La exposición “Diseñar el aire” repasa la historia del abanico desde la tradición a la contemporaneidad. Veinte profesionales reinventan este icono.
Hoy se abre al público la exposición colectiva sobre la alianza del diseño y el saber hacer de la artesanía a partir de una de las piezas valencianas de referencia: el abanico. La muestra “Diseñar el aire”, comisariada por el diseñador Vicent Martínez, llegará al Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí para demostrar cómo puede enriquecerse la cultura del mundo del abanico y, en ese espíritu, reposicionarse y proyectarse al futuro.
“Diseñar el aire”, que se podrá visitar hasta el 3 de julio, repasa la historia del abanico valenciano a través de un recorrido que va de la tradición a la contemporaneidad y cuenta con la participación de veinte profesionales del diseño de diferentes partes del mundo que reinventan este icónico objeto en formas, texturas y tecnología.
El abanico es una pieza tradicional en la memoria objetual valenciana. “Diseñar el aire” muestra que la alianza y el diálogo humanista del diseño, la tecnología y la artesanía pueden enriquecer la cultura del mundo del abanico y en ese espíritu proyectarse al futuro.
tradición e innovación
En la exposición se aúnan materiales tradicionales como el nácar, elaborado por los artesanos del único taller de Europa que lo manufactura actualmente, junto a otros de tableros de mínimo grosor, manufacturados con láser, abanicos con telas y madera impresa digitalmente con tecnologías innovadoras o encuadernadores que hacen abanicos como libros.
“Diseñar el aire” es un proyecto coral de veinte profesionales del diseño de diferentes partes del mundo: Ángel Blay Villa, Antonio Serrano, Arnau & Reyna, Carlos Tíscar, Eli Gutiérrez, Inma Bermúdez, Luisa Bocchietto, María Arroyo, Nani Marquina, Nieves Contreras, Pepe Gimeno, Ramón Úbeda y Pepa Reverter, Ricard Ferrer, Sohei Arao & Sumiko Arao, Terence Woodgate, Vicent Martínez y Yukari Taki.
Todos ellos —bajo el comisariado y edición de Vicent Martínez y con la implicación del artesano Ángel Blay en la fabricación de las piezas— rediseñan el tradicional abanico valenciano en formas, texturas y tecnología demostrando cómo la unión entre diseño y legado puede favorecer la reinvención de los elementos más clásicos tradicionales de una cultura.
«Lo que nos gustaría que fuera este abanico es un homenaje a los artesanos que han mantenido viva esta profesión».
Inma Bermúdez
La propuesta de Inma Bermúdez ha sido bautizada como Nácar y, mediante formas sintéticas y depuradas, pretende ser un homenaje a los artesanos que han mantenido viva esta profesión. Bermúdez explica que su objetivo es que «el nácar sea el protagonista porque entendí que había que ponerlo en valor». Al mismo tiempo, explica que «a nivel formal es muy sencillo y no tiene ningún tipo de ornamentación».
La diseñadora Nani Marquina explica que no ha sido nada fácil llevar a cabo este abanico: «Pensando en el aire pensé que podría dar aire al propio abanico». El resultado es un elogio al instrumento creado que busca satisfacer una necesidad tan básica como dar aire. Para ello compró muchos abanicos, los desmontó y comenzó a hacer un trabajo intuitivo hasta llegar al resultado final.
Luisa Bochietto ha estado muy implicada en la organización de Valencia Capital del Diseño 2022 y por ello decidió inspirarse en su logotipo para construir su propuesta de abanico. Ha asegurado a Gràffica que «me gusta mucho el logo porque se mueve, cambia y se adapta, y mi objetivo ha sido relacionar el movimiento del logo con el movimiento del abanico».
Por su parte, Carlos Tiscar explica que su proyecto se basa en la renuncia: «Desde un principio supe que el abanico es imposible de mejorar como objeto funcional, así que me busqué una coartada que lo justificara». El resultado ha sido un abanico mínimo y barato, con solo dos palos y una tela tensada, trabajando con analogías como la hamaca colgante, la cometa y, finalmente, la vela latina.
«Al final entendí que debía hacer un abanico mucho menos complejo y más económico de fabricar».
Carlos Tiscar
«Me inspiré en los abanicos clásicos que se hacen desde hace muchísimo tiempo en diferentes culturas en pluma», explica Nieves Contreras. El abanico se llama Nao y utiliza la pluma del pavo real como referencia tanto en los colores como en la forma de apertura del abanico.
Yukari Taki quería crear un abanico que generará la sensación de cosquillas. También ha utilizado el nácar para la construcción del abanico y explica que este producto «se ha quedado un poco lejos de la vida moderna». Además, explica que ha intentado fusionar lo tradicional con lo moderno y, de alguna manera, lo occidental con lo oriental.
«Como soy diseñadora gráfica he utilizado técnicas como transparencia y troquel para hacer las escamas y captar el reflejo del mar».
Yukari Taki
El abanico de María Arroyo se llama Daga y pretende ser un instrumento reivindicativo: «A mí me fascinó mucho el hecho de que la forma de utilizarlo podía adquirir un significado u otro». En este sentido, le llamó la atención su capacidad de transmitir secretos, emociones o deseos y por ello decidió representarlo como un arma que se cierra como una navaja.
Pepe Gimeno explica que su abanico Al Vent se inspira en la morfología de un libro: «De él toma prestado el cosido de un lomo, para conseguir que sus pliegues se abran con la misma ordenada cadencia que lo hacen sus páginas». Gimeno explica que ambos objetos actúan al unísono: «Desde sus páginas o pliegues nos provocan o nos seducen avivando nuestra mente y nuestros sentidos».
Se trata de proyecto de València Capital Mundial del Diseño 2022 que cuenta con el impulso de la Diputació de València y València Turisme.
Actualizado 21/10/2022