas sin sentido, cambian el rumbo del proyecto sin coherencia, maltratan el trabajo a las primeras de cambio, copian, engañan y a menudo sufren de Alzheimer. En definitiva, tenía la sensación de que los clientes para los que trabajaba no respetaban mi trabajo y de que me pasaba la vida sumido en quejas y descontentos.
Sí, lo sé… raya lo absurdo. Quizá mi visión no era muy real y el problema era mío y no de los clientes, pero es lo de menos. Aquella era mi realidad y la realidad de cada uno es lo que cuenta. Ahora, mirando hacía atrás veo que toqué fondo. Tranquila, no te asustes. Ahora estoy genial. A veces dramatizamos mucho las cosas…
Tenía claro que yo era diseñador, quería seguir diseñando y también que quería ser feliz. Finalicé los proyectos que tenía en marcha, eché el freno y aproveché unas vacaciones para pensar.
Ya tenía algunos gastos que asumir con lo que calculé el mínimo que necesitaría para mantenerme. No era demasiado y comencé a pensar en cosas que sabía que se me daban bien y para las que no necesitaría una gran inversión para ponerlas en marcha. Packaging, editorial, ilustración, algunas piezas que podría vender a través de tiendas online. Comencé realizando algunos proyectos propios e investigaba cómo podría sacarles un mínimo rendimiento.
No fue fácil pero poco a poco conseguí sacar una colección de libretas, colaboré unos meses con otros diseñadores que estaban trabajando en un proyecto de packaging y hasta edité un libro para niños que hoy se utiliza en las aulas.
En esos proyectos trabajé sin briefing y sin interferencias en cambios. Yo me hacía mis propios encargos y como objetivo tenía mejorarlos al máximo. Me costó conocer los canales a través de los que podía hacer visibles mis proyectos para obtener algo de rentabilidad, pero investigando vi que no era tan complicado.
Me sorprendieron algunas de las propuestas que me hicieron interesándose por mi trabajo.
Al final me di cuenta de que de una manera u otra siempre acabas teniendo clientes. Las personas que comenzaron a comprar mis productos de alguna manera clientes son, ya que abonan una cantidad por ellos. Ahora de vez en cuando también tengo encargos. En alguna ocasión se ha interesado alguna gran empresa por alguno de mis proyectos personales y hasta he llegado a cerrar acuerdos interesantes.
Algunos me llamaron emprendedor. A mi esa palabra no me gusta y pienso que todo el mundo no está preparado para ello ni tiene porque gustarle. Simplemente me considero alguien que disfruta de lo que hace y que ha logrado ganar algo de dinero con él para vivir dignamente. No aspiro a más y para mí es suficiente.
Entre que toqué fondo y me mudé de ciudad, hace mucho que ando desconectado pero en breve regresaré y quería contactar contigo ya que conservo un buen recuerdo y me gustaría que nos viésemos a mi regreso.
Te imagino a punto de disfrutar de tus vacaciones. ¡Espero verte pronto!
xxxoooxxx
Manuel.
Actualizado 22/02/2018