Los símbolos pueden transcender sus significados originales para convertirse en representantes de ideas más elevadas y profundas. No importa si el símbolo es abstracto o figurativo pero sí que su diseño se haya realizado con originalidad. Este es el caso del símbolo de la paz que, desde hace más de cinco décadas, es el estandarte del pacifismo, del antimilitarismo y del amor universal aunque, en su origen, representaba otro concepto.
Historia del símbolo de la paz
En contra de lo que se piensa, este símbolo no nació para representar la paz, sino para expresar el rechazo a las armas nucleares. Su creador fue el artista británico Gerald Holtom que realizó este diseño para identificar la marcha contra el armamento nuclear convocada por Direct Action Committee y British Campaign for Nuclear Disarmament.
La marcha tuvo lugar del 4 al 7 de abril de 1958 y comenzó en Trafalgar Square, en el centro de Londres, para terminar en Aldermaston, el lugar donde se encontraba la fábrica de armas Atomic Weapons Research Establishment. Más de 500 personas recorrieron unidos y con un mismo objetivo los 84 kilómetros que separaban los dos lugares para reivindicar el desarme.
Los integrantes de la marcha buscaban repercusión política inmediata pero, como explica Andrew Rigby, autor de Peace News, Holtom «estaba convencido de que necesitaban un símbolo para que la sociedad recordara su movimiento». Y así fue, porque su diseño se convirtió en pocos días en la enseña mundial del desarme nuclear.
Siempre se ha creído que lo que inspiró a Holtom para el diseño de este símbolo fue el lenguaje del semáforo y que sus líneas representaban las siglas de Nuclear Disarmament –la N se representa con dos brazos abiertos apuntando hacia abajo en un ángulo de 45 grados y la letra D, con un brazo levantado sobre la cabeza–. Sin embargo, en declaraciones posteriores Holtom reconoció que el dibujo del símbolo era una abstracción de él mismo con las manos extendidas hacia abajo «como un campesino en una pintura de Goya». Aunque, aún hoy, no está claro qué inspiró al artista británico, lo cierto es que la sencillez de las líneas integradas en un círculo y el grosor de los trazos forman un conjunto perfecto que lo hace fácil de recordar por ser robusto y dinámico y también por ser en origen blanco y negro.
Más allá del desarme nuclear: la paz
El símbolo pro desarme nuclear cumplió su misión representando las marchas a Aldermaston pero, poco tiempo después y de forma inesperada, transcendió para convertirse en el símbolo universal del pacifismo y del amor. Ocurrió cuando, en los años 60, el movimiento hippie se apropió de él para expresar sus ideales contraculturales de libertad, paz y amor.
Desde entonces, el símbolo de Holtom se convirtió en el paradigma del pacifismo, trascendiendo la oposición a las armas nucleares para representar un concepto más amplio: el desarme mundial y la paz global.
Actualmente este símbolo sigue teniendo reconocimiento y cada nueva generación lo interioriza y valora. El mejor ejemplo es reciente y está ligado a los trágicos y violentos atentados de noviembre de 2015 en París, cuando el ilustrador Jean Jullien reinterpretó el símbolo de la paz incluyendo el perfil Torre Eiffel para expresar la necesidad y el deseo de paz para la ciudad francesa y por extensión, para Europa. Jullien compartió su obra en redes sociales y, al momento, su reinterpretación se convirtió en el símbolo global de la unión frente a la violencia terrorista.
La historia del símbolo de Holtom nos muestra cómo los símbolos son representaciones gráficas que pueden evocar diferentes conceptos porque su interpretación es libre. Y, ante la pregunta, ¿qué convierte a un símbolo en un icono reconocido que exprese claramente con un concepto?, la respuesta es sencilla. Su diseño tiene que ser potente y al mismo tiempo sencillo para que se pueda reproducir y aprender con facilidad. Pero, tal vez lo más importante, es que esté inspirado en conceptos elevados y globales.
Actualizado 04/11/2016