«Contrapaso», una novela gráfica negra ambientada en el Madrid de los años 50

Kike Infame entrevista a Teresa Valero, una autora conocida y respetada dentro del circuito del cómic y la animación, pero todavía desconocida para el gran público.

Quizás faltaba una obra propia que hiciese llegar a Teresa Valero al gran público. Esta deuda queda saldada con Contrapaso.  Hoy sale a la venta Los hijos de los otros, el primer álbum de una serie que mezcla las convenciones del género noir con la revisión de los aspectos más oscuros de nuestra historia.

¿Qué es Contrapaso?

Contrapaso es una historia policial en una época muy concreta de la historia de Madrid. Hay partes ficcionadas pero hay mucha información detrás. Mezclo la ficción con la realidad que me interesaba contar.

¿Cómo nace la obra?

Al principio tenía otra idea. Había escuchado a Juan Rada, director del semanario de sucesos El caso, en la radio. Me pareció fascinante ver cómo funcionaba el periódico, los problemas que tuvo con la censura y cómo seguían los casos policiales. Pensé que se podía hacer una buena serie de cómics con ello.

Estaba pensando cómo llevarlo a cabo cuando surgió una serie de televisión con la misma premisa. Ya había hecho unos personajes y lo intenté adaptar. Me centré más en las publicaciones clandestinas y en la censura de prensa. Salió una historia más negra de lo que había pensado, al principio incluso pensé que podía tener tintes de comedia pero el tono pedía algo más oscuro.

Hablas de la documentación. Es fundamental el retrato que haces del Madrid de los años 50. ¿Cómo ha sido sumergirte en la época?

Ha sido una combinación de buscar muchas fotos y libros para saber cómo era la vida antes de la aparición de la televisión. Se estaba saliendo de la posguerra más dura y todo el mundo quería más modernidad. Es algo que chocaba con el carácter de la propia dictadura. Había un gran control sobre la prensa, las reuniones, las comunicaciones… pero había que transmitir una imagen de modernización.

Es fascinante el periodo en Madrid. Convivían en la ciudad el estado más represivo con cierto aperturismo que demandaba un sector potente de la sociedad. Es la época en la que vemos las protestas de los estudiantes, por ejemplo.

Hablabas antes de la censura en la prensa. El libro se centra en aspectos que se querían ocultar y que probablemente ahora afloran con la memoria histórica. Temas como la situación de la mujer, de los homosexuales, los experimentos de médicos como Vallejo Najera o los niños robados.

Lo que más me interesaba era denunciar ese tipo de situaciones. Quería mostrar las situaciones que se dan cuando el poder no tiene ningún tipo de oposición, hasta dónde se puede llegar, incluso hasta con la mejor de las intenciones. Esas ideas parten del convencimiento de alguien de que con ellas puede ayudar a construir una sociedad mejor. Mientras piensa eso está generando un dolor enorme a muchos sectores, incluso excluyendo a la mitad de la sociedad.

Me interesa mucho ver qué sucede cuando no encajas en esas estrictas reglas y cómo el aparato del estado cae sobre ti.

En la trilogía del Baztán de Dolores Redondo o la Novia gitana de Carmen Mola vemos cómo se acercan los cánones del género negro a un contexto más cercano, algo que sucede también en Contrapaso.

Es posible porque lo que quería explicar es la situación en la que nos encontramos todavía. Muchos aspectos siguen abiertos y me interesa saber de dónde vienen. El género negro permite que muchos hilos se junten en una misma trama. Explicarlo de otra manera me resulta más complicado. Si al lector le ha interesado puede bucear en la historia pero me parece que el género permite desarrollar una serie de personajes que pueden representar a ciertos sectores de la sociedad de la época.

Los personajes tienen un trasfondo que entiendo que iremos conociendo a lo largo de la serie.

Así es. En principio este libro hubiese preferido que saliese en dos partes pero se ha impuesto el formato de historia autoconclusiva. Quedan cosas por explorar de los personajes y un asesinato que obsesiona a uno de los protagonistas. Ya me han encargado el segundo tomo y allí podremos ver mejor de dónde vienen los personajes y qué conflictos arrastran.

El personaje de Paloma es un homenaje a muchas ilustradoras anónimas que han quedado al margen de la historia.

Me parece importante, es un homenaje no solo a las autoras sino a todas las mujeres que no se resignaron a cumplir con el rol de esposa y madre que se demandaba en la época. Está dedicado a todas las mujeres que se rebelaron cuando, simplemente, quisieron vivir de su trabajo.

Es un doble álbum con más de cien páginas. Hasta la fecha habías hecho pequeñas colaboraciones en revistas o los guiones de otras series como Brujeando o Curiosity Shop. Se podría decir que Contrapaso es tu ópera prima.

Sí se podría decir. Hasta la fecha no había podido ponerme con un trabajo de esta envergadura. Es un trabajo muy arduo. Tanto Juan (Díaz Canales) como yo hemos estado criando a nuestros hijos y nos ha costado encontrar espacio para afrontar proyectos propios. El color es también muy exigente. La luz tiene mucha importancia y tiene un componente muy teatral. No ha sido fácil.

Juan Díaz Canales es uno de los mejores guionistas del país. Imagino que te preguntarán por la influencia de Blacksad en el libro tanto por el género como por el uso de acuarelas.

Sí, me lo han comentado y estoy sorprendida. Juanjo (Guarnido) me parece estratosférico y Blacksad lo tengo encima de la mesa como los libros de Marini o de Ana Miralles, gente que son referentes del álbum europeo. Contrapaso lo ha producido la editorial Dupuis y el lenguaje, el color, la narrativa o el gusto por el detalle son los propios del álbum europeo. Si recuerda a Juanjo es un honor. La acuarela de Contrapaso es digital pero he aprendido mucho viendo cómo trabaja la luz y las paletas de color.

Todos esos trabajos previos han ayudado a que Contrapaso sea un trabajo muy maduro.

Te doy las gracias porque le he dado muchas vueltas al libro. Con Contrapaso estaba muy titubeante.

Los trabajos previos me han ayudado mucho pero ocuparme de todos los aspectos ha facilitado ciertas tareas. Si dominas todo el álbum, no solo el guion, puedes tomar otras decisiones que son más complicadas si trabajas en equipo como cortar una escena si no funciona como pensabas. Al tomar sola las decisiones no tienes que perjudicar el trabajo de otro.

Lo que más me interesa del libro es que aprendo muchísimo. Estoy trabajando ya el siguiente libro y estoy mucho más suelta con los personajes y el color. Ese viaje está siendo apasionante para mí.

No sé si la documentación que has ido trabajando te ha hecho cambiar la percepción de la época.

Sí que me ha hecho variar mi imagen del momento. Los años 50 fueron años grises de muchas restricciones. Sin embargo, descubrí que la gente no se resignaba, se escapaba con una alegría y unas ganas de vivir enormes a esas restricciones. Había un espíritu enorme de reconciliación. La mentalidad de la gente estaba evolucionando. Es el caso de los estudiantes, que pedían igualdad, que no hubiese esa sensación de vencedores y vencidos.

Ahora estoy documentando el tomo dos y me estoy acercando a las películas. En los cine-clubs se unía gente de todo tipo, desde falangistas hasta comunistas. Tenían en común las ganas de hacer buen cine y se juntaban desde las antípodas ideológicas. Todo eso me ha sorprendido, creía que la sociedad estaba muy polarizada y he descubierto que hay una parte que no, que intentaba construir país desde el respeto a las otras ideologías con todo el dolor que se había causado.

¿Vamos a ver en Contrapaso cómo crece la sociedad del país a la vez que los protagonistas?

Es lo que me gustaría. Antes de empezar el guion leo mucho e intento que cada tomo trate un tema. Me interesaba en este primer arco hablar de la psiquiatría y cómo se aplicaba a las personas que se salían del modelo impuesto en la época: las mujeres, los homosexuales… Ese tema y la Universidad eran mi primer objetivo. En el nuevo tomo quiero hablar de las desigualdades tan enormes que había entonces. Ya se ve un poco en este número el tema de las chabolas, la situación de la gente que vino en masa a la capital y que vivían situaciones muy duras. A la vez había muchos trepas y especuladores que querían aprovecharse de ello y era muy difícil denunciar la corrupción. Mi misión es hablar de todo ello.

El caso policial me parece un buen vehículo para tocar todos esos palos y hacer la lectura entretenida. La novela negra es, tradicionalmente, una crónica social que refleja la sociedad y la naturaleza humana, que es lo que me interesa.

La animación ha tenido mucha fuerza en tu trayectoria. Actualmente las plataformas se nutren mucho de las historias que se cuentan en viñetas ¿Ves Contrapaso trasladado a otro medio?

Yo creo que podría hacerse y salir un buen producto, estoy contenta sobre todo con los personajes. Como vengo del audiovisual sé que cuando vendes los derechos no tienes ningún control de lo que sucede después. Si lo compra Netflix me parece genial, te hace ilusión porque lo ven tus padres pero puede que no tenga nada que ver con tu idea.

¿Contrapaso va a ser una serie abierta?

La coyuntura va a decidir lo que suceda. Ahora han vuelto a cerrar las fronteras en Francia y no sé si eso hará que se venda más o menos. En principio tengo una serie de ideas para los casos policiales que sé en qué momento de la sociedad española quiero encajar. Momentos que me han conmovido y que tienen reflejo en la época actual y que nos pueden ayudar a reflexionar sobre el origen de esos conflictos. Son problemas que no dejamos de arrastrar a lo largo del tiempo.

¿Proyectos?

En principio seguir con Contrapaso. Tengo también otras ideas que quiero explorar que tienen que ver con nuestro pasado. Historias de mi barrio de cuando era pequeña que quiero desarrollar. Durante muchos años he hecho animación pero me gustaría centrarme en el cómic. Creo que puedo permitirme dedicarme a ello. Tengo ganas de experimentar y explorar otras narrativas más rompedoras.

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