Con motivo del 40º aniversario de la Universitat de les Illes Balears, Miquel Barceló –pintor mallorquín Premio Nacional de Artes Plásticas 1986, Príncipe de Asturias de las Artes Plásticas 2003 y Doctor Honoris Causa por esta misma Universidad–, ha creado y donado el logo que conmemora este acontecimiento (tal y como ya hizo en 2002 para el 25º aniversario de la UIB). Con la presentación del resultado de esta generosa acción sin ánimo de lucro, hemos presenciado uno de los mejores ejemplos de cómo el postureo desbanca sin piedad a la profesión de diseñador gráfico.
En esta ocasión el logo representa un anzuelo (una potera para pescar calamares) con el que la vicerrectora de Proyección Cultural, Joana Maria Seguí, ha establecido un símil con la Universidad ya que, según ha indicado, también sirve «para sacar algo a la superficie: el conocimiento y el talento».
Dejando a un lado cuestiones como las diferencias que pueda haber entre ‘arte’ y ‘diseño’, la definición purista de lo que es un ‘logo’, sobre si el resultado final ‘me gusta’, ‘no me gusta’ o ‘se parece a esta cosa o a tal otra’, habría que plantearse la verdadera función de un diseño pensado para la identificación y a la representación de una entidad o evento, y creado para cubrir ciertas necesidades comunicativas. ¿Qué objetivos tiene una marca destinada a celebrar un aniversario? ¿Cómo debería ser diseñada para alcanzarlos? ¿Qué funciones va a tener que desempeñar esta a lo largo de los eventos, actos de la celebración y durante la campaña de comunicación? (Existen diversos ejemplos que pueden contestar a estas cuestiones como Pablo Martín renueva la imagen de Mahou por su 125 aniversario, Catalana Occidente actualiza su marca creada por Mucho para el 150 aniversario, o Sus Satánicas Majestades celebran su 50 aniversario con el rediseño de su logo).
Sin duda, esta pieza creada por Barceló, cumple objetivos de visualización ya que se trata de una obra de un pintor ilustre y cuenta con varios factores que la convierten en foco de polémicas y noticia a viralizar –sobre todo en el sector del diseño gráfico dado que se trata de un trabajo no remunerado (se ha cedido gratuitamente a la Universidad) y que se ha llevado a cabo por un pintor que, aunque relevante, no está especializado en diseño de branding (hecho que explicaría las carencias funcionales en el plano de la comunicación que tiene la pieza)–. A pesar de que todos estos factores hagan que se hable de ello una vez lanzada la noticia, lo más probable es que las conversaciones tengan un recorrido muy corto. ¿Y después, qué?
Viendo las características formales del logo de Barceló, es probable que existan problemas a la hora de aplicarlo en diferentes soportes de una campaña de comunicación alrededor de la celebración del 40º aniversario, como por ejemplo en soportes de tamaño reducido. Y, si esta pieza no resulta óptima para utilizarla como logo, ¿por qué se ha decidido adoptarla como marca representativa del aniversario? ¿Será porque la ha creado y regalado un Premio Nacional de Artes Plásticas? ¿Debería ser este el criterio predominante para escoger un logo que forme parte de una estrategia de branding?
No deja de ser lícito –incluso loable– que se quiera donar una pieza artística para homenajear el aniversario tan especial de una universidad, pero ¿era necesario denominarlo ‘logotipo’? De hecho, la obra de Barceló está funcionando más como póster que como logo ya que está asumiendo las funciones de un cartel anunciativo y no las de una marca.
Son imprecisiones como estas las que desprestigian y menosprecian al diseñador gráfico y a su trabajo; las que dejan a la profesión a la altura de ‘hobby o pasatiempo artístico’; las que hacen pensar al común de los mortales que el diseño es solo hacer ‘dibujitos’; o que detrás de cada trabajo no hay ningún tipo de investigación, estrategia de comunicación ni planificación y, por lo tanto, la remuneración por ello debería ser casi anecdótica.
Entre los concursos especulativos de diseño e iniciativas como esta, parece que todavía estamos muy lejos del día en que el postureo no prevalezca sobre un trabajo de diseño gráfico bien hecho.